Pío Moa está tratando recientemente en su blog un período histórico interesantísimo, los siglos XVI y XVII
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En 1519, Francisco fracasó en su aspiración a coronarse emperador del Sacro Imperio, revés que marcó un punto de viraje en su política. Desde entonces redoblaría sus ataques al Imperio y a España, y el mismo año 1519 emprendió tratos con los moriscos españoles alentándolos a sublevarse, aunque sin éxito.En 1521, cuando Solimán debelaba Belgrado, los franceses fueron expulsados de Milán por los hispanoimperiales. Francisco respondió con una magna ofensiva en tres frentes, sobre Italia, España y Flandes. Un fuerte ejército francés, con algunos navarros, entró en España por Navarra y Guipúzcoa, apenas guarnecidas a causa de la rebelión comunera en Castilla, por lo que tomó fácilmente Fuenterrabía y Pamplona, ocupó la Rioja y sitió Logroño. Las aspiraciones de Francisco sobre la península eran muy vastas, pues alentaba a los comuneros, entre quienes tenía agentes (dos de ellos jugarían un papel histórico de primer orden a miles de kilómetros de allí). Pero la derrota comunera en Villalar permitió a las tropas españolas enfrentarse a la invasión y, tras obligar a los franceses a levantar el sitio de Logroño, los destrozaron en Noáin, donde murieron seis mil de ellos y fue capturado su jefe, Lesparre.
Al año siguiente, Francisco intentó debilitar al Imperio provocando ataques contra él desde Polonia y Hungría. A tal efecto envió a dos agentes secretos suyos, comuneros españoles llamados Rincón y Tranquilo (probablemente un apodo), con abundante oro y promesas matrimoniales para el rey polaco Segismundo. Los dos agentes fueron a Buda, Cracovia y Vilna, pero pese a su tenacidad durante dos años, no persuadieron a los polacos, más interesados en cooperar con los imperiales contra la amenaza turca. Más suerte tuvieron con Juan Zapolya, ambicioso voivoda de Transilvania, que ya había contribuido a la caída de Belgrado, al no enviar allí refuerzos. El soborno de Zapolya fue un gran éxito de Rincón y Tranquilo, pues el voivoda detestaba a los imperiales y facilitó grandemente el desastre húngaro de Mohacs, en 1526, acto que Solimán le premió nombrándole rey vasallo de Hungría, como quedó dicho.
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