La mayoría son restaurantes «étnicos» cuyos propietarios son inmigrantes. Se ha encontrado de todo, desde ratas a hachís pasando por carne con cristales rotos (Gastronomic Enrichment in Oslo):
Shock findings at food businesses – seventeen closed
Headquarters for drugs and smugglers
Food stored with broken glass
Rats observed in food storage
A raid on restaurants in Oslo revealed meat lying in the kitchen sink and food stored in a room which was in contact with an open sewer.
Within just a few districts in Akerselva, seventeen out of twenty-one inspected clubs and restaurants were closed.
A majority of the places are unregistered and closed immigrant clubs. According to the police some of them serve only smuggled goods.
Una razón de más para no acercarse a los doner kebab.
Hace unas tres Navidades atrás se dió el caso siguiente, que salió en la prensa local. Una buena señora se sintió indispuesta después de cenar algún mejunje sin identificar en un restaurante chino. Uno se imagina la escena anterior: «Cariño, hace mucho que no me llevas a un chino. Me apetecen unos rollitos de primvera con salsa de soja y una sopa de aletas de tiburón» (o unas albóndigas de ratas, ya que estamos).
Siguiente escena. En Urgencias, donde esa señora fue llevada para ser atendida de su malestar, le hicieron las pruebas pertinentes y una radiografía del aparato digestivo. Con las radiografías en la mano le pregunta el médico acerca de lo que ha comido y donde ha tenido lugar la cena. Aclarado es punto el sanitario le comunica que esa cosita oscura que aparece en la placa es un chip de perro y que sin duda lo ha ingerido con el chop suey de maras.
En los días siguientes se hizo una inspección sanitaria a los restaurantes chinos de la zona y se cerraron por orden judicial a varios de ellos. En uno de ellos encontraron partes de perros en el frigorífico dispuestos a ser cocinados para los amantes de la cocina oriental.
¡Buen provecho!