Este es el resultado (Noche de terror):
Que alguien le diga, por caridad, que con el tiempo, las señoras -las de verdad- acortan el pelo y alargan la falda. A esta se le aplica lo último. Atención a esto:
Según cuenta La Nación, parece que hubo orden de «paralizar» la publicación de las fotos. Tarde, porque llevan todo el día rulando en internet.
Señora, las playas son públicas. Comportese con la decencia y el decoro que se le supone a una persona sensata, y que se le exige a un cargo público, o sea, pagado por todos nosotros.
Y si enseña usted más, señorita, de lo que la buena crianza aconseja, no se ofenda si la miramos con malsana delectación. Esto va por las endomingadas, no por esta gallina vieja.
jajajajajaja, muy bueno AMDG… jajajaja
Sí, muy bueno AMDG…. la verdad es que la «ilustre individua» da terror…. pero ¡pobres gallinas viejas, que comparación más ofensiva para ellas!!
jejeje…..
pues yo prefiero a éstas que a los que llevan burkini 😀
Invasión mutante.
Está madura para una pelicula de Almodovar.
Para ti mari Tere:
http://www.youtube.com/watch?v=lTqHHcuCMZ4
Iskander
En otra épocas los negros (del mundo blanco u occidental, o cuanto menos de nuestro ámbito cultural y moral) cantaban de manera decente (Nat King Cole y demás). Imitaban a los blancos. Hoy los blancos imitan a los negros, y a los negros más primitivos y salvajes, los africanos. Son legión los blancos que cantan y bailan rap, hip-hop y otras porquerías.
En cuanto a la canción, está claro que está dedicada a una mujer blanca. No hay nada que así lo diga explícitamente, pero es absolutamente obvio que así es. En esa época hubiera sido del todo improbable que un cantante, así fuera negro, le cantará a la belleza de una negra.
Miren lo que escribió Fray Josepho en su blog de Libertaddigital:
LA VICE EN BIQUINI
Esa altivez de acero destemplado.
Esa protoglacial temperatura.
Esa mirada inexorable y dura.
Ese desabrimiento atravesado.
Ese rigor desértico y ajado.
Esa desapacible catadura.
Ese mohín de rabia y apretura.
Ese carácter apergaminado.
Esa severidad en la quijada,
de emperatriz arisca y estirada,
ajena al griterío del vasallo.
Ese plantarse ahí, desafiante,
con tenso e impertérrito desplante.
Y ese biquini… En fin, mejor me callo.
(no tengo el link, lo siento)