Los Reyes Católicos, de Luis Suárez (18): Madre de loca. Y Epílogo: La muerte de una reina.

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p. 455: «Septiembre de 1497 señala el que podríamos considerar momento culminante del reinado: victoria en Italia, amistad con Portugal expansión en el Atlántico y esperanzas gratificantes de asegurar el futuro de la Corona [primer nieto del hijo varón]. De pronto, con la palidez de un rayo, todo se vino abajo»

Muere el príncipe, de salud delicada, quedan sin heredero claro:

p. 456: «En Castilla… la infanta primogénita y su marido pasaban a desempeñar la sucesión. Pero en la Corona de Aragón imperaba otra norma… se reconocía a las mujeres el derecho a trasmitir la herencia pero no a ejercer la potestad real.

El Hermoso se apresuró a hacerse llamar Príncipe de Asturias… Los reyes llamaron a los de Portugal, que recibieron tratamiento de príncipes de Asturias. Isabel estaba ya encinta. Las Cortes castellanas los aceptan. Las aragonesas no. Isabel muere el mismo día que pare un niño (Miguel), al que se declara Príncipe de Asturias. Hubiera heredado Portugal, Castilla y Aragón, con el Nuevo Mundo. Sin embargo murió a los dos años.

La siguiente en al sucesión era Juana, que ya había parido a Carlos. La reina empezaba a mostrar sus desórdenes mentales. Felipe el Hermoso se estaba acercando a Francia. Se aceleran las negociaciones para la boda de Catalina.

Se firma el tratado de Chambord-Granada por el que Luis XII y Fernando se reparten Nápoles en un acuerdo borroso. Organizan una expedición contra el Turco. El Gran Capitán, que no sabía del tratado, tomó Corfú y Cefalonia por su cuenta, aumentando su prestigio.

Boda de Catalina, muy bien recibida, en Londres. La hija menor, María (15 años), se compromete con Portugal:

p. 470: «Nada había que discutir ni regatear: Portugal era otra cosa»

Fue un matrimonio sin problemas. Y después dicen nostros irmaos que de España, ni bom vento ni bom casamento…  🙂

Isabel trata de traer al nieto Carlos a España cuando se da cuenta de que el Hermoso no es fiable. Primero le piden que venga a España a tomar posesión de su cargo de Principie de Asturias. Los flamencos le recomiendan que no haga depender la política de Flandes de los asuntos españoles. Felipe trata de negociar el matrimonio de Carlos con la heredera del trono francés.

Responde que al estar preñada Juana hay que posponer el viaje, pide que se haga a través de Francia y que le envíen 100.000 florines para gastos. Además pidió a Juan autorización para el matrimonio de Carlos en Francia. Ella se negó.

p. 474: «»Felipe ordenó que se la trasladase [a Juana de Gante a Bruselas] porque esta ciudad le había ofrecido cuatro o cinco mil florines si el próximo alumbramiento tenía lugar en ella».

No sé si Suárez quiere cargar las tintas contra los flamencos. En todo caso, estos detalles nos los hacen sórdidos y repugnantes a mas no poder.

Francia y España ocupan la Nápoles repartida. El nieto Carlos se compromete con la princesa francesa. Francia parece la ganadora diplomática del momento. Felipe Y Juana atraviesan Francia con una enorme caravana de 100 carros. Llegan a España.

Los consejeros flamencos del Hermoso entienden que los príncipes vienen a hacer una visita temporal  a sus nuevos dominios, los españoles consideran que España pasa a ser su residencia principal.

En estas estalla la guerra en Nápoles, sin declaración previa. El Gran capitán está en situación de inferioridad.

En Zaragoza, las Cortes reconocen al hijo de Juan heredero, salvo si Fernando tiene otro hijo varón.

En Londres muere el Príncipe de Gales; se ordena la vuelta de Catalina

En ese momento parecía que Francia podría hacerse con Nápoles y Felipe el Hermosos podría recoger el fruto de su acercamiento a Francia. Anuncia a Fernando su intención de regresar a Flandes pasando por Francia, y se ofrece para negociar con el rey de Francia como su futuro suegro.

