Tengo pendiente empezar la reseña del último libro de Buchanan. Mientras tanto os dejo con esta entrevista sobre un libro recientemente publicado en español. Las tesis propuestas son muy similares a las que leí en Buchanan:
Hitler jamás consideró la guerra contra los occidentales como una posibilidad real; todos sus cálculos partían de que los occidentales no lucharían.
* * *
La dirección política -es decir, Churchill- y la dirección del Mando de Bombardeo -Harris- priorizaron los «bombardeos terroristas», como los denominaban los alemanes. Masacrar a la población no acortó seguramente en un solo día la duración de la guerra. Pero la cuestión rebasaba el marco de la conveniencia militar. Los dirigentes aliados como Roosevelt, Churchill, Vansittart, Eisenhower, Harris…sentían un verdadero odio hacia los alemanes y se negaban a considerarlos como algo más que criminales nazis, todos ellos, sin distinción. Esta «doctrina del odio», como la he denominado, produjo algo más de seiscientas mil víctimas mortales. En los últimos capítulos del libro trato la cuestión del porqué: cuál es la razón de que, sobre una Alemania inerme y derrotada, se arrojaran tales cantidades de explosivos y bombas incendiarias.
* * *
Desde el momento en que los EE.UU. entraron en guerra la suerte estaba echada. (…) Pero los occidentales tuvieron de su lado el sacrificio de 27 millones de soviéticos. La inhumanidad extrema del comunismo soviético permitió sostener la lucha contra Alemania hasta el final, pero incluso eso hubiera sido insuficiente si el estúpido racismo nazi no hubiera enajenado las grandes simpatías que los rusos, bielorrusos, ucranianos, bálticos y caucásicos mostraron a la Wehrmatch en 1941 y 1942.
* * *
Sin la URSS, los Aliados jamás hubieran vencido, pero tampoco habría podido sostenerse la Unión Soviética sin los talleres americanos. En especial -y aunque parezca paradójico- a partir de 1943.
* * *
Un descubrimiento sorprendente de su libro para los lectores españoles es que el Roosevelt ingenuo y bienintencionado que es engañado por Stalin era, en realidad, un hombre de izquierdas que prefería al genocida soviético antes que a Winston Churchill, que, pese a ser un demócrata, era un imperialista.
En efecto, Roosevelt se hallaba rodeado de consejeros proclives a la URSS y, en no pocos casos, admiradores de Stalin. Además, el presidente se consideraba a sí mismo como un progresista. El objetivo de su política era la destrucción del imperialismo europeo y, singularmente, del británico. A la consecución de este propósito podía ayudarle muy eficazmente Stalin. Y no cabe duda de que, en varios sentidos, prefería a Stalin antes que a Churchill. Roosevelt había dispuesto que, terminada la guerra en Europa en 1945, el ejército de los EE.UU. debía ser reembarcado hacia sus bases en Norteamérica. La muerte del presidente tres semanas antes del final de la guerra evitó que el continente quedase inerme frente a los triunfantes ejércitos de Stalin, ya que Truman se negó a evacuar a las tropas.
Si llegan a evacuar las tropas de Europa la historia hubiera sido muy distinta.
Lee la entrevista entera: «Masacrar a la población no acortó un solo día la Segunda Guerra Mundial»
Dejar una contestacion