De Isabel la Católica a Carlos I, cuando la historia de España dio un giro insospechado

Me he referido en anteriores ocasiones al placer que me ha causado que JC tome en la Terminal algún asunto que yo solo he esbozado y lo desarrolle hasta nuevas alturas a las que yo no llegaría.

JC está publicando actualmente una colección de artículos cuyo hilo conductor es el Credo niceno, en particular, los versos que se refieren al Misterio de la Encarnación.

El penúltimo de la serie me ha llamado la atención por referirse a uno de los asuntos de la historia de España que más me interesan: el fracaso de la política matrimonial de Isabel la Católica hizo que la Monarquía Hispánica fuera heredada por los Habsburgo. Aunque con Felipe II se hizo plenamente española, esta dinastía nos metió en el corazón de Europa, torciendo nuestro destino norteafricano y atlántico -que era la continuación de la empresa de la Reconquista allende los mares- y metiéndonos en los embrollos territoriales y religiosos centroeuropeos.

Voy a dejar un comentario sobre cuatro de los asuntos que trata:

Isabel I de Castilla tuvo, con Fernando II de Aragón, ocho hijos a quienes unió a la Casa Reinante de Portugal para consumar la unidad de la Hispania Romana y a la Casa de Austria, casando a dos de ellos con los hijos del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Maximiliano I (hijo de Federico III del que hablamos aquí).

En efecto, la prioridad era asentar una alianza con Portugal que llevara de alguna manera a la unión de reinos.

La tercera hija, Doña Juana, se casó con Felipe I de Habsburgo «el Hermoso», Duque de Borgoña, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, Conde de Flandes, Habsburgo, Henao, Holanda, Zelanda, Tirol y Artois, y señor de Amberes y Malinas… el primogénito del Emperador (pero en su barrio lo conocían como Jelipe el jornicador). Doña Juana, la hija de Isabel I de Castilla, viajó a los Países Bajos (Bélgica y Holanda) a casarse con su prometido en una poderosa flota de 132 navíos y 20,000 tripulantes

Sí, fue la flota civil más impresionante que hubiera surcado las costas del Atlántico. Por cierto, el canalla del novio no fue a recibirla a su llagada a Flandes, mandaron una persona de segundo rango. Para ningunear la la infortunada Juana.

Así las cosas se dio el fallecimiento de la madre de Doña Juana (Isabel I de Castilla) quien heredó el reino a ésta su tercera hija (dado que la primera y el segundo ya habían fallecido). Claro, la corona de Castilla (no la de Aragón que seguía en la sien de su padre Fernando II) era sólo para Doña Juana a sus veinticinco años, punto. Pero en ese momento, la Historia nos hace presenciar una de esas usuales cabronadas que cambian el curso de los acontecimientos, a veces para bien, a veces -como en este caso a mi juicio- para mal.

Estoy de acuerdo, por lo dicho anteriormente. Aunque de nada vale lamentarlo ahora, ni hay que tenerlo en cuenta para el futuro. Es agua pasada.

Respecto de lo musical:

El Maestro, el italiano Palestrina, es el autor de muchas obras musicales entre las que hay que contar 104 Misas. Tal vez su Misa más reconocida es la Missa Papae Marcelli cuyo Credo comienza así: «Creo en un solo Dios, Padre Omnipotente, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible»

Sí, la misa del Papa Marcelo es de especial significación musical, pues Palestrina la compuso en respuesta a las voces que pedían que se volviera al canto llano en la liturgia. Hay que tener en cuenta que el pueblo soberano les ponía letras profanas a algunas de esas composiciones litúrgicas, y mientras el coro cantaba la letra oficial, el pueblo usaba las otras letras, que no eran edificantes ni mucho menos.

JC seguirá con el tema, y yo le seguiré a él.

También: La caída del Sacro Imperio Romano Germánico – Parte 1 – La angustia

1 comentario

  1. Pero… ¿Por qué te parece tan malo que se los haya metido en el «corazón de Europa»? Me da la impresión de que –al final del día– resultó para bien ¿O no?

    Gracias gigantescas por las referencias.

    Seguímosnos leyendo

    Saludos

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