Capítulo anterior: Los Reyes Católicos, de Luis Suárez (1): La Infanta. Niñez y adolescencia de Isabel la Católica
Tras la muerte de Alfonso, la sucesión pasa a ser disputada entre Juana al Beltraneja e Isabel, que ya tenía entonces 16 años.
p. 45: «La centenaria casa de Trastámara, presente de alguna manera en todos los tronos de España, se hallaba ahora representada, en su generación joven, por un solo varón: Fernando el hijos de Juan II y Juana Enríquez, ambos nacidos en Castilla y enraizados en su nobleza. De modo que si hubiera existido la Ley Sálica, a él correspondiera reclamar la herencia. Otro aspecto del que Isabel nunca consistió dudas (…): en Castilla las mujeres tenían derecho a reinar cuando faltaban varones en la línea y rango de sucesión en que ellas estuviesen colocadas«.
P. 45 (sigue): «Desde Cataluña, Juan II percibió con mucha claridad estos detalles y por eso envió, con urgencia, nuevas instrucciones a mosén Pierres de Peralta: prescindiendo de cualquier otro proyecto, tenía que conseguir que Isabel casara con Fernando. De este modo podían conjugarse todas las demandas. Se operó con tanta rapidez que el 17 de julio, es decir, doce días tan solo a contar de la muerte de Alfonso, Fernando firmaba el documento que autorizaba a negociar tal matrimonio».
p. 46 (sigue): «Isabel no había pronunciado una sola palabra al respecto. De modo que el matrimonio que dio vida a la Monarquía española fue, desde su misma raíz, iniciativa de la corona de Aragón.».
Para que luego digan que Castilla…
La nobleza castellana no lo tenía tan claro -prefería la unión con Portugal- lo que se podía lograr casando a Juan e Isabel con el rey de Portugal (viudo) y su hijo.
En Cadalso-Cebreros-Guisando se llega a una acuerdo: Sometimiento a Enrique como rey legítimo y sucesión para Isabel (18 años). El rey tenía derecho a proponer marido, Isabel a rechazarlo.
Isabel cumple el acuerdo, pero no así el rey (aconsejado por Don Juan Pacheco, marques de Villena, uno de los grandes): se le impide la toma de posesión de las villas prometidas en renta. El acuerdo tampoco se presenta a las Cortes.
El Consejo real acuerda los matrimonios de las dos mujeres con la casa real portuguesa. Isabel rechaza el matrimonio. Se convocan Cortes en Ocaña, pero no se somete el acuerdo a ellas. El juramento de la heredera ante las Cortes era necesario para la transmisión legítima y oficial, no bastaba la voluntad del rey. Isabel se considera por ello liberada del acuerdo.
* * * * *
Me permito este excurso: La zona de los Toros de Guisando, con Cebreros y San Martin de Valdeiglesias -en el cruce de las Sierra de Gredos y Guadarrama- tienen para mi un encanto muy especial. Paisjísticamente me recuerda a Italia. a mi uno de los más interesantes de España.
En Cebreros está El Quexigal, uno de los emplazamientos que Felipe II tuvo en cuenta a la hora de edificar su palacio-monasterio. Sólo la mayor proximidad a la Villa y Corte hizo que el monasterio se llame hoy El Escorial, y no El Quexigal, que quedó relegado a huerta real «(…) estanques, jardines, fuentes, viñas, olivares, bodegas y lagares (…)», indica Fray José de Sigüenza en su libro Fundación del Monasterio de El Escorial.
Volviendo a los toros -en realidad verracos-; no puede ser casual –en política no hay casualidades– que el lugar donde los carpetos (o vetones) dejaran cuatro toros esculpidos, fuera jurada Isabel «La Católica» legítima heredera del Reino de Castilla y León. Que el lugar tiene algo mágico lo señala el emplazamiento de un convento de Jerónimos, al lado de una cueva, a la que se le atribuyen leyendas varias. Además era este convento el lugar donde Felipe II se recluía en la Pascua de Semana Santa. Por él pasaba siempre que podía. Así, en el libro citado se cuenta: «De allí [Guadalupe] partió a San Jerónimo de Guisando; tornó a visitar aquellas cuevas que fueron sepulturas santas de aquellos hombres tan vivos a Dios como muertos al mundo. Llegó a la Dehesa del Quejigar (…); holgóse de ver la viña que por su mandato y orden se había plantado en aquellos parajes; (…) vió bodegas y lagares (…)».
Pues eso, no dejéis de dar una vuelta por la zona. Aquí nos proponen una ruta:
Dejar una contestacion