Este comentario que nos dejaron aquí, merece ser elevado a la categoría de entrada con su nombre y to’:
Hace poco me preguntaron: ¿Usted acogería en su casa para siempre al carpintero, al electricista, al tapicero, etc, que han venido a realizarle un trabajo,junto con sus familias?. Quizás sí, en caso de necesidad.
Pero, me insistieron :¿dejaría que los hijos de éstos impusieran costumbres extrañas a los suyos y dictaran las normas en lo que antaño había sido su hogar?.¿Lo haría?.
No.Creo que no llega mi bondad a tanto,porque no sobreviviríamos.
Todos los que estamos aquí, hemos llegado al mundo porque somos hijos de hijos de hijos de supervivientes. Sobrevivamos. Para ello, no hay que tener más miedo del imprescindible y conservar muy despejada la mente, conocer bien al atacante y localizar sus puntos flacos, trazando un buen plan de actuación con objetivos a corto ( detener) medio ( obligar a retroceder) y largo (ganar) plazo. Juntos podemos. Nuestra fortaleza son nuestros valores, nuestras armas la lógica, la razón y la auténtica tolerancia, no esa mala copia que se saca de paseo, que se confunde con la idiotez y que es amorfa porque no tiene definidos sus límites.
Nuestro entrenamiento ha sido la turbulenta historia común
Europeos, conquistemos, una vez más, la libertad. No a Eurabia ni a Marruespaña. Alwandalus ya estaba allí y no era suya..
Gracias por volver, Isabel. En nuestra casa te damos acomodo, con gusto.
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