Sí, «reaccionarios». Y no hay que meterse debajo de la mesa cuando nos califiquen con esa palabra. Está dentro de la naturaleza material de las cosas. Según la tercera ley de la mecánica política newtoniana, a toda revolución le corresponde una reacción. Así que si no quieren que reaccionemos, que no revolucionen. Y si revolucionan que no se escandalicen y se atengan a las consecuencias. Por lo demás una revolución es un movimiento de giro circular en el que lo revolucionado vuelve a su origen.
Estos son los libros.
Primero, el Señor natural (La corte de Felipe II descrita por un maestro de la novela histórica):
El novelista húngaro Laszlo Passuth describe en El señor natural los destinos de Felipe II y Juan de Austria, protagonistas de una época en que el destino del mundo se jugaba en Madrid. De los españoles dependía que los turcos no arrasasen Viena ni Roma, que los católicos irlandeses y británicos no fueran torturados, que los japoneses y los chinos fueran cristianizados, que se construyesen universidades en México y Perú, que los mejores artistas del mundo pintasen los cuadros que aún nos conmueven… Y todos estos asuntos pasaban por la mesa del rey Felipe II, primero en el alcázar y luego en el monasterio de El Escorial.
Segundo, Los crímenes de la Revolución francesa desvelados por un gran historiador francés, cuyo título lo dice todo:
Mediante unos golpes de mano limitados en el espacio a varios edificios de París (la Asamblea, los tribunales, los cuarteles de la milicia, el Ayuntamiento), diversos grupos se suceden en el poder y aceleran la revolución: los girondinos, el Comité de Salud Pública, la Convención y el Directorio. Cada uno devora al anterior. Para dominar emplean el terrorismo, el hambre, la sospecha y la inflación. No faltan incluso los planes para hacerse con el alma infantil y modificar las costumbres: se elimina el domingo, se hace obligatoria la escarapela, se derriban iglesias, se elabora un catecismo ciudadano… ¡La Educación para la Ciudadanía y la corrección política a finales del siglo XVIII!
Gaxotte describe uno tras otro episodios sobre asesinatos en masa, ejecuciones (en Rennes, traíllas de perros rodeaban la guillotina para lamer la sangre), saqueos, deportaciones (en un solo año, los revolucionarios deportaron a casi diez mil sacerdotes a Cayena)… «Lyon hizo la guerra a la Libertad; Lyon ha dejado de existir», escribe el mando militar enviado a aplastar una resistencia al poder despótico. Se mata al azar, para robar o esparcir el miedo, con métodos que recuerdan a los de los comunistas en Rusia y España. Para salvarse, la casta revolucionaria declara la guerra a toda Europa en 1792. Y la guerra. La paz, subraya el autor, no regresaría hasta veintitrés años más tarde, después de Waterloo, en 1815. Sólo un aparato de propaganda descomunal, junto con el complejo de las llamadas derechas, ha podido ocultar estos horrores.
Pese a semejante orgía de destrucción (Francia dejó de ser el país más poblado de Europa y le superó Alemania), los admiradores de la Revolución y de sus frutos se empeñan en mostrarnos papelotes como la Declaración de Derechos del Hombre o la Constitución como faros de luz, aunque tengan que colocarlos encima de una montaña de muertos.
Así se impuso eso que llaman liberalismo: Libertad, igualdad y fraternidad. ¡Puaf!
Lee aquí las primeras páginas del libro: http://altera.net/nueva/libros/revolucion.htm
Si os gusta, regaláoslo para Reyes.
Es lo que pasa por llevar a la practica de la vida real los delirios mesiánicos de unos pseudointelectuales, rousseau, proudhon, etc cuyas surrelaistas premisas tomaron forma unicamente en su imaginacion sin tener en cuenta la realidad de su entorno (que facil es encerrarse en una habitacion bien comido todos los dias y darle a la pluma sin parar, llegando a conclusiones que solo son posibles dentro de la lógica de quien se las inventa, para luego hacer dogma de eso y querer «revoluciuonar» como si no hubiera mas verdad…)solo eran aplicables en sus mentes
Esa de Passuth se me había pasado, en cuanto acabe el de la Revolución Francesa (me lo regalaron hace poco y es una auténtica joya) le doy un meneo.
Por cierto el mejor, con creces, de Passuth es «El dios de la lluvia llora sobre Mexico». Uno de los mejores libros que he leído en mi vida. No me canso de recomendarlo.