Carne de cañón literalmente:
La táctica de combate que más empleaban los basiji era el ataque en “formación de ola humana”, por medio de la cual los niños y adolescentes escasamente armados acudían de continuo, avanzando en filas hacia el enemigo. No importaba si caían ante el fuego de la fusilería o la explosión de las minas: lo valioso era que continuaran avanzando sin que los arredrara pisar sobre los despojos y cuerpos mutilados de sus compañeros caídos, acometiendo ola tras ola hacia la muerte. Cuando el camino hacia las fuerzas iraquíes quedaba así despejado, los jefes iraníes destacaban entonces a sus tropas más capaces y equipadas: la Guardia Revolucionaria.
Los Basiji me recuerdan al muy penoso caso de “la cruzada de los niños”:
Un día unos imanes llegaron al pueblo. Convocaron a la población en la plaza frente a la estación de policía, anunciando que traían buenas noticias de parte del imán Jomeini: El ejército islámico de Irán había decidido liberar la ciudad santa de Al Quds –Jerusalén– de los infieles … El imán del lugar decidió que toda familia con niños habría de proporcionar un soldado a Dios.
En efecto, fue una cruzada del s. XX: a liberar Jerusalén de los infieles… Pero hay una diferencia esencial, mientras la cruzada de los niños avergonzó a los organizadores y a toda la cristiandad, los iraníes están muy orgullosos de haber mandado durante la guerra Irak-Irán a unos cien mil de niños a explotar minas con sus cuerpos para abrir paso a los valientes “guardias de la revolución”:
El sacrificio de los basiji (“los movilizados”, plural de basij) fue espantoso, y todavía hoy es motivo, no de vergüenza nacional, sino de creciente orgullo. Desde el fin de las hostilidades con Iraq en 1988, los basiji han aumentado en número e influencia. Han desplegado, sobre todo, una brigada contra el vicio, para hacer respetar las leyes religiosas en Irán, y su elite de “unidades especiales” se utiliza como grupos de choque contra fuerzas antigubernamentales. Durante 1999 y 2003, por ejemplo, se usó a los basiji para suprimir disturbios estudiantiles. Y en 2005, integraron el núcleo de la base política que lanzó a la Presidencia a Mahmud Ahmadineyad –hombre que destacadamente sirvió como instructor de la Basij durante la guerra Irán-Iraq.
Hay otra diferencia aún más relevante: desgraciadamente no estamos hablando de un fenómeno histórico, sino de plena actualidad:
Desde que Ahmadineyad asumió la Presidencia, su influencia sobre la Basij ha ido en aumento. En noviembre, el nuevo presidente iraní inauguró la “Semana basij”, que conmemora a los mártires de la guerra Irán-Iraq. Según un reportaje en Kayan, publicación leal a Khamenei, alrededor de nueve millones de basiji –doce por ciento de la población de Irán– acudieron a manifestarse en favor de la plataforma antiliberal de Ahmadineyad. (…) A finales de julio de 2005, el movimiento Basij anunció planes para incrementar su membresía de diez a quince millones hacia el 2010. Las elites de unidades especiales, para entonces, se supone que constarán de unas 150,000 personas. En consecuencia, los basiji han recibido nuevos poderes en sus funciones como división no oficial de la policía.
Léelo entero: Los demonios de Ahmadineyad