Llega a Fernando el acuerdo alcanzado: el reino de Nápoles pasa a Francia que lo ofrece a Claudia como dote de su matrimonio con Carlos. Hasta entonces, la parte francesa será administrada por Luis XII, la española por Felipe el Hermoso. Las tropas españolas se iban y Aragón sería reemplazado por Borgoña.

Sin embargo, llega entonces el resultado de la batalla de Ceriñola, en la que los franceses fueron masacrados, literalmente:

p. 482: «Así fue Ceriñola la: la batalla que marcaría el relevo de la caballería pesada francesa por la infantería española como reina de las batallas. Esta infantería estaba formada también por hidalgos que no rechazaban la circunstancia de combatir a pie. Pero también se iniciaba una estrategia en que lo importante era destruir al enemigo, no hacer prisioneros».

Fueron 3000 muertos «cifra desacostumbrada y aterradora». Me gustaría saber cómo valoran los franceses la masacre.

Luis XII furioso mandó otro ejército. Murió el Papa y el Cónclave se dividió en dos partidos, francés y español. Se nombre a un papa «de transición». Llega el ejército francés a la frontera. El Gran Capitán fortifica los punto de cruce del río Garellano. Los mismos sitios en que se darían batallas de la SGM.

No consiguieron pasar tras dos meses de intentos. Muchos caballeros italianos abandonan. En pleno invierno el Gran Capitán lanza un ataque que dispersa a los enemigos.

Fernando firma la tregua con Francia sobre la base del acuerdo anterior, pero sería el custodio de la dote de Claudia.

p. 485: «… la guerra de Nápoles  había causado pérdidas y destrucciones de mucha cuantía, que las rentas de aquel reino no alcanzaban a cubrir. Es lo que se descubre tras las famosas «cuentas del Gran Capitán», una leyenda falsa pero que atrae la atención hacia la cuantía de los gastos. Por muchas razones era Nápoles una prensa incómoda aunque necesaria en el esquema de hegemonía mediterránea»

Sin embargo, yo no lo acabo de ver. Y Suárez no lo explica. Mucho me temo que hubiera sido más provechoso haber perdido las batallitas…

Del epílogo os dejo esto solo, que estoy cansado:

p. 496: «… no existe la menor referencia a judíos o musulmanes y se ordena seguir la lucha contra el islam en el norte de África. El último pensamiento es para los indígenas de las islas y tierra recién descubierta a fin de que fuesen tratados como súbditos, esto es, personas libres destinadas a convertirse en cristianos»

Quiere decir, que consideraba que la conversión forzosa o expulsión de moros y judíos fue una decisión justa en conciencia, además de políticamente acertada. Considero que hubiera sido preferible haberles aplicado la proverbial «tolerancia musulmana»: impuestos, opresión y razzias de vez en cuando.

* * * * *

Acaba aquí la serie, pero tengo ya preparada la continuación, el libro de Isabel la Católica, de Manuel Fernández Álvarez.

4 comentarios

  1. bueno lo unico que no me a gustado de tu post es lo de las batallitas (jeje)
    el gran capitan fue un genio, gracias a su reestructuracion de los tercios se logro que durante un siglo, en inferioridad numerica, de pertrechos y dinero los españoles fuesen temidos
    hay pocas peliculas sobre ese periodo, si os dais cuenta, sera porque al hollywood anglosajon no le mola reconocer sus fracasos

    en frin que mas que no haber ganado las batallitas, lo mejor hubiera sido dejar flandes por imposible y no haber dejado el gobierno en manos de cortesanos husureros y derrochadores, que dejaron que la gran fuerza militar languideciera

    si hubieramos seguido contando con un ejercito de primer nivel y unos gobernantes mejores otra cosa hubiera sido europa y posiblemente el mundo, pues inglaterra no habria tenido el empuje que tubo siglos despues

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