Los Reyes Católicos, de Luis Suárez (3 y 4): Fernando el Príncipe y Largo camino hacia el Trono

Anterior: Los Reyes Católicos, de Luis Suárez (2): Isabel, Princesa de los Toros de Guisando

Como indicado, el matrimonio de los RR. CC. fue iniciativa de Juan II de Aragón. En todo caso, Isabel vio este matrimonio como el más conveniente, frente a Portugal.

Se firmaron las capitulaciones matrimoniales, pero Isabel tenía que huir de Ocaña, donde estaba de alguna manera como rehén. Dado que el rey no cumplió los acuerdos de Guisando, ella podía considerarse libre en conciencia. Se escapó para preparar el aniversario de la muerte de su hermano. Después fue a Valladolid, desde donde escribe al rey. Fernando también corrió sus riesgos para reunirse con ella, tuvo que disfrazarse de criado de mercaderes. Se consumó el matrimonio. Ahora tenía que ganarse las adhesiones del rey y del reino como heredera, sin que pareciera en rebeldía.

Juan de Pacheco (de Villena) trató ahora de jugar la baza de Juana la Beltraneja. Para ganar apoyos empezó a repartir prebendas entre los grandes. En Val de Lozoya se acuerda proclamar a Juana sucesora. Sin embargo, provocaría más defecciones que adhesiones.

Pacheco no se decidió a una acción militar resolutiva. Los futuros Católicos se dedicaron a recomponer su partido. Asturias y en general el norte, zonas de señorío real e hidalguía generalizada apoyaron a Isabel.

El caso de Vizcaya (las vascongadas en general) es interesante. En el acuerdo de Val de Lozoya se entregaron al Conde de Haro los diezmos de la mar en Vizcaya y otros derechos. Fernando encarga al conde de Treviño la resistencia contra el conde de Haro. Los coligados derrotarían al conde de Haro en Mungía (1471). Esta batalla, a favor de Isabel de Castilla, se presenta ahora como triunfo del nacionalismo vasco.

La opinión favorable a los príncipes siguió creciendo. El punto decisivo fue el apoyo del nuevo Papa, Sixto IV, que contaba con Aragón para la contención del Islam en el Mediterráneo. Pacheco empezó a aflojar por enfermedad. Aun así intentó hacerse con el Alcázar de Segovia y su tesoro. Ya tenía en sus manos el de Madrid.

Si no se le entregó fue porque el converso Andrés Cabrera, a cuyo cargo estaba, recibió un aviso de última hora que advertía que Pacheco azuzaría a la población contra los cristianos nuevos. Los judíos y conversos también decidieron entonces apoyar a Isabel.

p. 96: «Si Isabel hubiera fallecido en 1488, hoy la consideraríamos como la última reina de cartilla que protegió a los judíos».

En Navidades de 1473, Enrique IV y su hermana Isabel hacen las paces. Se había evitado la guerra civil, aunque siguieron algunos intentos y escaramuzas. Al final del año 1474 murió.

Un par de curiosidades:

p. 94: «Desde que el 16 de octubre de 1472 se le rindiera Barcelona, el monarca aragonés estaba entregado a la tarea de pacificar el Principado… Aprovechando el final de la guerra, sus tropas efectuaron la recuperación del Rosellón y Cerdaña, esto es, aquellos condados catalanes que pignorara en garantía de un crédito francés. Luis XI ordenó el contraataque y Juan II [de Aragón] quedó cercado en Perpiñán. Estaban los príncipes en Talamanca cuando recibieron apremiantes peticiones de ayuda. Isabel escribió por primera vez a los consellers de Barcelona para comunicarles que Fernando había salido con las 400 lanzas de que  entonces le era dado disponer. Fue aquel el primer servicio, tras el matrimonio, que Castilla pudo prestar a Cataluña; no sería tampoco el ultimo«.

p. 104: «en la madrugada de 14 de junio [de 1974], sus soldados [de Luis XI] invadieron nuevamente el Rosellón y lo ocuparon. Fernando (…) trataría de convencer a su padre de que, por muy doloroso que resultara a los catalanes la ocupación extranjera de una parte de su suelo, no era allí sino en Castilla donde se estaba jugando la baza principal. La Unión de reinos era la mejor garantía de fuerza«.

Pues eso.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*