Más sobre Amenabar y su Ágora.

Acabo de leer esta entrevista que le hacen en el mundo. El entrevistador, un tal Lucas, tiene un estilo pedante bastante infumable. Voy a darle un repaso (EN PRIMERA FILA / ALEJANDRO AMENÁBAR Director de cine)

Es un chileno de 1972 trasplantado a España en los días quietos de la infancia. Tira de una amabilidad algo tajante. Habla con pose de tertulia, la mano izquierda apoyada en la escobilla del bozo. Los ojos de una simetría desigual. La frente amplia y lisa donde se acoda un flequillo escaso. Lo internaron con los escolapios y eso le ayudó a forjarse un carácter de pollopera volcado hacia dentro.

Lo de ojos de simetría desigual es de traca. Creo que en castellano de toda la vida se dice ser bizco. Educado en los escolapios…  Joer.

… pega ahora un volantazo con Ágora y se pira al intestino grueso de la Historia, a la vieja Alejandría del siglo IV con su Biblioteca como motor, cuando los primitivos cristianos (por ir resumiendo) agarraron la palabra de Dios como un machete con el que desangrar paganos y asumieron la cultura y la libertad como alpiste del demonio. En medio de ese farallón de odios, Hypatia -filósofa, matemática y astrónoma- levantó una palabra de fuego para decir que el sol está en el centro de esta galaxia, que la Tierra es una fe redonda y que no estamos atados con un dogal a las estrellas.

¿Mande? Se hace ahora a la profesora adalid del heliocentrismo. Hay que ser muy ignorante y muy atrevido para perpetrar semejante despropósito.

La inteligencia contra la barbarie. La cultura contra el fundamentalismo. La libertad contra la servidumbre de la religión. Todo con cierto glasé de drama romántico. «Hemos perdido muchos siglos de civilización por el reaccionarismo», aúlla. Y por ahí avanzamos.

Este mentecato no sabe que el paganismo se suicidó él solo. Y que los paganos fueron incapaces de desarrollar y aplicar nuevas tecnologías sistemáticamente, a diferencia de los cristianos medievales. Tenían muy finas las manos. Le tenemos que recomendar esas lecturas, para que se ilustre:

– Toda esta aventura de hacer Ágora empezó por la astronomía. En origen quería hacer una película sobre astrónomos, de cómo su confrontación con el mundo de la religión ha sido permanente. Los científicos advirtieron pronto que estamos en una esquina perdida del universo. Y los cristianos insistían en que somos su centro. De ahí la lucha feroz.

Siento decirle que el geocentrismo fue el modelo astronómico paradigmático de los paganos.

– Ese desafío se dio en Alejandría entonces. Por eso, cuando empezamos a analizar la vida de Hipatia nos dimos cuenta de que la historia que queríamos narrar tenía un enfoque muy feminista. Es el retrato de una mujer en un mundo de hombres y cuyo contexto histórico está determinado por el cambio del mundo antiguo al medieval, que es esencialmente cristiano. Algo que en cine, además, no se ha contado mucho.

La mujer entre los paganos griegos y romanos tenía muy pocos derechos. Con el cristianismo y la influencia germánica ganó unos derechos y estatus social impensables en el paganismo. Nótese que aquí un neopagano, igual de atrevido y arrogante, acusaba al cristianismo de debilitar el régimen patriarcal. Necesitamos un careo de estos sectarios anticatólicos.

Y es cierto que los cristianos no salen bien parados, pero tampoco idealizo a los paganos. Soy fiel a los hechos históricos. Mi intención última es denunciar a los que utilizan la violencia como argumento. Por ejemplo, lo que hoy hacen los etarras y los terroristas islámicos.

Quien no cree en Dios cree en cualquier cosa. Es lógico. Que se crea sus propias mentiras es, sin embargo, patético.

Una mosca trafica con la paciencia de Amenábar. Él a su vez trapichea con la conciencia del espectador. Y el espectador, que somos nosotros en posición de multitud inmóvil, asiste al mensaje preparado para el gran espectáculo de las lecciones morales. Más o menos la misma carambola que dio de sí el Universo, resumido hoy en la pecera de una cafetería catastrófica que pilla en mitad de la constelación que conecta la calle Princesa y el Templo de Debod.

Esto es del entrevistador, que cree en que el universo es fruto del azar. Lo dicho, quien no cree en Dios cree en cualquier cosa.

«En la vida las circunstancias siempre obligan a posicionarse», exclama. «Imaginé aquella lucha entre los paganos y los cristianos viejos como si fuera nuestra Guerra Civil.

Para el carro, muchacho. Aunque uses el culo para darte gusto, procura pensar con la cabeza. ¿Qué hacen ahí los cristianos viejos? ¿Y la Guerra Civil?

Más del entrevistador:

No ha pedido nada de beber. Dicta la conferencia a palo seco, bajo la campana de un cielo de estaño que entra por el ventanal de esta cueva de estruendos. Anda convencido de que más allá del sopistant de estrellas hay vida inteligente. Es un ateo compacto que acumula varias capas de desengaño. Un racionalista new age que se da friegas con la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre. Un tipo raro al que la distancia corta le suaviza las aristas y le tonifica la genialidad. Rechaza el exhibicionismo. Su hábitat está más cerca del claroscuro en un medioambiente de escaparatistas en nómina de las televisiones. Amenábar, en definitiva, está bañado por la misma zarzaparrilla posmoderna y confusa en la que los demás nos lavamos los pies.

¿Se da friegas con la Teoría de la Relatividad y el Principio de Incertidumbre? Puestos a ser ocurrentes, me permito decir que estoy seguro de que las friegas de las da con geles de mucho mayor poder lubricante.

– Mira, mi falta de fe se la debo esencialmente a la lectura de la Biblia. Leí el Antiguo Testamento y me escandalizó Yahvé, aquel Dios rencoroso, envidioso, que animaba a matar… Lo que allí se cuenta es una tragedia. Recuerdo cómo los curas nos pedían que lo interpretáramos como una metáfora. Algo más tarde leí el Nuevo Testamento y la vida de Jesús me pareció maravillosa, pero eran demasiadas las piezas que no encajaban con mi visión moral y humanística.

– Así que fuera dioses…

– Del agnosticismo pasé al ateísmo. Y la única instancia superior en la que creo es reflejo de la Naturaleza. Lo otro son dioses humanizados, que me resultan dudosos.

Menudo cacao tiene el pollo. Tomen nota los Escolapios.

En fin, cualquier indocumentado puede lanzar una condena fulminante, pero cuando además intenta razonar la sentencia mostrará su ignoracia sectaria. Espero que la película sea una ruina al atropello que ha perpetrado.

1 comentario

  1. Yo invitaría a los progres a quitarse ya la careta y a decir abiertamente que lo que desean es poder volver a perseguir a los curas por los tejados y a intentar volver a quemar bibliotecas como la de la Catedral de Oviedo en 1.934. Lo peor de todo es ese silencio cómplice del alto clero, cuando uno de sus doctores es impúnemente insultado como es el caso de San Cirilo.

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