Continúo lo comenzado aquí: El Mito de la Derecha de Gustavo Bueno (1).
p. 38: «La genealogía de esta familia [liberal] puede perseguirse más atrás de las Cortes de Cádiz, hasta el s. XVIII, aunque los antepasados, como el conde de Aranda, no se llamaban así, se les llamaba ilustrados»
Es decir, colaboraron «al más alto nivel» con los regímenes absolutistas.
Más sobre el embrollo conceptual de las derechas. Ahora se trata de las relaciones tormentosas de catolicismo y liberalismo:
p. 40: «En la época en la cual Pío IX publicó, tras diez años de consultas y rectificaciones, la encíclica Quanta cura y su complemento, las ochenta proposiciones del Syllabus (8 de diciembre de 1864), parece que la clasificación de los liberales entre las izquierdas se confirmaba definitivamente…
Pero no fue así. Muy pronto aparecen los católicos liberales, los que escriben en el periódico la armonía del Catolicismo y la Libertad…
Sin embargo, la verdad es que Pío IX no había dicho tan claramente que el liberalismo fuese pecado. El Syllabus señalaba como errores el panteísmo y “el racionalismo absoluto» pero no el racionalismo moderado… Si leemos atentamente el Syllabus, no condenaba el liberalismo en bloque, sino algunos errores contenidos en el liberalismo, y por ello terminaba en el para algunos enigmático punto LXXX: «El Romano pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización».
La última fase es patética: «reconciliarse y transigir con el progreso». Si es el progreso técnico no hace falta reconciliación, si es el otro «progreso» no procede. Para ese viaje no hacen falta tantas sílabas. He comentado sobre Quanta cura y el Syllabus aquí.
Sigue el embrollo, ahora el del «centro derecha».
p. 47: «¿Y dónde situamos a un posible político de vocación centrista, es decir, que no quiera ser reconocido como partido de derecha, ni de izquierda, sino simplemente de centro?»
Fuera de un partido cuyos votantes son de derechas, en mi opinión. Bueno habla después de «extrema izquierda de la derecha». Genial propuesta.
Propone deshacer el embrollo aplicando al espacio político la estructura con que el analiza el espacio gnoseológico y que se basa en tres ejes: el semántico, pragmático y sintáctico. El eje pragmático contiene los autologismos, dialogismos y normas. Los autologismos incluyen los programas, los discursos, etc. Los dialogismos son los diálogos (p.e. los debates).
Aquí trata un tema interesante: el complejo de la derecha (p. 65): «La gente tiende a evitar reconocerse de derecha». Atención a esto (p. 65):
«No comenzaremos diciendo que es la derecha la que tiene un complejo que le impulsa a ocultar su nombre, o a considerarse de izquierda, sino que diremos que se autoconcibe emic [desde su propio punto de vista] de izquierdas cuando efectivamente lo es, aunque sus adversarios sigan considerándola de derechas…»
¡Genial! No es que la derecha esté «acomplejada», es que se siente de izquierdas: los conservadores son los «conservadores de la revolución», incluso los protagonistas de ella («En realidad, somos nosotros quienes traemos el progreso»). Oportuno por ello, el exhorto a «salirse ya del armario» que dice el blog «Cómo ser de derechas y no morir en el intento«.
El párrafo acaba con esta chanza, en la que la señora juega el papel de la derecha que en realidad es izquierda, pero se lamenta que la izquierda siga llamándole derecha:
«Doctor, mi marido sufre un complejo alucinatorio: dice que siente la respiración de un cocodrilo debajo de su cama». El doctor le receta unas pastillas y al cabo de unos días, cuando se encuentra con la esposa y le pregunta por el estado del complejo de su marido, recibe esta respuesta: «Doctor, a mi marido se lo comió el cocodrilo».
Retrata a los anticonspiracionistas.
Gustavo Bueno lo ha dicho claramente, y yo abundo en esa idea. El Papa no puede condenar el liberalismo porque, en el fondo, el liberalismo y el mensaje de Nuestro Señor es parecido. Ambos inciden en el libre albedrío y su respeto. Ambos inciden en reconocer una consideración especial en el ser humano que debe ser protegida y venerada.
En serio me gustaría que alguién me dijera qué tiene de pecaminoso el liberalismo, y no me refiero a los ilustrados, ni a Stalin, Montesquieua, ni a las opiniones religiosas intolerantes y fanáticas de algunos herejes anglocabrones. Hablo del nucleo esencial del liberalismo.
Cristo nunca habló de sistemas económicos. No denunció el esclavismo como tal, aunque la doctrina de la responsabilidad personal lo lleve a su desaparición.
El liberalismo no es únicamente una teoría económica. Y la condena de la esclavitud son dos aspectos en los que coinciden -como no podía ser de otra forma- el cristianismo y el liberalismo.