El odio como virtud

Me he encontrado un par de veces una referencia a este artículo de un rabino (The Virtue of Hate) publicado en First Things, uno de estos sitios católicos, tan comunes tras el Concilio Vaticano II, llenos de obsequiosidad hacia los judíos. Lo empecé a leer y no me escandalizó demasiado, considerando que simplemente exponía la presencia recurrente del odio al goyim practicado por los judíos desde Moisés para acá. Por motivos defensivos, claro está. ¿No oímos la misma cantinela en boca de los mahometanos cuando tratan de la yijad? Pero no, no hay duda. El rabino de esos católicos «dialogantes» acaba echando su cuarto a espadas y reafirmándose en la virtud judáica del odio.

El artículo empieza con una de esas anécdotas de Wiesental que empiezan a demostrarse mas falsas que un duro sevillano: un nazi moribundo le llama para pedirle que le perdone. Aguantemos la risa. El rabino debate entonces sobre la distinta respuesta de cristianos y judíos ante el perdón.

Repasa la historia de la venganzas judáicas en el Antiguo Testamento. Por ejemplo la de Samuel y Agag:

Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero todo el pueblo lo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable lo destruyeron. Y Samuel dijo: Cómo tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal. Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel. (1 de Samuel 15, 7-9.33.35)

O el caso de Esther y Haman

5 Los judíos pasaron al filo de la espada a todos sus enemigos: fue una verdadera masacre, un exterminio. Trataron como quisieron a los que los odiaban, 6 y en la ciudadela de Susa mataron y exterminaron a quinientos hombres, 7 dando muerte, especialmente, a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalías, Aridata, 9 Parmasta, Arisai, Aridai y Vaisata, 10 los diez hijos de Amán, hijo de Hamdatá, el opresor de los judíos. Los mataron, pero no recogieron ningún botín.

11 Ese mismo día, llegó a conocimiento de rey el número de los que habían sido matados en la Ciudadela de Susa. 12 El rey dijo entonces a la reina Ester: «En la ciudadela de Susa, los judíos mataron y exterminaron a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¡Qué no habrán hecho en el resto de las provincias reales! Pero ¿qué es lo que pides? Lo que sea, te será concedido. ¿Qué otra cosa deseas? Se hará lo que tú digas». 13 Ester respondió: «Si al rey le parece bien, que a los judíos de Susa les sea permitido actuar también mañana conforme al decreto válido para hoy, y que los hijos de Amán sean colgados del patíbulo». 14 El rey ordenó que así se hiciera: en Susa se promulgó un decreto y los diez hijos de Amán fueron colgados. 15 Así, los judíos de Susa se reunieron una vez más el día catorce del mes de Adar y mataron allí a trescientos hombres, pero no recogieron ningún botín.

16 En cuanto a los demás judíos de las provincias reales, también se reunieron para defender sus vidas y así se libraron de los ataques de sus adversarios: ellos mataron a setenta y cinco mil entre sus enemigos, pero no recogieron ningún botín. 17 Esto sucedió el día trece del mes de Adar; el catorce descansaron y celebraron ese día con banquetes y alegría. 18 Pero los judíos de Susa, que se habían concentrado el trece y el catorce, descansaron el día quince y lo festejaron con banquetes y alegría. 19 Por eso los judíos de las zonas rurales celebran el día catorce del mes de Adar como un día de alegría, de banquetes y fiesta, y en él se envían regalos unos a otros.

Estos se quejan de los pogromos que sufren, de dudosa historicidad, y celebran los suyos por todo lo alto, como festividad religiosa.

Añado por mi parte este caso de odio patológico que ha pasado a los Salmos nada menos:

8Capital de Babilonia, ¡criminal!
¡Quién pudiera pagarte los males
que nos has hecho!
9¡Quién pudiera agarrar y estrellar
tus niños contra las peñas!]

