La familia en el liberalismo

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SmugMug fue iniciado por Don (barba verde, arriba a la derecha) quien contrató a su padre, (encima al centro). A lo largo del camino el contagio se extendió al resto de la familia. Dejaron sus prometedoras carreras y la pareja de MacAskills en SmugMug se convirtió en siete con lo que quedó resuelto el problema de Silicon Valley de no haber suficiente tiempo para la familia.

En el post El hombre sin herederos AMDG lo inicia con la frase «Me sorprendió, y mucho» y Moncalm comenta sobre el artículo «…los libeggales ven la luz, ¡albricias! :)»

Espero que AMDG me disculpe por postear aquí lo que aparentemente hace parecer esto una discusión entre posts dentro del blog. Ocurre que la respuesta se me hizo demasiada larga, incluye links y citas, incómodos de manejar dentro de los comentarios y además, el tema de la familia lo considero de la máxima importancia. Empecemos con una cita de Jesús Huerta Soto, el máximo exponente académico no sólo del liberalismo Español, sino también del liberalismo en idioma español. (negritas mías) Entrevista para la revista Acrata

En pocas palabras, lo que caracteriza a mi concepción del liberalismo es la síntesis de tres niveles de aproximación: el primer nivel o nivel evolutivo, que estudian Hayek y Bruno Leoni, y que ha dado un gran respaldo al liberalismo. Evolutivamente han surgido una serie de instituciones entendidas como sistemas pautados de comportamiento, entre las cuales consideramos a las normas morales, la tradición, las leyes y los principios generales del derecho. Son el resultado de la experiencia de muchísimas generaciones a lo largo de mucho tiempo, incorporando nuevos niveles de información muy superior a los que puede llegar una sola mente aislada, o un grupo de mentes. En ese sentido, estas instituciones son una especie de «piloto automático» de la libertad. El segundo nivel es el de la teoría económica, trabajada por los teóricos de la escuela austriaca de economía, encabezados por von Mises y Hayek, que desarrollaron la teoría económica, utilitarista en el sentido laxo, no en el sentido estrecho de los neoclásicos, de eso hablaremos luego porque también es muy importante. La teoría económica postulada por los austriacos explica ex post esos procesos e instituciones. Sin embargo, ese análisis sólo puede explicar una parte de la riqueza social que se ha ido acumulando, pero nunca es completo. Además, tiene que hacerse con mucho cuidado porque siempre es posible cometer errores teóricos, y ante esa posibilidad es mejor dar prioridad al resultado evolutivo. De lo contrario, imagínese un análisis teórico que llevara a la conclusión de que la propiedad privada o la familia no fueran necesarias. Se encendería una suerte de «luz roja», tal y como explico en mi libro, pues la propiedad privada y la familia son las instituciones que evolutivamente han tenido más éxito. Entonces, vuelva usted a revisar ese análisis teórico que descarta a la propiedad privada y la familia, porque algún error debe tener, y con seguridad lo encontrará. Ello no obstante, la teoría es importante porque puede hacer la labor de exégesis, depuración y perfeccionamiento de los principios. No podrá eliminar la propiedad privada o la familia, pero si perfeccionar esas instituciones, permitir la aplicación del derecho contractual a nuevas áreas que hasta ahora no eran posibles, por ejemplo la propiedad privada de pasillos aéreos, del mar o del espacio, etcétera. A su vez, no todo lo recibido evolutivamente es aceptable, porque evolutivamente surgieron el socialismo, las dictaduras, e instituciones erróneas como la sociedad de castas en la India; entonces, el análisis teórico pone de manifiesto qué procesos evolutivos son naturales y cuáles han sido resultado de intervenciones violentas en el pasado.
Pero hay un tercer nivel importantísimo, que es el nivel ético, el nivel del derecho natural. Y es que, también se puede y se debe —y esto es algo que no hace Hayek, y Mises no tiene en cuenta, pero que por el contrario sí ha desarrollado Murray Rothbard— utilizar nuestra razón para tratar de descubrir un esquema ético basado en principios y deducciones y de este modo distinguir cuál es la naturaleza del ser humano.
(…)
Entonces, mi teoría de los tres niveles implica que los tres se refuerzan mutuamente y cada nivel sirve para depurar los vicios de los otros. Así, si no todo lo evolutivo es aceptable, tanto el nivel ético como la teoría nos orientan para descubrir sus errores y contradicciones. De otro lado, si en la teoría se cometen errores por teorizar al margen de la realidad, siempre se tienen como pilotos de salvaguarda a la ética y a la evolución. Finalmente, si por la ética construimos un mundo utópico que luego sea un fracaso en la tierra, como era la «ética» comunista, se tiene a la teoría y a la evolución para evitarlo.

Aclaremos el término «institución». Dentro del liberalismo el término no se refiere a creaciones como el Banco Europeo sino a fenómenos sociales más generales. La institución bancaria, sería el cúmulo de conocimientos, experiencias y normas pautadas mediante prueba y error durante generaciones, relativos a las actividades como crédito, préstamos, ahorro, etc. La familia institucional a que se refiere Huerta, sería el cúmulo de conocimientos, experiencias y normas pautadas mediante prueba y error durante generaciones, pero relativos a las relaciones de consaguineidad, descendencia y otras. Es decir, familia no es esa sandez de progenitor A, progenitor B, progenitor desconocido y progenitor anónimo. El artículo de Carlos Segade es criticable desde el liberalismo porque parte de la falsa idea de que las únicas motivaciones de las personas al decidir sobre su descendencia son catalácticas o relativas al dinero y cae en el mito del Homus Economicus. Un análisis más correcto sería el praxeológio, considerar las preferencias en sentido más amplio que el relativo al dinero complementado con anális antropológicos. Intentarlo está más allá de mis fuerzas.

