Capítulo XVIII, Santa Sofía. El ejército en campaña
JUAN.-El Sophí ¿es turco o qué es?
PEDRO.-Rey de Persia, donde fue el fin de Mahoma; todos son moros.
JUAN.-¿Pues a que fin es la guerra entre él y el Gran Turco?
PEDRO.-Pretende el Sophí que él es el legítimo emperador de Constantinopla, Cairo y Trapisonda, y a él compete la conquista y defensión de Mahoma, como a más antiguos moros, y que el Gran Turco es medio christiano, y desçiende dellos, y todos sus renegados son hijos de christianos y malos turcos, como el emperador solía traer contra los alemanes luteranos la guerra.
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Capítulo XIX, Las bodas. Las mujeres. Indumentaria
En sola una cosa biben los turcos en razón y es ésta: que no estiman las mugeres ni hazen más caso dellas que de los asadores, cuchares y cazos que tienen colgados de la espetera; en ninguna cosa tienen voto, ni admiten consejo suyo. Destos ruidos, cuchilladas y muertes que por ellas hay acá cada día están bien seguros.
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MATA.-¿Son çelosos los turcos?
PEDRO.-La más çelosa jente son de quanta hay y con gran razón, porque como por la mayor parte todos son buxarrones, ellas buscan su remedio.
JUAN.-¿Y sábenlo ellas que lo son?
PEDRO.-Tan grandes bellacos hay entrellos que tienen los muchachos entrellas, y por hazerles alguna vez despecho en una mesma cama hazen que se acueste la muger y el muchacho y estáse con él toda la noche sin tocar a ella.
(…)
Mi amo Çinán Baxá tenía sesenta y tres mugeres. Mirad si hay monasterio de más monjas.
JUAN.-¿Qué quería hazer de tantas mugeres? ¿No le bastaba una, siendo buxarrones como deçís?
PEDRO.-Habiéndose de ir de una manera y de otra al infierno, con el diablo que los llebe, procuran de gozar este mundo lo mejor que pueden. Habéis de saver que los señores ni reyes no se casan, porque no hay con quien, como no tengan linajes ni mayorazgos que se pierdan, sino compran alguna esclaba que les parezca hermosa y duermen con ella, o si no alguna que les empresentan, y si tiene hijos, aquella queda por su muger, y haze juntamente, quando edifica casa para sí, una otra apartada, si tiene posibilidad para ello, y si no un quarto en la suya sin ventana ninguna a la calle, con muchas cámaras como celdas de monjas donde las mete quantas tenga, y aun si puede hazer una legua de su zerraje el de las mugeres es cosa de más magestad. Puede tener, según su ley, quatro legítimas, y esclabas compradas y empresentadas quantas quisiere. Y lo que os digo de Çinán Baxá mi amo entenderéis de todos los otros señores de Turquía; y no estiméis en poco que yo os diga esto, que no hay nasçido hombre turco ni christiano que haya pasado acá que pueda con verdad deçir que lo vio, sino hablar de oídas. En aquella casa tenía 63 mugeres; en quatro dellas tenía hijos. La mayor era la madre del hijo mayor, y todas estaban debaxo désta, como de abadesa. Este çerraje tenía tres puertas fuertes, y en cada una dos negros eunucos que las guardaban y llaman los agás. El mayoral destos tenía la puerta de más adentro, y allí su aposento.
JUAN.-¿Y capados eran los porteros?
PEDRO.-No entendáis, a fuer de acá quitadas las turmas, sino a raíz de la tripa cortado el miembro y quanto tienen, que si de este otro modo fuese, no se fiarían; y destos no todos son negros, que algunos hay blancos. Quando tienen algún muchacho que quieren mucho, luego le cortan desta manera, porque no le nazca barba, y quando ya es viejo, sirbe de guardar las mugeres o los pajes, que no menos están enzerrados.
(…)
JUAN.-¡Oh, vida bestial y digna de quienes ellos son! ¿Y con sesenta y tres tenía quenta?
PEDRO.-No se entiende que todas eran sus mugeres, que no dormía sino con siete dellas; las otras tenía como acá quien tiene esclabas: las que le caían de su parte, las que le empresentaban, luego las metían allí como quien las cuelga de la espetera, en donde la señora prinçipal le hazía deprender un oficio de sus manos como ganase de comer, como es asentar oro, labrar y coser; otras sirben de labar la ropa y otras de barrer, y quando el señor quiere hazer merçed a algún su esclabo, dale una de aquéllas por muger, y házele primero la cata él mesmo como a melón, y ansí como ser esclabo de un señor es peor que de un particular y pobre, es también en las esclabas; que el día que de allí las sacan, aunque sea para venderlas, se tienen por libres.
MATA.-Parésçeme que esos señores estarán muy seguros de ser cornudos.
PEDRO.-No hay señor allá que lo sea, ni particular que no lo sea, por la grande libertad que las mugeres tienen de irse arrebozadas al vaño y a bodas y otras fiestas.
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MATA.-Diçen por acá que son muy amigas de los christianos.
PEDRO.-Como sean los maridos de la manera que os he contado, eran ellas amigas de los negros, quanto más de los christianos. Quando van por la calle, si les deçís amores, os responden, y a dos por tres os preguntarán si tenéis casa, y si dezís que no, os dirán mill palabras injuriosas; si dezís que sí, dirán os que se la mostréis disimuladamente, y métense allí, y vezes hay que serán mugeres de arraezes; otras tomaréis lo que viniere, y si os paresçe tomaréis de allí amistad para adelante, y si no, no querrá deziros quién es.
MATA.-Desa manera no hay que preguntar si hay putas.
PEDRO.-No penséis que tiene de haber pueblo en el mundo sin putas y alcauetas, y en los mayores pueblos, más. Burdeles públicos hay muchos de zíngaras, que son las que acá llaman gitanas, cantoneras muchas, christianas, judías y turcas, y muchas que ni están en el burdel ni son cantoneras y son desas mesmas.
Bueno. Pues lo dejo aquí, aunque quedan tres capítulos, porque este sobre el trato de los turcos hacia las mujeres es insuperable 🙂
Aquí está el libro completo: Viaje de Turquía, La odisea de Pedro de Urdemalas
http://www.xornalgalicia.es/index.php?name=News&file=article&sid=2375
Y siguen siendo bujarrones los turcos:
http://www.youtube.com/watch?v=-Hul35F9BfA&NR=1
Los moros en general son unos bujarrones, será por la estricta separación de sexos?
http://www.theatlantic.com/doc/200705/gay-saudi-arabia
This legal and public condemnation notwithstanding, the kingdom leaves considerable space for homosexual behavior. As long as gays and lesbians maintain a public front of obeisance to Wahhabist norms, they are left to do what they want in private. Vibrant communities of men who enjoy sex with other men can be found in cosmopolitan cities like Jeddah and Riyad
For many Saudis, the fact that a man has sex with another man has little to do with “gayness.” The act may fulfill a desire or a need, but it doesn’t constitute an identity. Nor does it strip a man of his masculinity, as long as he is in the “top,” or active, role.