La Leyenda Negra

Explicada en un blog que tiene solo media docena de entradas. Si os gusta la historia os recomiendo que las leáis

Del primer artículo (Orígenes de la Leyenda Negra) os dejo esto:

La Leyenda Negra, como propaganda antiespañola, empieza a fraguarse a partir de mediados del siglo XVI coincidiendo con la rebelión de los Países Bajos contra el gobierno de Felipe II. Sin embargo, algunos autores establecen antecedentes de esta hostilidad hacia los españoles principalmente en Italia, aunque también en Alemania y Francia.

Los antecedentes italianos se remontan al siglo XIII cuando el reino de Aragón se extendía por el Mediterráneo hasta Nápoles y Sicilia.

Aragón, y no Castilla, esta en los orígenes del imperio español, como hemos ducho tantas veces. Curiosidades:

… el papa Borgia, Alejandro VI, será calificado de «marrano y circuncidado» debido a su origen español y, en torno a él y a su familia se irá formando también una particular leyenda negra. Curiosamente una de las instituciones españoles más criticada por la Leyenda Negra será la Inquisición, dedicada precisamente a la eliminación de influencias judías y musulmanas. Por lo tanto, España será alternativamente condenada por ser mezcla de hebreos y moriscos y por su intolerancia hacia los mismos.

El Saco de Roma (1527) por las tropas de Carlos I en su enfrentamiento con los Estados Pontificios no contribuyó precisamente a apaciguar las críticas italianas. Los españoles cargaron con toda la culpa a pesar de que representaban menos de un tercio de toda la tropa. Los otros dos tercios estaban formados por mercenarios alemanes (lansquenetes) y por soldados ¡italianos!

En principio, [la rebelión de los Países Bajos] no se trataba de una revuelta popular sino de una conspiración gestada por la nobleza local usando técnicas de propaganda contra el gobierno español, la Iglesia católica y la Inquisición. La mayoría de la población seguía siendo católica…

El príncipe Guillermo I de Orange, antiguo gobernador (estatúder) de Felipe II en los Países Bajos, fue uno de los principales líderes de la revuelta y su obra «Apología» (1580) se convirtió en uno de los panfletos de propaganda antiespañola más difundidos.

A diferencia de los holandeses, cuyas críticas a España se dirigían al mal gobierno, la propaganda antiespañola inglesa se centró especialmente en la temática americana puesto que sus intereses iban en el sentido de crear su propio imperio en el Nuevo Mundo. La Leyenda Negra sirvió para justificar la piratería a naves y posesiones españolas en América. Al famoso pirata Francis Drake, que asaltó Santo Domingo y Cartagena, se le otorgó incluso el título de Sir.

La Leyenda Negra americana se apoya principalmente en las denuncias que hizo fray Bartolomé de las Casas y que plasmó en su «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» (1552). El libro es una relación, tendenciosamente exagerada, de los excesos que acompañaron al descubrimiento. Así, Las Casas habla de 30 a 50 millones de indios muertos en la isla de La Española () cuando la población es probable que ni siquiera llegase a los 14 millones de habitantes (población actual).

Así se escribe la historia… sin embargo, algunos individuos insisten que se condene legalmente a quienes ponen en duda algunos relatos históricos (La verdad histórica no debe ser objeto de la legislación penal. Holocausto y Leyenda negra). En algunos casos lo han conseguido.

Los artículos de este blog están escritos desde la filosofía materialista de G. Bueno, e incluye reflexiones tan clarividentes como esta:

… si el Imperio debe ser cristiano no es tanto como medio de lograr la más plena unificación política (es la interpretación ordinaria), sino como el único modo de lograr la unificación política misma de los pueblos de un modo no depredador o tiránico. (…)

Pero eso no quiere decir que Felipe II sea un títere del Papa o de la Inquisición, como señalan algunos de sus críticos cargando las culpas sobre la Iglesia. Es un error pensar que el Imperio español esté subordinado a la teología católica y al «poder espiritual» del Papa que lo utilizan con fines evangelizadores para fabricar más cristianos. No se trata de que España, ajena a la modernidad, esté presa aún de la herencia medieval manifiesta en la fórmula de «por el imperio hacia Dios». Más bien, al contrario:

Sólo porque se actuaba en nombre de Dios (del Dios cristiano) el Imperio podía ser universal: «por Dios hacia el Imperio», podría ser la fórmula del Imperio hispánico (…). (Gustavo Bueno, op. cit. pág. 347)

Por consiguiente, era el propio Felipe II el que se valía del poder espiritual, representado en la cristiandad católica, para poder llevar a cabo su política imperial:

El dogma católico, tal como se formuló en Trento, equivalía, para Felipe II (…) a lo que la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» de 1948 representa hoy para los Imperios o Estados modernos: la trama normativa fundamental a partir de la cual puede empezar a ponerse en ejecución la política efectiva. En este sentido, el Concilio Ecuménico de Trento podría ser interpretado como una operación al servicio de la política de Felipe II (de la misma manera a como la Asamblea «Ecuménica» de la ONU, que proclamó la «Declaración Universal de los Derechos Humanos», puede considerarse como una operación al servicio de las Potencias capitalistas victoriosas de la Segunda Guerra Mundial. (Gustavo Bueno, op. cit. pág. 351)

Para rematar el artículo:

(…) como si el fideísmo de Lutero no representase el espíritu frailuno más medieval y arcaico, que incluía el odio a los judíos, un odio que fue, por cierto, reutilizado en época de los nazis. (…)Las leyes de Felipe II de 1518 y 1519 («ley de Aranjuez») prohibiendo imprimir, introducir o vender libros heréticos o prohibiendo a los letrados ir a estudiar o a enseñar a Universidades de países protestantes tenía, por tanto, un alcance político comparable al de nuestras leyes actuales prohibiendo editar o vender libros nazis que defiendan el «holocausto» o incluso que nieguen su existencia; o el de otras leyes que prohíben ir a estudiar o a enseñar a las llamadas «sectas destructivas» (Gustavo Bueno, op. cit. pág. 349)

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