En la ciudad alemana de Essen, el Tafel (un banco de alimentos) local anunció recientemente que solo distribuirá alimentos a personas con una tarjeta de identificación alemana por el momento. «Debido a la cantidad de refugiados en los últimos años …», explica la organización, «… el número de extranjeros entre nuestros clientes ha aumentado al 75% (…)».
Hace tres años, esta cifra era del 29 por ciento. El presidente del Tafel de Essen explicó además esta medida al afirmar que «sentimos que se está dando un proceso de represión», y que obserba «una falta de respeto hacia las mujeres mayores», lo que ha llevado a estas últimas a tener miedo de los hombres jóvenes que hablan idiomas extranjeros al presentarse para recoger su comida.
Las primeras personas en oler el racismo de esta razonable decisión no tardaron en llegar. Katarina Barley, ministra de asuntos sociales y miembro del Partido Socialdemócrata, criticó la decisión. Ha estado en el gobierno desde 2013, por lo que, naturalmente, es muy responsable de este desastre que ha llevado al Tafel de Essen a tomar ese tipo de medidas.
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