Se trata de otra curiosa contribución del mundo árabe a la política: la república hereditaria (El poder del Magreb, en manos de clanes familiares):
Pedro Canales. Rabat 10-06-2009. Desde Casablanca hasta El Cairo, los actuales regímenes imperantes en África del Norte adoptan cada vez más el sistema de transmisión hereditaria del poder. Las familias gobernantes no dudan en promover cambios en las Constituciones y crear de la nada nuevos partidos políticos con el fin de imponer a sus descendientes o familiares colaterales como “sucesores”. Los poderes fácticos, Fuerzas Armadas, servicios de seguridad, alta finanza y grandes fortunas, parecen resignarse en todos los países a aceptar esta situación de hecho. Constitución dinástica en Marruecos.
Constitución dinástica en Marruecos
El caso marroquí es en cierto modo paradójico. La transmisión hereditaria del poder se hace por ley. En tanto que monarquía constitucional, el nuevo monarca es designado dentro de la Familia real y aceptado por la sociedad y las instituciones del Estado que le juran obediencia y fidelidad. De este modo, Mohamed VI ha sucedido a su padre Hassan II muerto en 1999.
Sin embargo, la imposibilidad de la institución monárquica de convertirse en instrumento para el desarrollo, ha llevado al soberano alauita a promover, por intermedio de su amigo y confidente Fuad Ali El Himma, compañero de pupitre del joven heredero, la creación de un Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM), que sirve para plasmar los designios reales. La Constitución marroquí permite al Rey designar a dedo al Primer ministro de su conveniencia. Hassan II propulsó a su cuñado Ahmed Osman para formar un partido centrista (Reagrupación Nacional de Independientes), y después lo nombró jefe de Gobierno. Mohamed VI puede hacer lo mismo con Fuad el Himma.
Los hijos tras los padres en Libia y Egipto
Hace un año, el hijo más modernista de Gadafi, Seif el Islam, hizo una declaración sorprendente y escandalosa: «Me retiro de la vida política. Mi situación se ha vuelto embarazosa. De ahora en adelante me consagraré al desarrollo de la sociedad civil y de la economía en Libia». Poco después, diferentes filtraciones daban cuenta de la intención de Seif de afincarse en Europa, concretamente en Suiza, donde dirige la Fundación Gadafi, muy activa como intermediaria en crisis internacionales que afectan al mundo árabe, y que consiguió entre otros éxitos la liberación de un grupo de soldados marroquíes prisioneros del Frente Polisario.Sin embargo, y pese a los pronósticos, Seif el Islam sigue en la brecha. Hace pocas semanas ha efectuado una visita oficial a Argel. Su «retiro» de la vida politica no es sino una táctica para no chocar de frente con el voraz aparato burocrático libio creado en 40 años de autarquía y alimentado con abundantes riquezas petrolíferas. Seif el Islam persigue «una nueva legitimidad» apoyándose en la sociedad civil que ha crecido en las Universidades, en el contacto con el mundo exterior, y a través de Internet. El pretendiente a suceder a su padre quiere hacerlo en una Libia moderna y, si es posible, democrática.
Algo parecido a la situación en Egipto, donde Gamal Mubarak aspira a suceder a su padre el octogenario Hosni Mubarak, presidente desde hace 30 años, y a quien los achaques o el supuesto cáncer le apartaría del poder en poco tiempo. Desde hace cinco años en que el Rais tuvo que ser hospitalizado en Munich debido a una hernia discal, según la versión oficial, la carrera por el poder se ha desatado. La clave, según los expertos, reside en el pacto que el general Omar Suleiman, jefe de los Servicios secretos, haga con el pretendiente. El general Mohamed Hussein Tantaui, commandante en jefe de las Fuerzas Armadas, a quien se han atribuido pretensiones para la sucesión, se vería en ese caso obligado a aceptar al hijo como delfín.
La anomalía argelina
El caso de Argelia es en cierto modo una anomalía. El pretendiente familiar a suceder al Presidente Abdelaziz Buteflika, es su hermano Said. Es el benjamín de la familia. Como «consejero a la Presidencia», Said Bouteflika combina su pasado sindicalista y de simpatías con el partido trotskysta de Luiza Hanun, con su experiencia en los negocios a la cabeza de una extensa red de influencias.El benjamín de los Buteflika propicia la creación de un partido bautizado Generación libre, una formación política moderna, abierta, liberal, que rompa con el lastre de los viejos partidos nacionalistas, el FLN (Frente de Liberación Nacional) y la Reagrupación Nacional por la Democracia (RND), y sea capaz de integrar a los islamistas. El esquema que maneja la Presidencia de la República es, según la prensa independiente de Argel, votar una Ley de amnistía para el año próximo 2010 por la que queden limpios los principales dirigentes del islamismo radical, y lanzar el nuevo partido que integrará a los fundamentalistas religiosos. De este modo, Generación libre arrasará en las legislativas de 2012.
La reacción de los partidos tradicionales no se ha hecho esperar. Abdelaziz Beljadem, secretario general del FLN, declara «no estar de acuerdo», según el periodico El Watan. Y su homólogo del RND, Ahmed Uyahia, vaticina que no habrá amnistía general, y afirma no temer «la hemorragia» de tránsfugas de su formación al nuevo partido de Said Buteflika.
En este caso tambien la cuestión reside en el pacto entre el general Mohamed Tawfik Medien, jefe de los Servicios secretos y mentor indiscutible de la casta militar, y el pretendiente a ocupar el sillón presidencial.
Todo queda en familia
También en Túnez se perfila la sucesión en el seno de la familia. Esta vez no directamente con vínculos de sangre, sino indirectamente. Sakher el Materi, yerno de Zine el Abidine Ben Ali, casado con su hija Nesrine, a sus 29 años, es un próspero hombre de negocios tunecino. Hijo de una gran familia burguesa, no esconde sus aspiraciones a suceder al Presidente.Las Repúblicas dinásticas en las que se están convirtiendo los países de Africa del Norte, parecen prosperar con el beneplácito de los países occidentales, Estados Unidos y Francia en cabeza, que prefieren la estabilidad, aún bajo regímenes autárquicos o dictatoriales, a los estertores sociales de las democracias nacientes.
También está la del yernísimo (El yernísimo, una invención musulmana).
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