El capítulo 3 se titula A Poisonous Spirit of Revenge, Un espíritu envenenado de venganza, y trata de Versalles. Alemania se rindió y retiró ordenadamente de la guerra tras la entrada de los EE. UU. En el frente oriental Rusia firmó la paz de Brest-Litovsk. Tras el alto el fuego, los aliados aplicaron un bloqueo que llevó a morir de hambre a muchos miles de alemanes. Esto les forzó a acaptar las condiciones impuestas, sin negociación de ningún tipo. De la Wiki:
El bloqueo inglés a Alemania durante la Primera Guerra Mundial como resultado de la Primera batalla del Atlántico que representó la muerte para 750,000 civiles durante la guerra. Muchos más tuvieron que morir de hambre después del armisticio de Noviembre de 1918 pues el bloqueo continuó hasta obligar a Alemania a firmar el Tratado de Versalles en Junio de 1919.
Lloyd George y Clemenceau quisieron hacérselo pagar caro a Alemania, dejarla herida de forma que no volviera a levantar cabeza. El presidente americano Wilson acabaría asqueado por ello.
Pincha para leer más y ampliar.
No voy a resumir el capítulo. Solo voy a traducir los párrafos que más me han sorprendido:
La insensatez de los checos (p. 83):
El mismo día 28 de junio «el gobierno de la nueva ‘Democracia checoslovaca’ envió un telegrama a los líderes de Yugoslavia felicitándolos en el aniversario del asesinato del archiduque y su esposa en Sarajevo y expresando su esperanza en que hubiera ‘acciones heroicas similares en el futuro'»
La hipocresía -masónica mayormente- de los vencedores de Versalles (p. 84):
En el derecho canónico de la Iglesia se establece que todo el mundo tiene derecho a ser escuchado, incluso el diablo: Etiam diabolus audiatur. Sin embargo, la democracia moderna, que proponía crear una sociedad de naciones, no siguió los preceptos a favor del acusado que ya en la Edad Media eran sagrados»
Un país artificial llamado Checoslovaquia (p 89):
«A Checoslovaquia le fueron cedidos tres millones y medio de alemanes, tres millones de eslovacos, un millón de húngaros, medio de rutenos y 150.000 polacos»
En efecto el «principio de autodeterminación» se aplicó de forma descaradamente asimétrica: contra Alemania. Fue, sobre todo, una disculpa para despedazar a Austria. Más (p. 94):
«Los polacos eran el 68,8% de la población [en Polonia]. Los ucranianos el 13.9%, los judíos Yiddish el 8.7%, los bielorrusos el 3,1%, los alemanes el 2,3%»
Al enunciar el «principio de autodeterminación», Wilson no sabía de qué hablaba (p. 102):
«Cuando dí aliento a esas palabras, las dije sin saber que existían las nacionalidades que están viendo la luz actualmente»
El capítulo 4 se titula «A lot of silly Little Cruisers», y trata del abandono de la alianza Anglo-japonesa por las presiones norteamericanas, que convirtió a Japón en un enemigo potencial y desató sus apetencias imperiales. Fue reemplazado por otro pacto que limitó el poder naval de los participantes y llevaría a un desarme que acabó de hecho con la supremacía naval británica.
Hay que entenderlo en el marco de la «Sociedad de Naciones», las antiguas «Naciones Unidas». Inglaterra fue «parcialmente convertida al nuevo credo, según el cual, la seguridad está en los pergaminos de los tratados, en vez del acero de los barcos» (p 120, traducción libre).
Con ese tratado, las distantes posesiones británicas de extremo Oriente, como Singapur, pasaron a estar al alcance de la marina japonesa. Churchill se disculpó al respecto en The gathering Storm, escrita en 1948 alegando que fueron la presiones de Washington las que obligaron a Inglaterra a terminar con la alianza anglo-japonesa. Pero no explica por qué los británicos cedieron sin mayores negociaciones ante los americanos.
Un enlace interesante.
http://elotroecuador.wordpress.com/2008/01/01/un-desertor-judio-advierte-a-america/