Por alguna razón a este personaje se le pone por las nubes como ejemplo de civismo. Dejo aparte su poesía, me refiero solo a su comportamiento civil. La narrativa oficial nos lo presenta como un poeta víctima de la guerra civil. Ya sabemos su historia de huida a Francia, su muerte en el exilio etc.
¿Y por qué huiría? Cabe preguntarse. Pues porque hubiera sufrido la correspondiente depuración dado su compromiso con la barbarie roja a la que justificó con esa pluma que hubiera querido pistola… Bueno, un poco despistado estaba el muchacho. Una pistola solo vale para vender cara la propia vida, para no caer en manos del enemigo cuando todo está perdido o para rematar prisioneros (y de esto sabían mucho los rojos), no para ganar una guerra. Así que el soneto famoso que dedica a Líster le deja como un indocumentado, o un cómplice del crimen rojo. Realmente lo fue.
Como presidente de honor del famoso Congreso de Escritores celebrado en Valencia en 1937, machado soltó esta barbaridad sobre los milicianos:
Después de puesta su vida
tantas veces por su ley
al tablero…¿Por qué recuerdo yo esta frase de don Jorge Manrique, siempre que veo, hojeando diarios y revistas, los retratos de [13] nuestros milicianos? Tal vez será porque estos hombres, no precisamente soldados, sino pueblo en armas, tienen en sus rostros el grave ceño y la expresión concentrada o absorta en lo invisible de quienes, como dice el poeta, «ponen al tablero su vida por su ley», se juegan esa moneda única –si se pierde, no hay otra– por una causa hondamente sentida. La verdad es que todos estos milicianos parecen capitanes, tanto es el noble señorío de sus rostros.
II
Cuando una gran ciudad –como Madrid en estos días– vive una experiencia trágica, cambia totalmente de fisonomía, y en ella advertimos un extraño fenómeno, compensador de muchas amarguras: la súbita desaparición del señorito. Y no es que el señorito, como algunos piensan, huya o se esconda, sino que desaparece –literalmente–, se borra, lo borra la tragedia humana, lo borra el hombre.
https://machadoenrocafort.wordpress.com/2017/07/04/machado-en-el-congreso-de-valencia/
Habiendo vivido en Madrid, Machado no podía dejar de conocer la matanza de miles de civiles, porque se perpetraba día tras día. Pero no es que estuviera ciego, es que su sectarismo le impedía ver la realidad. Incluso le llebvaba al ridículo de ver noble señorío de los rostros de la canalla criminal miliciana.
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