Israel se ha convertido en un refugio para los delincuentes sexuales judíos

«No piensan construir ningún Estado judío en Palestina, para vivir allí, quieren solo una organización central para sus estafas internacionales, dotada de prerrogativas, fuera del alcance de los demás»: un refugio para facinerosas y una escuela para maleantes«. – Mein Kampf

La predicción de Hitler sobre el Estado judío está demostrando ser increíblemente acertada, ya que el periódico israelí Haaretz reconoce ahora que Israel se ha convertido en un lugar de refugio para delincuentes sexuales.

Los violadores judíos de todo el mundo tienen una tarjeta para salir de la cárcel sin cargos.Su nombre es Israel.

Una de las leyes fundamentales de Israel es la Ley de Retorno, que les otorga el derecho de emigrar a Israel y convertirse en ciudadanos, a menos que sean considerados un peligro para la sociedad, la seguridad o el pueblo israelí.La ley israelí, sin embargo, no define lo que eso significa.

Según los defensores de las víctimas de abuso sexual, es el uso de esta ley lo que ha hecho que el país sea potencialmente un refugio no intencionado para los judíos acusados de crímenes de carácter sexual.

La conversión de Israel en un refugio, para aquellos que solicitan la ciudadanía o ya la tienen, ha tomado protagonismo con el notable caso de Malka Leifer.La directora de una escuela de niñas ultraortodoxas en Melbourne huyó a Israel en 2008 después de que surgieron acusaciones de que abusó sexualmente de varias de sus alumnas.La posibilidad de ser extraditado a Australia por 74 cargos de abuso sexual, incluido el asalto indecente de una menor y violación.

Mira esta criatura monstruosa.

Exactamente como lo previó Hitler, Israel se ha convertido en un santuario para criminales judíos.

“La Ley de Retomo es básicamente la razón por la que es tan fácil que la gente venga aquí,” dice Shana Aaronson, directora de operaciones de Jewish Community Watch, un grupo de defensa de las víctimas de abuso sexual en el mundo judío, con oficinas en el Estados Unidos e Israel.

«Ciertamente se pone mucho mayor énfasis en si una persona es o no judía que en su posible historial criminal», afirma ella, alegando que las comprobaciones de la situación penal de las personan que solicitan ciudadanía israelí no son todo lo exhaustivas que deberían.

El caso de Leifer no es de ninguna manera excepcional.

Jewish Community Watch dice que los presuntos abusadores Leger y Y. están entre las 65 personas en la última década, la mayoría de los cuales son judíos ultraortodoxos u ortodoxos  que se sabe que huyeron a Israel.Ya eran ciudadanos israelíes, iniciaron el proceso, o vinieron y se establecieron aquí. Aunque se dice que es imposible precisar el número de condenados o acusados que buscan refugio en Israel, se cree que alrededor de la mitad de los 65 tienen acusaciones penales de abuso de niños o se ha iniciado la instrucción contra ellos en sus países de origen.La otra mitad había sido acusada por la victimas pero no enjuiciada.

Un ministro del gobierno israelí trató incluso de usar su influencia personal para ayudar a que este monstruo eludiera la justicia.

La historia de Leifer fue noticia nuevamente en Israel cuando se informó de que el viceministro de salud de Israel, Yaakov Litzman, quien, como Leifer, es ultraortodoxo, había sido interrogado por la policía de Israel por sospechas de que intentó usar su influencia, incluido el uso de amenazas, para que los psiquiatras estatales declararan mentalmente incapaz de ser juzgada a Leifer (para bloquear su extradición).Litzman ha negado cualquier infracción.

Esta descripción de la comunidad Haredi [ultraortodoxa] se hace eco de la de los tradicionales «tropos antisemitas», lo que sugiere que esos tropos estaban basados ​​en la realidad, no en la fantasía.Es digno de mención que estos judíos consideran al «Estado judío» como «otro» y que tratan a los presos por delitos sexuales como «cautivos» a ser «redimidos», como rehenes.

Estos son el tipo de juicios morales llenos de doblez que inevitablemente surgen de un código ético arraigado en el concepto de los nuestros frente a los otros en lugar de seguir estándares universales.

«En las comunidades cerradas como los ultraortodoxos, se ha considerado a la protección de la comunidad por encima de la protección de las víctimas de abusos«, dice Avigayil Heilbronn-Karlinsky, fundador de Lo Tishtok (en hebreo, No callarás), una organización que trabaja para crear conciencia en la comunidad ultraortodoxa sobre el abuso sexual.

En la comunidad ultraortodoxa, de la que Heilbronn-Karlinsky es miembro, la ley de los países se considera secular, explica, y se la considera «extraña», incluso extranjera y hostil. Y en algunas comunidades, incluso denunciar los presuntos delitos es inaceptable debido a la prohibición de mesirah de siglos de antigüedad, que prohíbe que los judíos acusen a otros judíos ante las autoridades por miedo a que no sean tratados con justicia.Sin embargo, dicho esto, la tradición judía también sostiene que la protección no debe darse a nadie que sea peligroso para la comunidad.

Un reciente esfuerzo de recaudación de fondos para ayudar a Leifer, lanzado por un rabino ultraortodoxo, habla sobre ese sentimiento de mesirah, a la vez que pide al público ultraortodoxo que ayude a «redimir a un cautivo».

Los judíos estaban contentos con el tratamiento de Hollywood a los escándalos de abuso dentro de la Iglesia Católica.No hay duda de que ya están trabajando creando guiones sobre esos crímenes sexuales tan extendidos dentro de su propia comunidad, y sobre el lugar donde estos delincuentes encuentran refugio: Israel.

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