La Alianza de Civilizaciones de Zapatero, que don Tancredo Rajoy continua impertérrito, tiene unas raíces kantianas evidentes: la “paz perpetua” cuyos ecos le llegarían al primero a través del abuelo masón, quien a su vez recogería el “anhelo infinito de justicia” en el krausismo ambiental del progresismo decimonónico español, especulamos.
Este artículo del Catoblepas (Iván Vélez, Paz, Alianza y Fe, El Catoblepas 56:11, 2006) propone un precedente anterior, “La Paz de la Fe” del cardenal Nicolás de Cusa:
El propósito de este escrito, sin pretender ser exhaustivo, es analizar las contradicciones de tal Alianza, y para ello, nos serviremos del establecimiento de analogías con una obra que consideramos precedente de tal propuesta pacifista. Esta obra no es otra que «La paz de la fe», escrita por Nicolás de Cusa en 1453, tras la conquista de Constantinopla por parte de los turcos.
(…)
También resulta curioso cómo, ambas, La paz de la fe y la Alianza de Civilizaciones, surgen tras graves conflictos entre el Islam y la Cristiandad, entendiendo aquí Cristiandad, por aquellos países que aún siendo aconfesionales –es el caso de España– puede decirse de ellos que, al menos culturalmente, siguen siendo cristianos y es precisamente desde las coordenadas del cristianismo, católico o protestante, y frente al Islam, como se han configurado históricamente. En el caso del texto medieval, su escritura, es consecuencia de la invasión turca. En cuanto a la Alianza promovida por Rodríguez Zapatero, ésta se produce tras los atentados del 11 de septiembre de 2002 en Nueva York, y el del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
Se trata de esto:
La obra del cusano, comienza con la visión, por parte de un «varón lleno de celo», de una reunión celestial, presidida por el Todopoderoso, a la cual concurren representantes (17 en total) de diversas religiones y naciones, entre las cuales se distinguen naciones históricas, (asisten un español, un francés, un alemán, etc) y naciones étnicas (caso del representante tártaro). (…)
En el caso de nuestro presidente, no se trata de una visión celestial, sino de una Asamblea en la cual participan las diferentes naciones reconocidas como tales, entre ellas España, algunas de cuyas partes constitutivas –Vascongadas, Cataluña– aspirarían en un futuro no muy lejano, tras un proceso de «autodeterminación», a sentarse en el hemiciclo de la ONU como miembros de pleno derecho.
El artículo del Catoblepas me parece algo flojo. La tesis es atractiva y más que verosímil, pero no está bien desarrollada; se pierde el tiempo repasando el artículo insidioso de Cebrián. El final me parece además simple y apresurado:
La paz de la fe, concluye con la victoria de la fe católica en el debate con las otras religiones, la paz de la Alianza, al parecer, tiene en la fe su única herramienta.
También Franco hablaba de la «tradicional amistad hispoanoárabe». La diferencia con Zapatero está en que Franco sabía con quien se jugaba los cuartos, y se las apañaba para nadar y guardar la ropa. Incluso, caso nunca visto, hizo participar a los sarracenos en un Cruzada.
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