La separación imposible de Iglesia y Estado

Es esta (Monseñor Williamson- Eleison Nº 116 – Y si alguna vez…) la tercera carta dominical de Monseñor Williamson que traigo a este blog, procedentes de Radio Cristiandad un sitio de católicos tradicionalistas, cismáticos a lo que parece, que me ha servido para sacudirme algunos prejuicios como el del «derecho humano» a la libertad de culto.

En el último Kyrie Eleison (que significa Señor, ten piedad), le da un repaso al dogma laicista de la separación Iglesia-Estado. Esta separación es materialmente imposible, para empezar. Pero no ese el tema, sino el hecho de que los propios laicistas que la agitan y lo imponen a los demás con toda la fuerza coactiva del estado no creen en el, sino cuando la separación les conviene. Lo que realmente quieren los laicistas es influir en la Iglesia para que esta predique sus doctrinas. Hay muchos casos. Por ejemplo el del preservativo. Como la Iglesia no promociona su uso, la hacen responsable de las muertes de sida. Por ejemplo el de las manifestaciones contra la guerra, plagadas de curas y mojas ¿Se le dijo a alguno de ellos que se fuera a decir misa o a rezar el rosario? No, se les puso como ejemplo para afear la conducta a los «halcones belicistas».

Monseñor retrata en un párrafo las maniobras del fementido laicismo francés:

Un ejemplo clásico de esta lucha es el Concordato Napoleónico de 1801 a través del cual el recientemente creado Estado Francés francmasónico se aseguró de adquirir un grado significativo de control sobre la elección de los obispos en la Iglesia de Francia. Rápidamente todos los obispos prerrevolucionarios que aún eran demasiado Católicos, fueron hechos a un lado y la Iglesia fue puesta camino al Vaticano II de modo seguro. De modo semejante, cuando en 1905 los Francmasones rompieron toda unión del Estado Francés con la Iglesia (lo mejor para perseguirla), el heroico Papa Pío X se benefició de su indeseada nueva independencia de ese Estado para designar, y él mismo consagrar, a un pequeño grupo de nueve obispos, cuyo viril Catolicismo asustó tanto a los Francmasones que tan pronto como Pío X murió, se apresuraron a volver a renegociar una cierta comunión entre el Estado y la Iglesia, sólo para conseguir recuperar el control del nombramiento de los obispos Franceses; y el Vaticano II se puso de nuevo en marcha.

Entera: Monseñor Williamson- Eleison Nº 116 – Y si alguna vez…

La foto es de aquí.

2 comentarios

  1. totalmente de acuerdo con Williamson. Todas las civilizaciones y sociedades tradicionales han considerado solidarios e inseparables los aspectos sagrados y profanos de la vida. India, China, Grecia, Roma, Imperio de Carlos V, el Sacro y Romano y Germánico Imperio, el Imperio de Rusia, etc. Incluso las rencillas por la primacía del poderno hubieran tenido lugar si en la Cristiandad no se hubieran separado el poder del Emperador y el del Romano Pontífice.
    Evidentemente la revolución francesa nos ha inculcado a todos demasiados errores

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