Este es el sexto artículo de la serie Gracias y desgracias del liberalismo hispano, o “La libertad traicionada, Siete ensayos españoles” de José María Marco.
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Manuel Azaña (1880-1940), La creación de la nación
Hijo, nieto y biznieto de caciques liberales. El padre malbarata la fortuna familiar. Se doctora en derecho y se instala en Madrid. En 1903, con 23 años vuelve a Alcalá. Reaparece ocho años mas tarde en la vida pública con un discurso en la Casa del Pueblo alcalaína en la que crítica la trayectoria política del s. XIX, que es también la de su familia. Va becado a Francia. Paris y la vida pública francesa le fascinan. Al volver participa con la «generación del 14» en la agitación político-intelectual. Hace campaña a favor de la entrada en la guerra, con los aliados. Durante la Dictadura de Primo de Rivera se refugia en la literatura: El Jardín de los Frailes, Fresdeval.
Participa en la agitación golpista republicana. Atención a esto:
p. 254:
«Hemos volcado lo que nos queda de vida a realizar un sueño juvenil, a realizar una República representativa de una patria a la que uno pueda servir y amar sin escrúpulos de conciencia de ninguna clase. No es nada menos que esto: el problema interior de una generación, de más de una quizá»
Increíble, acosar a muerte a media España y provocar una guerra por realizar los sueños de un burguesito venido a menos, rencoroso y traumatizado. Todo envuelto en retórica progresista.
p. 257:
«El afán de mandar se agota en el apego a la ceremonia y al protocolo, en el genio escenográfico. Los meses previos al golpe de estado los pasa retirado en el Palacio de El Pardo, elaborando proyectos decorativos para el jardín«.
Mientras tanto, algunos partidos del Frente Popular se dedicaban a matar derechistas y quemar iglesias.
p. 263:
«Allí reposan sus restos [en Montauban], envueltos en la bandera mexicana y en un sudario ofrecido por una familia judía».
¿Familia judía? ¿Porqué? Parece ser que el obispo de la zona se acercó a darle consuelo católico a última hora.
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José Ortega y Gasset (1883.-1955). Una interpretación española del mundo
De familia intelectual y acomodada, propietaria de El Imparcial. Estudia derecho. Encuadrado en la Generación del 14, participa también en la campaña de demolición de España. Tras la Semana Trágica de Barcelona escribe:
p. 269:
«¿Por ventura necesitábamos estos hechos para averiguar que España no existe como una nación?».
En estos casos lo que procede es avisar a las autoridades de que el país no existe y emigrar… Sin embargo, suelen ser estos los tipos que encuentran insatisfactorio vivir en cualquier lugar que no sea España. ¿Quién haría caso de un Ferlosio fuera de España? ¿Qué sentido tiene su literatura sin España como referencia?
Educado en la cultura francesa, visita Alemania y se «germaniza» culturalmente. La cantilena europeísta nunca le abandonará.
Gana la cátedra de Metafísica en la Universidad Central. En 1914 da una conferencia muy sonada en el Teatro de la Comedia. No la he visto en Internet…
p. 275:
«Todo español lleva dentro, como un hombre muerto, un hombre que pudo nacer y no nació»
Qué majaderías. Realmente tenía razón el torero, hay gente pa to’.
No ve con malos ojos la Dictadura. Pero al final de la Monarquía funda la Agrupación la Servicio de la Republica. Es parlamentario por esta, pero se harta pronto. En setiembre del 32 da el primer aviso (Un aldabonazo) «¡No es esto. No es esto!» Se aparta de la república. Cuando llega la guerra huye a Francia, por no sentirse seguro en Madrid. Pasa la guerra europea en Buenos Aires.
p. 309:
«Pero por muy radical que sea la crítica., en la obra de Ortega no aparece la menor pista que permita adivinar cuál es la forma política capaz de sustituir al liberalismo».
Se trata de un diletante metido a mentor político, obviamente.
p. 312:
«Poco tiempo antes [1949] había vuelto a España, incapaz de vivir fuera de su país…».
Lo dicho. Más:
p. 312:
… en la primera conferencia que dio en Madrid certificó la «sorprendente, casi indecente» salud del pueblo español, ajenos al morbo que aquejaba a las otras naciones.
En plena posguerra franquista… esto también habrá que tenerlo en cuanta en la «memoria histórica».
Bueno, creo que estamos ante el intelectual ocurrente y veleidoso que desata una furia que será incapaz de controlar después. Cuando las cosas se tuercen se pone a salvo, por supuesto.
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