Pero me gustaria agregar que el posicionamiento contra la expansión del poder del estado desde el liberalismo es una defensa de la familia. La parte más visible del liberalismo es la crítica del engrosamiento de los poderes públicos y la apuesta por la disminución del Estado. Veamoslo en relación a la familia.
El control que ejerce el Estado sobre la educación y las pensiones, no es solo una bomba de tiempo por sustituir la influencia de los padres por el adoctrinamiento más aberrante en la educación y un esquema piramidal abocado a la quiebra. Es también un método de desvalorizar las relaciones parentales y filiales: En un sistema estatalizado ni hijos y padres carecen de responsabilidades y agradecimientos recíprocos: el Estado sustituye a ambos.

Carlos Segade acierta al advertir que la falta de descendencia obedece a la consideración de que otras motivaciones se colocan por encima del impulso reproductivo. Aunque en mi opinión falla al postular que «la renta, se ponga al mismo nivel que la dignidad de las personas». La «dignidad de las personas» (entendida en un sentido amplio) es una consecuencia de las  relaciones entre las personas. No una causa, ni tampoco es algo que pueda conseguirse mediante contructivismo social. Con Robespierre o Calvino, empeñados en hacer a todos virtuosos, ya hemos tenido bastante.

Ciertamente, nuestras sociedades tendrán más hijos cuando los hijos se perciban como valiosos. Hay sitios (y hubo épocas) en que cambiar una hija por tres vacas no es inusual. Nos parece una aberración y sin embargo, nos da una medida: Hay quien valora un hijo en tres vacas y en cambio, en Occidente se los valora ¡EN NADA!. No parece que seamos mejores.
Evidentemente, que el Estado recaude impuestos para (supuestamente) la educación y mantener la estafa del sistema de pensiones tiene como efecto neto que las circunstancias de ese pagador de impuestos sean peores para tener hijos. Si además cree que no le servirán para nada, que no podrá verse reflejado en ellos porque le impedirán educarlo, que además estará bajo perpetuas sospechas, porque ser padre hoy es una misión de alto riesgo, es bastante lógico que decida abstenerse. No es raro tampoco que la gente disfrace sus miedos y los oculte diciéndose a sí mismo y al mundo otra cosa, como que «No tiene hijos porque no le gusta». Como resultado tienen hijos llegando a los 50, porque a esas alturas ya ven claro que no hay más oportunidades. Uno sólo, porque a esa edad no se tienen fuerzas para más. Un hijo único, aún más desconectado de sus padres pues los ve entrar en la vejez cuando él llega a la adolescencia. Apenas pueden ser apoyo el uno del otro en el tiempo que estarán juntos en el mundo. No les apruebo, pero no me atrevo a condenarlos sin más.
Puesto que el liberalismo no es una doctrina moral, en el mismo sentido de que las matematicas no es una doctrina moral,  no se pronuncia de modo teórico explicitamente sobre la moralidad de las personas. El liberalismo o las matemáticas desde un punto de vista teorico, no pueden ordenar que se tengan hijos, aunque en cierto modo esa cifra de 1.3 hijos por mujer signifiquen algo de donde se pueden extraer conclusiones tanto con las matematicas como con el liberalismo. No es exigible que el liberalismo postule nada en realación con la familia como tampoco se lo exigimos a las matemáticas. El liberalismo tiene, como cualquier rama del conocimiento, un alcance limitado, no pretende ser omnicomprensivo. Puesto que se ocupa de la observación de la sociedad, (área distinta de la física donde es posible repetir un experimento) la familia entra dentro de su campo de investigación y tal como nos dice Huerta de Soto, reconoce la familia como una institución exitosa, importante también en la teoría porque sirve de guia en el analisis y no encontraremos allí, salvo error grave, ningún ataque a la institución familiar lo que coloca efectivamente al liberalismo en situación no neutral.

Entre las propuestas liberales que tienen mayor relación con la familia puede verse el HomeSchool, el Cheque Escolar y escuelas privadas en sustitución de la escuela pública, privatización del plan de pensiones y que sea un ahorro efectivo y heredable, y otras muchas.
Vease el estudio Una sociedad de propietarios que más bien debiera llamarse Una sociedad de Familias propietarias, porque encontrarán muchísimo énfasis en el acrecentamiento del patrimonio familiar.

3 comentarios

  1. No he tenido tiempo para leerlo porque estoy de vacaciones, K. Ya lo veré en detalle.

    En todo caso, hay dos liberalismos, uno respetuoso con la tradición, el otro, el jacobino, es constructivista y lleva de forma natural y necesaria la comunismo.

    La familia es una institución natural, el individuo una abstracción. Por cierto, he oido que en las novelas de la Rand no hay familias ni niños…

    • No he leído ninguna novela de Rand y no conozco mucho de su obra. Mi fuente de principal lecturas es Mises.org que tiene contenidos más bien academicos, y tiene también un blogs con comentarios sobre la actualidad, de calidad variable, como con todo.

      Los diversos significados que tiene «liberalismo» por épocas, regiones e idiomas es un lio, En el español de hoy me parece que el significado Anti-constructivista es el mayoritario.

  2. «»»»»»»»»»»»»Ciertamente, nuestras sociedades tendrán más hijos cuando los hijos se perciban como valiosos. Hay sitios (y hubo épocas) en que cambiar una hija por tres vacas no es inusual. Nos parece una aberración y sin embargo, nos da una medida: Hay quien valora un hijo en tres vacas y en cambio, en Occidente se los valora ¡EN NADA!. No parece que seamos mejores.
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    Cierto. Muy buen artículo.

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