Sigo con este clásico.
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p. 186:
PEDRO.-No quieren los turcos hazer perpetuos edificios, sino para su vida, y ansí las paredes de la casa son de buena piedra y lodo, y por la una y la otra parte argamasa, que no es mal edificio.
La piedra que utilizan la solían tomar de otros edificios anteriores. Sobre el «progreso» de la arquitectura entre los musulmanes solo hace falta citar el caso de la Mezquita Azul:
Finalmente, Sinán, alcanzó su sueño a la edad de ochenta años con la construcción de la mezquita de Selimiye (1578), en Edirne (Adrianópolis), «Hice la cúpula de la mezquita seis codos más ancha y cuatro codos más alta que la cúpula de Santa Sofía».
Por fin, una realización musulmana conseguía superar el tamaño del más bello templo del cristianismo oriental, realizado mil años antes.
p. 191:
moneda falsa se bate poca, menos entre esclabos que en las casas de la moneda; diez pares de ojos habéis menester quando compráis o bendéis; a doze ásperos os darán el ducado falso, que le pasaréis por bueno, que vale 60; tanto es de bien hecho, y os le venderán por falso.
La cantidad de trucos que descubre Urdemalas es infinita. Entre musulmanes hay de todo menos confianza.
p. 195:
Yo le dixe que viéndola sabríamos dar remedio. Él dixo que no podía ser verla, sino que ansí dixese; a lo cual yo negué poderse por ninguna vía hazer cosa buena, sin vista, por la información, dando por excusa que por ventura la querría sanar y la mataría,
(…)
procuraba, porque son muy celosos, que le diese el paresçer, sin verla, lo qual nunca de mí pudo alcanzar
Vemos que aquí un médico esclavo cristiano tiene recursos para imponerse a la prohibición de hacer un reconocimiento adecuado de una tapada. Contrasta la acomodación de nuestros cobardísimos políticos dizque «laicistas».
p. 196:
Díxome, pensando ser nuestra corte como la suya: ¿Qué, el rey da de comer y salarios a todos? ¿Pues qué bolsa le basta para mantener tantos caballeros? Antes, digo, ellos, señor, le mantienen a él si es menester, y son hombres que por su buena graçia le sirben, y no queriendo se estarán en sus casas, y si el Emperador los enoja le dirán, como no sean traidores, que son tan buenos como él, y se saldrán con ello; ni les puede de justiçia quitar nada de lo que tienen, si no hazen por qué. Zerró la plática con la más humilde palabra que a turco jamás oí, diziendo: bonda hepbiz cular, que quiere dezir: acá todos somos esclabos. Yo le dixe cómo la diferençia que había, porque si el Gran Turco era más rico era porque se tenía todos los estados y no tenía cosas de iglesia, y que si el Emperador todos los obispados, ducados y condados tubiese en sí, vería lo que yo digo.
Esto es muy interesante. Lo leí por primera vez en El Príncipe, de Maquiavelo. En la Cristiandad, la Monarquía Absoluta, en especial la Monarquía Hispánica (frente a la Borbónica) no era absoluta ni de lejos, contra la leyenda pergeñada por sus enemigos liberales. La ley natural, la distribución de la propiedad y la fragmentación de las jurisdicciones proporcionaban un grado de libertad y de seguridad jurídica considerables. Por ello, el noble que no quiere servir al rey se retira tan ricamente a disfrutar de sus dominios. Frente a ello, entre turcos (que en el libro significa mahometanos en general), el despotismo es la norma. Déspota significa etimológicamente amo de esclavos.
p. 197:
y llegó la liçençia de la Soltana que la fuese a ver, y fuimos su marido y yo al palaçio donde ella estaba, con toda la solemnidad que a tal persona se requería, y llegué a su cama, en donde, como tengo dicho, son tan celosos que ninguna otra cosa vi sino una mano sacada, y a ella le habían echado un paño de tela de oro por ençima, que la cubría toda la cabeza. Mandáronme hincar de rodillas, y no osé vesarle la mano por el zelo del marido, el qual, quando hube mirado el pulso, me daba gran prisa, que bastaba y que nos saliésemos; a toda esta prisa yo resistía, por ver si podría hablarla o verla, y sin esperar que el intérprete hablase, que ya yo barbullaba un poco la lengua, díxele: Obir el vera Zoltana, que quiere dezir: deme Vuestra Alteza la otra mano. Al meter de aquella y sacar la otra, descubrió tantico el paño para mirarme sin que yo la viese, y visto el otro, el marido se levantó y dixo: Anda, [a]cabamos, que aun la una mano bastaba. Yo muy sosegado, tanto por verla como por lo demás, dixe: Dilinchica Soltana: Vuestra Alteza me muestre la lengua. Ella, que de muy mala gana estaba tapada, y aun creo que tenía voluntad de hablarme, arrojó el paño quasi enojada y dixo: ¿Ne exium chafir deila?: ¿qué se me da a mí? ¿no es pagano y de diferente ley? de los quales no tanto se guardan; y descubre toda la cabeza y braços algo congoxada, y mostróme la lengua; y el marido, conosçiendo su voluntad, no me dio más prisa, sino dexóme interrogar quanto quise y fue menester para saber el origen de su enfermedad, el qual había sido de mal parir de un enojo, y no la habían osado los médicos sangrar, que no había bien purgado, y susçedióle calentura continua.
Urde-malas, ciertamente.
p. 200:
Pues paresçes prudente, hágote saver que este tu amo Zinán Baxá y su hermano Rustán Baxá son dos tiranos los más malos que ha habido, y dependen desta señora, la qual si muriese éstos no serían más hombres. Yo soy aquí espía del Emperador; si tú le das alguna cosa con que la mates, yo te esconderé en mi casa y te daré 400 escudos con que te vayas, y te porné seguramente en tierra de christianos y darte he una carta para el Emperador, que te haga grandes merçedes por la proheza que has hecho. Fue tan grande la confusión y furor que de repente me cayó, que me paresçía estar borracho; y si tubiera una daga yo arremetía con él, y díxele: No se sirve el Emperador de tan grandes traidores y bellacos, como él debía de ser, y que se me fuese luego delante ni pasase jamás por donde mis ojos le viesen, so pena que quando no le empalase Rustán Baxá yo mesmo lo haría con mis manos, porque mentía una y dos vezes en quanto deçía, y no era yo hombre que por veinte libertades ni otros tantos Emperadores había de hazer cosa que ofendiese a Dios ni al próximo, quanto más contra una tan grande prinçesa.
No sé si estos escrúpulos son prudentes cuando se trata de parar la agresión de criminales que no dudan en recurrir al atentado suicida. Solo una cosa les parará: el miedo a una represalia desmedida.
Plan «secreto» (¿o será «discreto», como dicen ellos?) del Imperio Eurócrata para meter entre 55 y 60 millones más de africanos en Europa:
SECRET PLOT TO LET 50MILLION AFRICAN WORKERS INTO EU
http://www.dailyexpress.co.uk/posts/view/65628
(Quien esté en contra de este plan neoesclavista de exterminio europeo es un maldito nazi, un racista y un egoísta monstruo de maldad). Cada día entiendo más a Stern.