Alberto Sotillo articulista del ABC firma este artículo. Encuentro bastantes cosas acertadas, pero alguna no.
El medio ambiente natural de Al Qaida son los Estados fallidos. Yemen, Somalia, Afganistán o los países del Sahel. Incluso Pakistán es un Estado fallido ya desde su origen, pues un país nacido para diferenciarse confesionalmente de sus vecinos ya aparece condenado desde su primer día a esquivar los fundamentos racionales de un Estado moderno. En Yemen o Afganistán un jefe de tribu tiene mucha más autoridad que un jefe de gobierno que, a menudo, no es más que el figurín que simboliza el precario equilibrio entre señores feudales.
De acuerdo, el mejor medio ambiente en el que se desarrollan Al Qaida y sus franquicias son los estados fallidos, pero no se puede olvidar que la red inicial nació en un estado rico, muy rico: Arabia Saudita. Creo que el problema no es exactamente el dinero, sino la ideología que hay detrás.
Uno de los índices que atestiguan el fracaso del islam por conquistar la modernidad es el alto número de estados fallidos en que se dispersa. Y contra lo que a menudo se repite, el integrismo no es un fenómeno que busque una vuelta al pasado, sino que se presenta a sí mismo como modernizador tras el fracaso de occidentalistas, marxistas y nacionalistas por levantarla de la postración política en que se encuentra el islam.
Frente a la permanente guerra civil entre señores feudales, corrupción, atraso e inoperancia del Estado, el fanático integrista promete orden, virtud y mano dura. Y como hasta ahora ha fracasado en sus intentos de derribar a sus oligarquías locales, han emprendido una paranoica guerra contra las potencias occidentales que consideran protectoras de sus regímenes corruptos y fuerzas ateas que amenazan con acabar con la presencia de Dios en la tierra.
Y es cierto que a menudo se vincula a Al Qaida con Estados fallidos. Pero es mucho más infrecuente la deducción de que, en tal caso, la manera más efectiva de combatir a los terroristas es contribuyendo a que los países musulmanes cuenten con Estados eficaces y modernos. La persecución a sangre y fuego del terrorista está bien, pero de nada va a servir mientras sigan proliferando estados fallidos en el islam.
Los dos primeros párrafos totalmente de acuerdo, pero en el último el problema es: ¿quien diablos paga eso?, ¿los idiotas occidentales de siempre? No gracias, allá ellos si no saben regirse a si mismos, que problemas los hemos tenido y seguimos teniendo todos.
«la manera más efectiva de combatir a los terroristas es contribuyendo a que los países musulmanes cuenten con Estados eficaces y modernos»
En efecto, y lo mejor sería que las suegras no se metieran en los asuntos de los matrimonios, y que no lloviera en Semana Santa, y que en verano los pantanos estuvieran a rebosar, y que el caviar estuviera a 0,99 euros el kilo, y que las hipotecas no hubiera que pagarlas, y que los pedos no olieran mal.
Es exasperante ver la inocencia de estos analistas de oficina e Internet. No superan el nivel medio de Manolo el del bar de la esquina ¿Pero nos puede explicar de una repajolera vez cómo hay que hacer para que cualquier país de cualquier raza y de cualquier religión se ponga a tener instituciones que no surgen de su propio genio nacional?
Los países árabo-musulmanes no tienen una puñetera democracia en todo el ámbito de su civilización. ¿No será porque esas instituciones y esa forma de gobierno les son por completo ajenos a su cultura, a su mentalidad, a su sicología, a sus valores y a sus modos de vida?
¿Qué diablos nos importa cómo viven o dejan de vivir? Hay que mantenerlos a raya, y como sea, al precio a que dé lugar. ¿Qué mierda me interesa cómo viven las ratas en sus alcantarillas o en sus basurales? Tenemos que mantener las tapas del alcantarillado bien cerradas y en cuanto se cole una rata en casa acabar con ella enseguida, pues de lo contrario se va a instalar y se va a reproducir y al final seremos nosotros los que tendremos que salir de nuestra casa por haberse vuelto esta invivible.
Es un principio elemental: cuando se destapan las alcantarillas se abre una comunicación entre dos mundos opuestos e incompatibles. Recuerden que las tapas de las alcantrillas están ahí por alguna razón. ¿Qué ocurre entonces entre los habitantes de ambos lados de la boca abierta de la alcantarilla? Pues ocurre que los habitantes de uno de los lados no se pasa al otro lado y los habitantes del otro lado si se pasan al lado opuesto. Los del lado exterior de la alcantarilla no busca meterse en la alcantarilla pero los que están viviendo en las cloacas aprovechan la puerta abierta para salir de ellas. Y eso por la sencilla razón de que se vive mejor de este lado, y esa circunstancia hasta las ratas la aprecian. ¿Ven cómo no es tan complicado de entender?
Solución: coloquemos la maldita tapa en su lugar y pongamos raticida por toda la casa.
«En Yemen o Afganistán un jefe de tribu tiene mucha más autoridad que un jefe de gobierno que, a menudo, no es más que el figurín que simboliza el precario equilibrio entre señores feudales.»
En el mundo musulmán el Estado nacional es algo extraño a su historia y su cultura. Eso es un invento europeo, uno más. Entre los musulmanes sólo existen realmente la tribu, la comunidad próxima, y la umma, la comunidad universal de los creyentes. Y ese es el orden de su fidelidades, la tribu primero y después el islam. Es por eso que entre musulmanes no tienen ningún problema en masacrarse los unos a los otros. Sólo se unen entre ellos (y no siempre) cuando se trata de defender el islam de los infieles, los idólatras y otros politeístas. El Estado nacional nadie sabe qué carajo es eso.
Muy acertado, Arjun. Muy acertado.