Buses ateos o el cielo según Hommer Simpson

Interesante este artículo de Atilana Guerrero Sánchez, Un «bus ateo», sí, pero ateo protestante, que me recuerda a este chiste:

–          Oficial de aduanas: ¿judío o musulmán?
–          Viajero: Ateo.
–          Oficial de aduanas: Sí, pero ¿ateo judío o ateo musulmán?

En todo caso. Leed esto:

Y mientras en España se revaloriza a Santo Tomás, desarrollando hasta sus últimas consecuencias la «cercanía» de Dios al Hombre, los protestantes presentan, con su desafección hacia la Iglesia y su doctrina «eufórica», una doctrina «depresiva», precisamente en el momento en el que, con América, España rompe el equilibrio inestable europeo y la Iglesia se presenta cada vez más acusadamente desbordada por el Imperio ascendente (ningún Estado protestante, pese a su ideología, pudo encarcelar al Papa como hizo Carlos V en el Saco de Roma)

Con Lutero entonces lo que se produce, en contra de los tópicos establecidos, más que la inauguración de la Edad Moderna, en el sentido meliorativo que tiene esta expresión (la afirmación metafísica del Hombre y su libertad individual) es una reacción «medievalizante»{3}, en la que un Dios voluntarista no ofrece más que incertidumbre respecto a la salvación, es decir, esa Felicidad cuyo contenido objetivo era Dios mismo. La pregunta protestante, entonces, es obvia: ¿qué más da si pecamos o no?

En su famosa carta a Melanchton, Lutero afirma con su particular estilo algo parecido:

«Peca y peca fuerte, pero confía y alégrate más fuertemente en Cristo… En tanto estemos aquí abajo, es necesario que el pecado exista… Nos ha sido suficiente el haber reconocido al Cordero que lleva los pecados del mundo; entonces el pecado no nos podrá desligar de El, así forniquemos mil veces por día…»

Por último, la pseudoconclusión «disfruta la vida», con ese uso del imperativo, de nuevo invoca una obligación desde la eternidad. Disfrutar la vida, consumirla, apurarla, como se suele decir, no tiene sentido si no se supone un sujeto que la sobreviva, porque si no, ¿cómo podría el sujeto mismo disponerse a autoconsumirse? Este imperativo tan utilizado del «¡Disfruta la vida!» tendría el mismo significado que el de «¡Muérete!».

Si os asustan estas alturas filosóficas, podéis echar una ojeada a esto:

Pero si no os asuntan, aquí tenéis más: ¿Autobuses ateos o autobuses insensatos? Estudio de un caso ejemplar de problema filosófico-crítico del presente Iñigo Ongay Comunicación defendida ante los XIV Encuentros de filosofía, Oviedo 13-14 de abril de 2009

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