El gobierno del caprichoso Sarkozy puede dar la puntilla a una derecha a la deriva:
“En nuestras federaciones, nadie reflexiona ya, nadie trabaja. No iniciamos nada, no transmitimos ningún mensaje, no hacemos ninguna propuesta concreta”
Pero hay más, los militantes están dejando de reinscribirse, porque han perdido toda confianza en un partido, literalmente, creen que no sirve para nada:
Pas un rendez-vous avec un élu UMP où celui-ci ne vous alerte (sous le sceau de la confidence) : les adhérents UMP rechignent à se réinscrire. Une perte qui pourrait, selon certains, atteindre 80 000 cartes ! Quand on demande : « Pourquoi ? » la réponse est toujours la même : parce que le parti majoritaire donne l’impression de ne plus servir à rien
Qué triste ¡y están en el gobierno! Más triste aún es que no hay derecha a la derecha de la derecha. En las pasadas elecciones presidenciales, el MPF (derecha católica) de Philippe de Villiers recibió un buen capón en su feudo de la Vandeé, por lo que tuvo que ceder sus votos a Sarkozy a cambio de colocar dos diputados. Desde entonces ha guardado un perfil realmente bajo. Se rumorea que reentrará en escena al final de mayo, para aprovechar la caída de la popularidad de Sarkozy. Pero tendrá que afrontar la concurrencia de un desafecto de la derecha de Sarkozy que se ha llevado algunos militantes.
Por su parte, Le Pen ha dejado su partido hecho unos zorros con su política antijudía, sus guiños continuados a los inmigrantes en los dos últimos años y las maniobras para que su hija herede el partido.
Por si fuera poco, los centristas (el MoDem de Bayrou) no están mejor. Un senador que se ha dado de baja dice que “el partido no tiene voz. No dice nada sobre nada”.
Francia se desliza hacia el precipicio a una velocidad asombrosa. La descomposición moral de la derecha francesa ¿servirá de lección a otros países europeos?.
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