‘Islamofilia’ y ‘lepenización’

Antonio Elorzada una de cal y otra de arena en este artículo. La de cal es la denuncia de las acusaciones de «islamofobia» que lanzan los islamófilos, cuyo fin sería:

… legitimar el establecimiento de una Inquisición que impida, etiquetándola de islamófoba, toda tentativa de análisis crítico de las creencias y los usos en el mundo musulmán, con especial énfasis a la hora de deslegitimar el análisis de los posibles vínculos entre sus expresiones antidemocráticas y/o violentas -islamismo, yihadismo– y los supuestos doctrinales que ellas mismas proclaman. Lo pudimos observar en estas mismas páginas, cuando una arabista propuso una clasificación de islamófobos a semejanza de aquéllas que los reaccionarios decimonónicos elaboraban para detectar francmasones: unos son intelectuales de izquierda con su «humanismo de salón» que esgrimen «la igualdad entre los sexos», otros «expertos securitarios» carentes de estudios islámicos, otros «intelectuales islamófobos» que citan el Corán sin «saber lo que citan». Ni siquiera le gustan quienes hablan de «un Islam tranquilo opuesto al Islam terrorista», y tampoco «el musulmán esclarecido» (progresista) que da argumentos a los islamófobos. Encerremos a Alá en un búnker.

Allí donde imperan institucionalmente tales guardianes y vestales, todo pensamiento alternativo es simplemente borrado, incluso como título en su librería. Lógica proyección de la línea negacionista del ministro Moratinos respecto de aquello que pueda afectar a la Alianza, «lengua materna» que Zapatero propone en el vacío a la ONU. El Irán oprimido, y otras opresiones, para el ministro no existen. Entre tanto, el pasado agosto, el Consejo de Ministros destina 650.000 euros a la Alianza de Civilizaciones… sustraídos al Fondo de Ayuda al Desarrollo.

La de arena es la denuncia de las reacciones de defensa frente a la actual agresión como  racismo, xenofobia y demás monsergas:

Además, cerrando el círculo, está el riesgo de lepenización, de generalización de un racismo maurófobo y de paso antiislámico, más soterrado que aparente, pero en evidente ascenso, fomentado en vez de combatido por ese blindaje del conocimiento del Islam tal como es, impuesto por los/las voceros de la islamofilia. Es curioso que éstos se centren en la caza de brujas contra los intelectuales, olvidando la política y la mentalidad social. Cuando si no separamos convincentemente el trigo de la cizaña, la esencia de la religión frente a ulteriores desarrollos marcados por la violencia; si no explicamos la diferencia entre ser musulmán e islamismo, la reacción xenófoba tendrá el campo libre, como está sucediendo en Italia.

Gracias, Desafecto.

3 comentarios

  1. Son unos simples cobardes porque luego si que se atreven a criticar a la iglesia , que es lo mismo que presumir de cristianófobos , iniciaron con la «corrección política» el camino de nuestra civilización hacia el abismo y siguen su curso.

  2. Antonio Elorza es un mero intelectual del régimen que ni quiere ni puede defender alguna idea que valga la pena.

    ¿De qué sirve todo ese discurso de cuatro párrafos (en la noticia original) desmontando (1) el anatema de «islamófobo», cuando lo termina, en el quinto párrafo, lanzando una anatema preventivo, «lepenización», contra cualquiera que no comparta el consenso del régimen y opte por la disidencia?

    (1) (no demasiado bien, como se ve por la conclusión en el quinto, dado que, al contrario de lo que dice, al Islam, cuanto más se le conoce, si uno es europeo, más se le rechaza)

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*