No recuerdo por qué compré el libro Mano en candela de Aquilino Duque, un autor desconocido para mí entonces. Además lo dejé de leer a medias en su día. Medio año después volví sobre él y lo releí empezando por el principio. Me gustó mucho.
El hilo conductor es un personaje muy literario pero de carne y hueso, Juan Carlos Campuzano. Tras hacer una búsqueda en Internet comprobé que si existe es por el propio autor del libro, que lo menciona en un par de artículos.
Aunque Campuzano sea el personaje mejor perfilado, Mano en candela es un libro de memorias del propio autor. Retrata también a una larga lista de figuras que el autor saca a escena. Las más relevantes son personas “del mundo de la cultura” del período que va desde la República a la actualidad. Para mí, destacan tres. El primero Gala (capítulo 3), que vivió tan ricamente en tiempos de Franco a pesar del estrépito hipócrita de sus actuales troneras.
Hay bastantes referencias a la Guerra Civil y a los años de Franco. El escenario de los distintos relatos incluye Andalucía, Italia, los alrededores de Ginebra… En estos dos últimos se trata de la descansada vida de Alberti –a sueldo de Moscú- y de las hermanas Zambrano. De estas dos se trata largo y tendido en el capítulo 7, Misericordia y Amaranta, y en el siguiente. Otras dos niñas revoltosas de “la clase burguesa” nacidas para no dar palo al agua.
El capítulo 10 muestra la forma frívola en que los intelectuales de izquierdas metieron“al pueblo” en una guerra civil. El chequista Alberti y su señora disfrutaron de los lindo jugando a la guerra desde la impunidad (Que la guerre est jolie!; es decir, La guerra era una fiesta). Y cuando las cosas se pusieron feas… exilio en la ciudad eterna.
Desfilan por sus páginas otros muchos: Cela, Miguel Hernández, Bergamín, Buñuel, Foxá, Dulce María Loinaz, Cortázar… El pseudónimo Gran Simpático se refiere a Martínez Nadal.
Al final hay una referencia a un tal Fedor Ganz, digno de cualquier “galería de raros”. Por lo que contaba me dije, esta persona solo puede ser judío, acerté: “… Fedor era enano, jorobado, apátrida, marxista, judío y homosexual” (p. 206).
Hay muchas curiosidades. Así me he enterado que lo del “rey republicano” no es original de Zapatero sino de la Zambrano, que lo utilizó como disculpa a la hora de dejarse entregar un premio por el nieto de Alfonso XIII, al que habían echado en su juventud. Que se descuide…
Al final hay una referencia al disparatado viaje de los cuadros del Museo del Prado a Francia, con un Azaña delirante que durmió una noche conillos en el castillo de Figueras soñando despierto con un holocausto histórico. ¡Vaya Tropa!
Está muy bien escrito, con un estilo que, desgraciadamente, ya no se estila. Aquí hay otra reseña.
D, Aquilino nos ha dado permiso para reproducir los textos de su bitácora en nuestra Opinión Invitada. Es un placer leerle.
Madre mía cómo está el prefascismo…
Entre lo cutre intelectual y el resentimiento por no poder hacer en el mundo una limpieza étnico-política: señores de Libertad Digital, se les ven las ganas de sangre, la sociedad les parece un videojuego.