Aquí no cabe duda. Lo ha hecho, y nos amenaza como no se había visto desde el sitio de Viena, hace más de 300 años. Sin embargo, cuando se hizo esta pregunta en 1936, la respuesta unánime hubiera sido: ¡Imposible!. Pero veamos antes cómo continúa la historia de la agresión del Islam a Occidente.
En el s. XI, las Cruzadas -guerras defensivas que trataron de limitar la expansión del Islam- estuvieron a punto de tomar Damasco, lo que hubiera sido definitivo para romper el Islam en dos y recuperar posteriormente el norte de África. Pero al final fallaron, y en el s. XV el Turco toma Constantinopla, y se extiende el Islam por los Balcanes. En el s. XVI las herejías de Lutero y Calvino -quienes aprovecharon que el Emperador Carlos V estaba dedicado a contener la amenaza turca- rompen la cristiandad.
El Turco fue parado casi milagrosamente en Lepanto. Lo intentó por última vez en Viena, a cuyas mismas puertas resultó derrotado el 11 de septiembre de 183 por la caballería del Rey católico de Polonia.
En el s. XVII el Islam fue perdiendo fuerza, y en el XVIII y XIX pudo haber sido derrotado militarmente. ¿por qué no lo fue? Por la división política de la Cristiandad. Solo por ello continuo el dominio del imperio Otomano en Europa. Tres imperios se disputaban sus territorios: el Austriaco, que había estado sufiendo su agresión durante siglos; el ruso, cuyo origen cultural ortodoxo estaba en Constantinopla, y el inglés que controlaba puntos clave del Mediterraneo. En particular, los ingleses evitarán que los rusos tomen Constantinopla, para evitar la expansión del poder turco y su acceso al Mediterráneo.
Fue, por tanto, la búsqueda del «equilibrio de poder» de las potencias europeas lo que hizo que el imperio Otomano llegara al s. XX. Lon ingleses tuvieron que crear el «mito de la tolerancia otomana», para justificar su apoyo a este imperio.
Respecto de la pregunta del título, el resurgir del Islam. Belloc explica que, teniendo en cuenta que la herejía mahometana no remite, es evidente que podría resurgir en cualquier momento de la historia, como ha hecho. El mundo islámico puede caer en la más absoluta miseria material y cultural, sin embargo, sigue siendo islámico. Leamos las palabras H. Belloc, en 1936, hace 70 años:
Cultures spring from religions; ultimately the vital force which maintains any culture is its philosophy, its attitude toward the universe; the decay of a religion involves the decay of the culture corresponding to it – we see that most clearly in the breakdown of Christendom today. The bad work begun at the Reformation is bearing its final fruit in the dissolution of our ancestral doctrines – the very structure of our society is dissolving.
In the place of the old Christian enthusiasms of Europe there came, for a time, the enthusiasm for nationality, the religion of patriotism. But self-worship is not enough, and the forces which are making for the destruction of our culture, notably the Jewish Communist propaganda from Moscow, have a likelier future before them than our old-fashioned patriotism. [He mantenido esto. Mi opinión al respecto está aquí, en un comentario al final]
In Islam there has been no such dissolution of ancestral doctrine – or, at any rate, nothing corresponding to the universal break-up of religion in Europe. The whole spiritual strength of Islam is still present in the masses of Syria and Anatolia, of the East Asian mountains, of Arabia, Egypt and North Africa.
The final fruit of this tenacity, the second period of Islamic power, may be delayed: – but I doubt whether it can be permanently postponed.
Es decir, predijo la decadencia de Occidente a consecuencia de la descristianización, así como la firmeza y el resurgimiento del Islam. En esas estamos ahora.
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El libro completo se puede leer aquí en inglés: The Great Heresies
Al-Qaeda insta a occidente a que abracemos el Islam. Eso es el equivalente a que mandemos por el retrete nuestra cultura, historia y modo de vida. Abrazar el Islam supondría aplicar la sharia y una retrocesión cultural de 1.000 años, eso sin contar con la pérdida de derechos adquiridos por las mujeres y colectivos como el homosexual en el ultimo siglo. Seguro que en pro de la alianza de las civilizaciones ni de la Vega ni Zerolo tienen nada que decir respecto a eso.
http://www.libertaddigital.com/noticias/noticia_1276287041.html
Saludos.
Así es Kanalov. Insiten en pactar, dialogar, apaciguar, incluso vendérnoslo como la-religión-de-la-paz.
«Al-Qaeda insta a occidente a que abracemos el Islam. Eso es el equivalente a que mandemos por el retrete nuestra cultura, historia y modo de vida. Abrazar el Islam supondría aplicar la sharia y una retrocesión cultural de 1.000 años»
No estoy de acuerdo.
Nuestra Edad Media ha sido muy demonizada.
Cierto es que no fue un período de esplendor, pero las mujeres, si bien en inferioridad respecto a los hombres, eran infinitamente más libres que las hembras del mundo islámico.
En Europa NUNCA han sido las mujeres tan discriminadas, tan humilladas, tan maltratadas como en el mundo islámico.
Busquemos en los antiguos pueblos celtas y germánicos, busquemos en las tribus ibéricas, o en los etruscos, en la antigua Grecia o en Roma, … o en toda la Edad Media.
Nunca ha habido en Europa una situación respecto a la mujer medianamente parecida a la que hay en el mundo islámico, excepto, claro, de las zonas europeas invadidas por el Islam, como Al-Ándalus.
Encontramos en la Antigüedad Tardía escritoras hispanas como Egeria, que recorrían el Europa a pie, de Iberia a Jerusalén, totalmente solas sin un marido polloso que las siguiese.
Santa Brígida de Kildare en Irlanda.
Santa Escolástica, Santa Brígida de Suecia, Santa Catalina de Siena, la alemana Hildegarda de Bingen, etc.
Reinas influyentes como Isabel la Católica,Toda Aznar de Navarra, las reinas Urraca, etc.
Heroínas como Juana de Arco.
¿Dónde están sus equivalentes en el mundo islámico?
¿Dónde ha habido una «califa», una teóloga de relevancia, una científica, una matemática, etc. desde el nacimiento del monstruo hasta ahora?
Recomiendo para los interesados, el libro de la historiadora francesa Régine Pernoud, «Como acabar con la Edad Media», donde se habla, entre otras cosas, de la verdadera situación de la mujer, ciertamente inferior, pero sin punto de comparación con la leyenda negra o con el mundo mahometano.