Andanadas integristas (3): El Nuevo Orden Mundial y la Cábala entran en la Iglesia

Sigo con la serie. Este que os dejo trata de las relaciones entre la Cábala, el Modernismo y el Concilio Vaticano II:

El ecumenismo, humanismo, socialismo, protestantismo y judaísmo se dan la mano, por extraño que parezca a primera vista, pero si tenemos en cuenta lo que Mons. Delassus denunció, la extrañeza desaparece. «… ¿cuál es ese espíritu nuevo en religión? Acabamos de decirlo, es un espíritu de tolerancia en eso que concierne al dogma, a fin de llegar a una solidaridad más perfecta entre los hombres de toda raza, de toda condición. En efecto, éste es un espíritu humanista. La religión de los Puritanos está hecha para el hombre y no para Dios. Son devotos de la religión en eso que tiene de social, ellos desdeñan eso que tiene de dogmático». (Exactamente como los ecumenistas del Vaticano II). «En una palabra -continúa más adelante Mons. Delassus- el cristianismo, en la transformación que la religión humanista quiere hacerle infringir, no será otra cosa que el socialismo (…) eso que el socialismo aspira realizar es propiamente el reino de los cielos sobre la tierra, es el sueño de la universal fraternidad en el universal amor (…) El socialismo es, en efecto, la forma concreta de la religión humanista, o si se quiere, el término de la civilización moderna, si por un tiempo se llega a suplantar la civilización cristiana» («La Conj.», pp.654-655-656). La civilización del amor de Juan Pablo II está prácticamente calcada de este sueño del socialismo cuya inspiración es netamente judaica.

El judaísmo, al igual que el socialismo, pretende encontrar el paraíso en la tierra, la «Ciudad Terrestre», la «Ciudad del Hombre», o como hoy se repite tanto, la nueva civilización del amor de Juan Pablo II.

El Concilio Vaticano II ha instaurado de modo inamovible la nueva religión de la cual Mons. Delassus decía: «La conclusión de lo que precede es que existe en proyecto y en vías de formación una religión nueva, religión del porvenir, dicen los unos, religión del siglo XX dicen los más impacientes, religión calificada de americana… religión humanitaria por el fin que se propone, que es sustituir a Dios por el hombre… una religión absolutamente universal debe establecerse sobre las ruinas de todas las religiones, lo cual se obtendrá bajando las barreras y borrando los dogmas; esta religión universal debe ser una religión social, una religión de progreso humano, procurando incluso al hombre el paraíso en la tierra. Estas ideas… preparan así la opinión que desea el nuevo orden de cosas querido por el Poder oculto de los Judíos, para asentar su dominación sobre todo el género humano». («La Conj»., T.II, p.673). Religión universal, religión humanitaria, religión social, religión de progreso, son expresiones que encajan al milímetro con la religión del ecumenismo de Vaticano II.

El Nuevo Orden Mundial de los judíos no es más que la instauración del Anticristo y de su ciudad satanocráticamente implantada. Nadie puede extrañarse, entonces, que relacionemos la gnosis con el ecumenismo.

No lo puedo valorar, porque es una generalización muy extensa, y hay cosas de las que no tengo ni idea, como la Cábala. Pero hay otras muchas cosas que cuadran. Demasiadas para echarlo en saco roto sin más.

De lo expuesto, no cabe duda alguna que el Ecumenismo de la Iglesia postconciliar es obra del judaísmo y por lo mismo impregnado de la Cábala o gnosis judía, sirviéndose del liberalismo. El ecumenismo responde a la concepción judaica de un cristianismo modernizado; baste para convencerse de ello, por si fuera poco con lo anteriormente dicho, el siguiente texto de Mons. Delassus refiriéndose a los judíos falsamente conversos -o marranos, como siempre se les apodó en España-: «… la entrada puramente exterior de los Judíos, en un cristianismo modernizado, es el medio de llegar y de llevar a este cristianismo sin dogmas, a esta religión humanitaria, a esta Jerusalén del Nuevo Orden, de los cuales hemos hablado. Ellos -los judíos- entran en la sociedad cristiana para ser un fermento de liberalismo» («La Conj.», T. III, p. 1233).

El Ecumenismo, hecho irreversible, en opinión de Juan Pablo II como tantas veces lo ha dicho, es el triunfo de la penetración gnóstica en la Iglesia en su designio de judaizar o cabalizar el cristianismo. El Ecumenismo es el triunfo de la Cábala en la Iglesia y, por ende, de su disgregación en sí misma (solve) y de su reabsorción (coagula), según los planes de la Sinarquía con su Nuevo Orden Mundial. La disgregación de la Iglesia (culto, doctrina y moral) y su reabsorción dentro de los planes de la Revolución, una vez vaciado por dentro y guardando tan sólo su apariencia exterior, y poniendo así a la Iglesia al servicio de la contra-Iglesia o Sinagoga de Satanás y del Anticristo, es hoy casi un hecho. El ‘solve et coagula’ de la Revolución, están en plena efervescencia para ganar la Iglesia al servicio de la contra-Iglesia (Iglesia judaizada al servicio de Satanás).

Hay una judeofobia evidente en este texto (judeofobia legítima, tanto como puede serlo la judeofilia), pero eso no quita ni pone a la verdad o falsedad de las afirmaciones que se hacen. Y el hecho es que lo que empezó «mirando con aprecio» a los infieles recalcitrantes ha pasado a ser aprecio por doctrinas que se alegrarían de la destrucción del Iglesia Católica. En su pecado llevan la penitencia.

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