El capítulo 7 se titula Anschluss y trata de la anexión de Austria. Es un auténtico culebrón político.
Hay que tener en cuenta que Austria se quiso unir antes a Alemania, al menos hacer una unión comercial, pero los vencedores nunca les dejaron. Se trataba de dividir a los alemanes. Los dirigentes de Weimar se quejarían después de que los aliados «no nos dieron ni unas sola concesión diplomática». Y sin embargo, dejarían a Hitler recrecerse durante 7 años sin ponerle un solo límite…
Buchanan dice que Hitler no tuvo un plan de adquisiciones, sino que fue un oportunista.
En la página 186 cuentan de una visita de Halifax a Hitler en la que el primero le dice que si se evita llegar más lejos, se podrían resolver a favor de Alemania todos los agravios de Versalles. Me parece increíble esto. Si es cierto, Inglaterra estaba consintiendo que Alemania se anexionara Austria, los Sudetes y el corredor de Danzig. Es el 37, habían dejado que Hitler creciera, y le seguían dando cuerda… Pero entonces, solo cabe calificar a las garantías a Polonia y la declaración de guerra por su invasión como una reacción disparatada. Es la tesis de Buchanan.
Como he dicho, no trataré de los sucesos de la anexión pero hay algunas curiosidades.
p. 198:
Dos semanas antes de la anexión, Goering estaba en Varsovia, invitado por el Coronel Jozef Beck, el ministro de exteriores que había ocupado el puesto dejado por Pilduski tras su muerte [Presidente]. Cuando iban a cenar, «pasaron delante de un grabado de John Sobieski, el rey de Polonia que fue en ayuda de la Viena situada [por el Turco] en 1683. Beck llamó la atención de Goering sobre el título: «No te preocupes -le indicó- no volverá a suceder»
Curioso. Como esto:
Al entrar el ejército alemán en Viena, el mundo pido comprobar dos hechos. Primero, la pomposa Verhmacht, el 70% de cuyos tanques y vehículos blindados se estropeó en las carreteras, no estaba en condiciones de luchar en una guerra seria. Segundo, las multitudes exultantes mostraron que Hitler era muy popular en su país de origen.
p. 202:
«La postguerra acabó cuando Alemania reocupó el Rin el 7 de marzo de 1936, la preguerra empezó cuado anexionó Austria el 13 de marzo de 1938»
El capítulo 8 se titula Munich, sin más, pues ha pasado a significar la claudicación de los países poderosos pero acobardados moralmente ante quienes son capaces de mostrar resolución en sus planes de agresión.
p. 204:
«Ya lo tengo», gritó [Chamberlain] a Lord Halifax. «Ya lo tengo» «Aquí está el papel con su firma»
Se refiere a los acuerdos de Munich (foto). Qué pena. El rey lo invita a ir directamente a palacio.
p. 206:
En Buckingham, Chamberlain y su esposa fueron invitado por el rey a «unirse a él en el balcón… como muestra de la «gratitud duradera de sus conciudadanos a los ancho del Imperio. «Era la primera vez que un monarca había autorizado a un plebeyo a ser aclamado desde el balcón de l Palacio de Buckingham»
Algo parecido le pasó al colega francés, Daladier, había una multitud recibiéndolo en el aeropuerto, creyó que le iban a apedrear por su claudicación, sin embargo le estaban aclamando como a un héroe.
Y lo mismo se pensó en América, y de igual manera reaccionaron las iglesias… Hubo pocas reacciones en contra o de escepticismo. Solo el Daily Telegraph y algunos políticos aislados, como Churchill.
Seis meses después de Munich, que solo entregó los sudetes a Alemania, Checoslovaquia había sido invadida por Alemania. Además los aliados perdieron con Checoslovaquia 40 divisiones de las mejor equipadas de Europa y una considerable industria bélica. Además, la Unión Soviética dejó de fiarse de Francia e Inglaterra.
Un error gravísimo. Buchanan trata de explicar por qué Inglaterra tomó esa ruta. Hay varias razones:
- Para empezar, Checoslovaquia era considerada un estado artificial, formado por poblaciones muy diversas, entre ellos tres millones de alemanes. Los checos eran el 47% pero copaban el 100% del parlamento.
- Los checos tuvieron un comportamiento imprudente políticamente. Dos meses después de la anexión de Austria (mayo del 38), se propaga el rumor de que Alemania quería invadir Checoslovaquia. Como no sucedió nada, se jactaron de haber hecho retroceder a Hitler. Este se sintió insultado y decidió acabar con Checoslovaquia.-
- Los británicos vieron las demandas de Hitler como razonables y a los checos como obstinados por estos motivos. La aplicación del principio de autodeterminación estaba de parte de Alemania. Este principio hubiera llevado a una Alemania aun más poderosa que la del Kaiser, por lo que se aplicó solo contra Alemania. Hitler le dio la vuelta e hizo de él la mejor disculpa para su expansionismo: Austria, Sudetes, Danzig…
- Sobre Todo, Gran Bretaña no tenía medios para impedir la ocupación de Checoslovaquia sin desencadenar una guerra. Y no estaba preparada. Sin embargo, hay división de opiniones al respecto ¿hubiera sido mejor empezar en Checoslovaquia que en Polonia?
