Capítulo anterior: Los Reyes Católicos, de Luis Suárez (9): Restauradores de la monarquía
Trata del comienzo de la guerra contra Granada, un reino que era vasallo y tributario de Castilla, pero que había dejado de pagarle al comprobar su debilidad debida a la división interna.
p. 230: «Como Ladero ha podido demostrar, se entra después de 1484 en la primera guerra moderna, en la que el valor brillante de los caballeros aparece superado por la poliarcética, la artillería y la intendencia».
P 230: «Granada no es sino una parte en el empeño [de la cruzada contra el Islam], puesto que los turcos están ya en el Adriático -es el año de Otranto– y avanzan hacia el corazón mismo de Europa».
p. 231: «El papa pensaba que la salvación de Italia solo podía venir de que las potencias cristianas reuniesen una flota superior a la de los turcos, para lo que estaba dispuesto a sacrificar la décima parte de todas las rentas del clero. Fernando asintió: para él era necesario cerrar sólidamente el Mediterráneo occidental, en torno al cual se asentaban los reinos de la corona de Aragón
En esta oportunidad y en otras anteriores, el legado transmitió la preocupación del Papa por las tres circunstancias que se daban en la península, esto es, la existencia de un reino musulmán, las garantías para una fuerte comunidad judía y la existencia de numerosos conversos que solo eran cristianos de nombre.».
p. 233: «Desde enero de 1479 [los Reyes] habían entrado en posesión de lo que constituye la Corona de Aragón: dos fueron las aportaciones principales a la política general de la Monarquía, el choque de intereses en relación con Francia y la preocupación por la defensa del Mediterráneo».
Aquí se perdió Castilla, por la unión con Aragón que nos metió en la trampa mediterránea. Si Francia se hubiera hecho con el control de Italia, a ella hubiera correspondido el principal esfuerzo de lucha con el Turco. ¿Hubiera cambiado algo porque Francia hubiese regido Italia y el Mediterráneo?. Lo más penoso de todo es que ahora, después de haberles sacado del berenjenal italiano en que se metieron, los secesionistas catalanes nos miren como imperialistas.
Castilla no tenía imperio entonces -a diferencia de Aragón- y solo necesitaba hacerse con el norte de África, la antigua Mauritania -convirtiendo la morisma y taponando al Turco si el Francés no hubiera podido con él-, y centrarse al imperio ultramarino. Son especulaciones a posteriori, por supuesto.
Si el papado hubiera caído, se le podría haber dado asiento en Castilla, haciéndose con la sede de la cristiandad. Aragón hubiera pedido la protección de Castilla, que contaría con un reino amigo interpuesto con Francia o se hubiera acabado en una absorción simple, nada de «unión de reinos», que no había igualdad desde ningún punto de vista.
p. 233: «Surgió sin embargo el problema de Navarra que obligó a Castilla a compartir la política catalana de vigilancia hostil respecto de las intenciones francesas».
Decir «obligó» me parece exagerar. Inclinó me parece suficiente.
Las intrigas italianas que llevaron a la paz de Bagnolo están expuestos aquí.
La guerra de Granada empezó con la toma de Zahara por el moro, aunque los cristianos habían tomado ya antes la decisión de recuperar el reino. Los principales sucesos de la guerra de granada se pueden leer en la wilki (no respondo, y el comentario a la foto de la derecha no me da buena espina). En la Biblioteca Virtual Cervantes tienen el libro Guerra de Granada de Alonso de Palencia.
p. 240: «… diez años de guerra iban a consumir 2.000 millones de maradevís, que es una cifra que supera ampliamente la rentas del reino en ese tiempo. (…) No hubo protestas; Granada parecía justificar el enorme esfuerzo».
p. 241. «La estrategia elaborada … difería radicalmente de la que se empleara en campañas anteriores. Se debía prescindir de las batallas en campo abierto y de las cabalgadas, que podían incluso convertirse en derrotas parea pasar a la ocupación de las fortalezas mediante operaciones de cerco muy sistemáticas. Es lo que la leyenda ha conservado con mucha exactitud al atribuir la intención Fernando de tomar «uno a uno los granos de la granada».
El reino de Granada se dividió en dos, casi tres, partes, lo que facilitó la empresa. Se presentaron dos opciones a los granadinos: volver a la situación anterior de vasallaje en una reserva mahometana aun más reducida o continuar la lucha.
En 1483 hubo una interrupción, debido a las maniobras dinásticas de Navarra, un reino dividido.
p. 248: «… heterogéneo territorio que ni siquiera tenía unidad de lengua, porque el castellano con modismos navarros y el francés con matices occitánicos, eran los medios empleados en la documentación; del euskérico, hablado en algunos sectores, no queda ninguna huella escrita.»
Estamos ante un idioma de pastores al que se le ha hecho una actualización ortopédica reciente para meterselo con calzador a los vasquitos y, los que es peor, a cualquiera que pase por allá.
Muere Luis XI que pide en el testamento la devolución de Cerdaña y Rosellón, pero los herederos dilatan la ejecución.
p. 240: «Fernando estaba decidido firmemente a recurrir a las armas, difiriendo la guerra de Granada y empleando en la operación los recursos castellanos.»
Fernando convoca cortes de los tres reinos en Tarazona:
p. 250: «No se trataba de reunir aragoneses, catalanes y valencianos en una sola Asamblea, sino de que las tres funcionaran en paralelo en locales distintos de una misma ciudad para que los reyes pudieran atenderlas».
Una merienda de negros. Y que perdonen los negros por la comparación.
p. 250: «Pero los catalanes decidieron no acudir porque constituía contrafuero convocarles fuera del principado y convencieron a los valencianos que hicieran los mismo».
Lo dicho.
p. 250: «Isabel no salía de su asombro: que ella estuviera dispuesta a suspender la guerra de Granada y volcar los recursos de su reino en una empresa privativa de la Corona de Aragón y fuesen catalanes, valencianos y aragoneses quienes se oponían, le resultaba incomprensible e irritante».
Lo dicho. Con ciertas gentes mejor es no ir ni a coger duros, ni siquiera maradevís.
Fascinante