Es el mundo al revés. Un gobierno de derechas echa en cara a una institución privada que no acuda a los fondos públicos:
«Desde la perspectiva actual, no nos acogeremos porque somos fuertes», dijo Ackermann en una entrevista televisada en la segunda cadena alemana ZDF.
No es la primera vez que el ejecutivo rechaza la oferta del gobierno. La semana pasada, su vehemente «no» al fondo de rescate en cuya planificación trabajó también el Deutsche Bank le valió duras críticas por parte del gobierno germano.
En declaraciones en un seminario interno del banco de las que se hicieron eco medios alemanes, Ackermann había dicho que se avergonzaría de tener que depender del dinero del contribuyente.
Criticas infundadas
«No entiendo todo este debate. Agradezco que podamos contar con dinero para quienes lo necesitan. Y los demás, que tratan de hacer las cosas por cuenta propia, no debieran ser criticados». Ackermann opinó que Alemania debiera estar orgullosa de tener un banco que arroja beneficios en tiempos difíciles.
Comparado con otros institutos crediticios, el Deutsche Bank ha salido relativamente incólume de la hecatombe de los mercados financieros internacionales.
La semana pasada, el banco comunicó que obtuvo beneficios netos en el tercer trimestre del año de 414 millones de euros, si bien también merced a ingresos extras y una nueva modalidad en la contabilidad que le permitió reducir sus amortizaciones.
Para quitaros el mal sabor de boca os recomiendo la lectura de esta entrevista a Juan Velarde un señor serio con gafas y porte tardofranquistas que dice esas cosas de cajón que hoy en día son tan inusuales (Velarde: «Esto de la refundación del capitalismo es una tontería»):
Profesor Velarde, hablaba Vd. hace unos días, en un encuentro con antiguos alumnos del CEU, de que todos asumamos la crisis y de la necesidad de tomar «medidas desagradables», ¿a qué tipo de medidas se refería?
Toda medida económica acaba siendo desagradable…Pero éstas yo creo que son especialmente desagradables porque, en primer lugar, es imposible poner orden dentro de la casa sin una serie de restricciones muy fuertes en el gasto público, no sólo del Estado sino también de la autonomías. Y ese gasto público tiene ahora mismo un amplio conjunto de beneficiarios, y cortar de pronto todas esas ayudas molesta mucho. Un poco lo que hizo José Barea. Irlanda, por ejemplo, se ha desarrollado fuertemente porque tuvieron lo que ellos dicen un «Mac, el tijeras», un ministro de Hacienda feroz. E Irlanda, que cuando nosotros entramos en la CEE estaba por debajo de nosotros en producto interior bruto por habitante, ahora es el país de la UE con el mayor PIB por habitante (si exceptuamos a Luxemburgo, que es casi una ciudad-estado). Así se consiguen las cosas, ahora desagradable no, es desagradabilísimo. Otra medida necesaria: alterar toda una serie de políticas institucionales relacionadas con las comunidades autónomas. Que el Estatuto de Cataluña sea más bien un reglamento de control de la actividad económica eso perturba y hace caer la productividad. Cortar esto, ¿qué significa?, pues perder apoyo parlamentario, es decir, son medidas antipáticas. Lo mismo ocurre con la energía. España ha apostado a una energía cara. ¿Cuál es la energía barata?, la energía nuclear. Pero eso…, claro, organizaciones como Greenpeace se van a poner en contra. Tenerlos a favor es muy cómodo, y muy desagradable enfrentarse a ellos. Y hay muchos más problemas: hay que replantear el sistema de pensiones, lo que está sucediendo con el Sistema Nacional de Salud, la situación del paro…Y en España no se hace prácticamente nada en materia de ayuda a las familias. Son medidas que hay que tomar inmediatamente, porque cada una de ellas está agravando la productividad, frenando el desarrollo, aumentando el gasto público y la presión tributaria, cosas que son antitéticas respecto a lo que se debe hacer en una depresión. Lo dramático de esto es que, a corto plazo, el resultado no se nota. A medio plazo, el resultado es espléndido, pero al día siguiente de tomar estas medidas no se nota ningún resultado. Por eso se acaban rehuyendo, pero si no se toman, la crisis aumentará.
Por cierto:
El Estado tiene que hacer siempre cuatro cosas: obligar a los empresarios a competir, evitar que el mercado afecte a la dignidad de la persona, el derecho de propiedad no es absoluto y no puede afectar a bienes que son colectivos, y garantizar la confianza en el mundo financiero. El Estado debe intervenir para que sean limpias las conductas de los bancos, los intermediarios financieros, las bolsas de valores, etc. Tiene que haber reglas para que quienes se metan deben jugar limpio. ¿Reformar esto?
La exigencia de que «el mercado no debe afecte a la dignidad de la persona» me parece gratuita, pero en su conjunto me parece muy razonable. No creo que a Rajoy le gustara tenerlo de asesor.
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PS: No estoy avalando la solvencia del banco. Aquí nos cuentan que la fortaleza de Deutsche se deba al cambio de reglas contables que la UE ha introducido para que las entidades afectadas por la crisis no tengan que declarar pérdidas (What a difference a rule makes!).
The real story behind this was that it had written down €1.2 billion in the quarter on mortgage-backed securities, leveraged loans and commercial real state, among other assets but had been saved from writing down another €845 million by the change in the EU-approved accounting. This had allowed companies «to reclassify assets rather than mark them at what some say are beaten-down market prices.»
Es decir, que se trata de una simple reclasificación de los activos desde incobrables (y por tanto perdidos) a «cobrables». La contabilidad tiene estas cosas
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