- Los EE. UU. de Roosevelt se desentendieron del asunto. No era su guerra. Bélgica -cuya invasión forzó la entrada de Inglaterra en la PGM- movilizó sus tropas hacia la frontera con… ¡Francia!.
Por último ¿cuál hubiera sido el objeto de la guerra? ¿otro Versalles?…
Chamberlain prefirió reparar los destrozos de Versalles y convertir a Alemania en un potente aliado. El apaciguamiento tenía su lógica en 1938, además era considerado moralmente superior:
p. 225:
Aunque actualmente es considerada ignominiosa y cobarde, la política de apaciguamiento era tenida en otros tiempos en la más alta estima moral. Originalmente, era sinónimo de idealismo, magnanimidad del victorioso y disposición a enmendar los agravios.
Algo parecido sucede hoy en día.
p. 226:
Henderson define el apaciguamiento como «búsqueda de una solución justa mediante la negociación a la luz de la razón en vez de recurrir a la fuerza».
¿Y por qué tampoco luchó Francia?
Se enfrentaba con una decisión más dramática aún. Francia había tenido a Rusia como aliado tradicional (frente a Alemania): los vecinos de mis vecinos son mis aliados. Con la revolución soviética lo perdió. Trató de reemplazarlo por los países del este, pero estos no solo no podían ayudarla, sino que necesitaban su ayuda. Tres pequeñas gallinas acosadas por un zorro que tiene cuentas pendientes con ellas. Además, no podía contar con el apoyo de Inglaterra, que quería arreglar los agravios de Versalles.
Esto jugaba a favor del apaciguamiento. Pero había problemas. Primero, aplicar el principio de autodeterminación haría resurgir una Alemania más fuerte aún que la del Kaiser. Segundo, Polonia y Checoslovaquia -aliadas suyas- perderían territorios. Tercero, el nuevo canciller alemán era el agresivo autor de Mein Kampf.
p. 228:
«Si me hubieran hecho al menos una concesión. Me hubiera ganado a mi pueblo. Pero no soltaron prenda… Esa es mi tragedia y su crimen»
Lo dice Stresemann, ministro de exteriores alemán. A los demócratas alemanes los ningunearon, al monstruo que les sigue le hacen todo tipo de concesiones…
Pero ¿cuál es la alternativa que ofrece Churchill?
En los tiempos de Munich, está en el Parlamento, pero fuera del gobierno. Propone ir a la guerra contra Alemania, pero como las fuerzas terrestres son muy inferiores, ¡en alianza con Stalin!.
Aquí hay un enorme contradicción porque era el líder que con mayor énfasis había criticado y advertido contra en bolchevismo, y la trayectoria criminal del comunismo superaba lo pero que cupiera esperar del nazismo. La respuesta está en el interés político: Alemania era un rival del imperio, la URSS no, así que, aun con una hoja de servicios espeluznante, era preferible aliarse con ella.
Desde este punto de vista, la política de apaciguamiento tenía su lógica: Hitler era preferible a Stalin desde cualquier punto de vista. Sin embargo, aunque en principio el pacto de Munich era políticamente prudente y procedente, las cosas se torcieron. Buchanan muestra cómo: El problema está en la política seguida tras Munich.
El acuerdo de Munich se llegó después de algunos tiras y aflojas en que Hitler amenazó con invadir Checoslovaquia. La firma de acuerdo no fue nada cordial. Era evidente que el bigotes estaba dando una tregua de mala gana. Creerse, como hizo Chamberlain, que su firma en un papel era la paz fue un ejercicio de ofuscación imperdonable. Obviamente Hitler no ofrecía paz, sino una corta tregua temporal.
Inglaterra debió empezar a armarse rápidamente, sin embargo insistió en que había traído la paz. Por su parte, Hitler pudo percibir el miedo que le tenían. Tras los sudetes caería toda Checoslovaquia, inclinando la balanza de fuerza su poder.
Por mucho menos de lo que entregaron en Munich, el corredor de Danzig, empezaría la SGM, el mayor fiasco de la historia.
Increíble!!!
Profundizar en el conocimiento histórico sobre el orígen de la II GM es conocer la infamia, en su grado más depurado.
Gracias Maestre.
Le he dado un repaso para corregir cuatro erratas que había.