500 años antes de Cristo, el estratega militar chino Sun Tzu formuló el principio de la subversión de esta manera:
1. Ridículice las tradiciones vigentes en el país del enemigo.
2. Implique a sus líderes en asuntos criminales y entreguelos a la burla de su población;
3. Impida el trabajo de su gobierno por todos los medios;
4. No rechace la ayuda de las personas más bajas y despreciables del enemigo.
5. Promueva la desunión y el disenso entre los ciudadanos.
6. Enfrente al joven contra el viejo.
7. Sea generoso con las promesas y recompensas a colaboracionistas y cómplices.
¿Suena familiar? Unos 2500 años más tarde podemos leer las mismas instrucciones en un documento secreto, supuestamente escrito por la Internacional Comunista para sus «jóvenes revolucionarios». El documento se titula «Reglas de la revolución»:
1. Corrompa a los jóvenes, haga que se interesen en el sexo, los alejará de la religión. Hágalos superficiales y flojos.
2. Divida las personas en grupos enfrentados insistiendo constantemente sobre temas controvertidos pero sin importancia.
3. Destruya la fe del pueblo en sus dirigentes nacionales usando del desprecio, el ridículo y la vergüenza.
4. Predique siempre la democracia, pero tome el poder tan rápido y despiadadamente como sea posible.
5. Alientar las extravagancias del gobierno para destruir su crédito, genere inflación con aumento de precios y descontento general.
6. Promueva huelgas innecesarias en las industrias vitales, fomente desórdenes civiles y una actitud indulgente y comprensiva por parte del gobierno hacia este tipo de desórdenes.
7. Destruya las virtudes morales tradicionales: la honestidad, la sobriedad, el autocontrol, la fe en la palabra empeñada.
Son también las técnicas de los Sabios de Sión.
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