Esto se pone en boca de judíos que estaban en Babilonia como rehenes. Si uno piensa que la mayoría se quedaron allí aunque podían haber vuelto a Israel tras la conquista de Ciro, no puede menos que rascarse la cabeza y pensarse dos veces si conviene tener a la canalla que aun vive en ese mundo moral -y aun peor, el Talmud es aún mas odioso- entre nosotros.

El rabino traza los orígenes de estas diferencias en la figura de Cristo. Ya hemos dicho que es una estrategia muy cara a los judíos el decir que el Cristo era solo un rabí judío de la época y que posteriormente los cristianos se apropiaron de la figura. Sin embargo, no es cierto; ellos saben muy bien que su figura es irreductible al judaísmo, que hay algo más que judaísmo en su doctrina, y en su vida: Jesús de Nazareth, ¿uno de los profetas?.

Frente a los cristianos, que tienen la obligación de perdonar a sus enemigos -aunque pueden legítimamente defenderse; y tienen obligación de hacerlo- los judíos deben odiarlos y de hecho rezan por su destrucción como individuos. Lo siguen haciendo en el caso de los cristianos. ¡No perdonan ni a los muertos!

This difference in emphasis can be seen most clearly by contrasting the central New Testament statement on ethics, the Sermon on the Mount, with Rabbinic writings. Here are some of Jesus’ ethical exhortations:

Blessed are the poor in spirit, for theirs is the kingdom of heaven.

Blessed are those who are persecuted for righteousness’ sake, for theirs is the kingdom of heaven.

For I tell you, unless your righteousness exceeds that of the scribes and Pharisees, you will never enter the kingdom of heaven.

Not everyone who says to me, ‘Lord, Lord,’ will enter the kingdom of heaven, but only the one who does the will of my Father in heaven.

While the common phrases used by Jesus—“fortunate are,” “Father in heaven”—are standard rabbinic utterances, Jesus’ repeated support for his statements—“for they will inherit the kingdom of heaven”—is his own. Such a phrase appears nowhere in the rabbinic ethical writings. Their focus is more on action than on salvation.

El artículo trata también de las principales celebraciones judías, aunque no dice que en ellas se celebra la venganza sangrienta sobre los enemigos después de derrotarlos. Eso lo leí en el blog Samson blinded (¿Qué celebran la pascua, el purim y la hanuka del Judaísmo?). Nótese que el propio nombre del blog, Sansón ciego, remite al terrorismo suicida. En efecto, Sansón fue el primer terrorista suicida del que se tiene historia. Un héroe nacional.

El rabino llega apuntar que el odio puede a llegar a ser contraproducente, por ejemplo extenderlo a los actuales alemanes por el nazismo o a los católicos por los «2000 años de persecución».

Pero al acercarse a la conclusión, insiste en que el odio puede ser una virtud necesaria. Usa para ello argumentos talmúdicos: torturar las escrituras hasta que canten, y cuando no pueden hacerlo, se inventan historias apócrifas adicionales. Así, Saúl no mató inmediatamente al rey Agag, que pudo tener un hijo entretanto para que su descendencia siguiera siendo una amenaza para los judíos.

Acaba con una maldición contra Arafat en la que se pide que se revuelva eternamente en el infierno.

Así han sido, y así son. No tengo ninguna razón para pensar que vayan a cambiar, pero si alguien propone alguna convincente estoy dispuesto a reflexionar.

ACTUALIZACIÓN: The goodness of hatred

3 comentarios

  1. Cuando de pequeño me daba por echar un escupitajo al suelo, mi santa abuela siempre me decía «no escupas en el suelo, eso es cosa de judíos» (supongo que recordando a los judíos que zarandeaban y escupían al cristo en su martirio por las calles de Jerusalén), mas tarde fuí comprendiendo la sabiduría innata que escondian esas frases hechas que nos alertaban de esta gentuza, que lastima que esa prudencia se haya perdido

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