Sí, hasta hace poco se sacaban las imágenes religiosas en procesión para que lloviera, rogando a Dios con el debido respeto. Ahora organizan manifas exigiendo trabajo. Exigiendo, no rogando. Al Estado, va de suyo.
La secularización y el ateísmo no parecen haber cambiado la mentalidad de esa ciudadanía en la que dizque reside la soberanía.
Nótese la cara de compunción religiosa que ponen. Los estandartes religiosos y los pendones han sido reemplazados por pancartas, estéticamente muy inferiores, todo hay que decirlo. Y en vez de bellísimas jaculatorias y letanías, se corean eslóganes ramplones.
Las rogativas se organizaban en casos de extrema necesidad, muchas veces tras ver aparecer la nube en el horizonte, decían las malas lenguas (y el pueblo socarrón). A veces había que volverlas a sacar para que dejara de llover.
¿Pero estos, a quién le exigen trabajo? ¿No conocen las leyes que ellos mismos democráticamente se han dado? ¿Quieren acaso que se les concedan los odiosos privilegios y exenciones que se asocian con el Absolutismo? ¿Quién es el destinatario de sus exigencias?
Inspirado aquí: Realismo mágico. Gracias.
* * * *
Quienes alertaban en tono apocalíptico de los peligros de la religiosidad estadounidense, vuelcan ahora sobre Obama un caudal de fervor digno de una secta mesiánica. Las gentes de progreso – de aquí como de allí- festejan su llegada a la Casa Blanca como si del advenimiento de un salvador se tratara. Tanta es su fe y tan inconmovible, que hasta creen en milagros. Sufren de una patología del siglo anterior y el actual. Han desplazado el impulso religioso a la política.
Pues sí.
En realidad el fetichismo del crecimiento económico fue siempre algo como muy soviético; el caso es que se ha acabado. ¿Qué esperanza ofrecer ahora a los parados? ¿Entretenimiento alienante? ¿La nueva de Almodóvar? ¿El Mundial?
http://www.eldiarioexterior.com/noticia.asp?idarticulo=14966&subtema=
A veces pienso que no hay mal que por bien no venga. Es un pensamiento panteísta y hegeliano, pero creo que tiene mucho de verdad.
A ver en qué acaba todo esto.