Había hecho amistad con un “refugiado”. El afgano la llevó a su casa en la que le esperaban otros cinco. La drogaron, la violaron la asesinaron y tiraron el cadáver al campo.
Los refugiaditos cuentan con una buena lista de antecedentes y tenían orden de expulsión de Austria, que se pasaban por el arco de triunfo.
Culpables:
En primer lugar los padres, por no advertir a su hija. ¿Estarían orgullosos de que tuviera un amigo exótico? ¿Serían rabiosos antirracistas?
En segundo lugar, las autoridades.
En tercer lugar, todos los inmigracionistas multicultureta de Europa. Al frente las ONGs.
¿Los afganos? También, claro, pero menos culpa tiene el cerdo que quien le da de comer.
Dejar una contestacion