No está mal, 120.000 al año para una socióloga que no tiene que conseguir clientes ni beneficios, sino mantener viva la llama de la agitación racial (Vice President for Community and External Affaire, o sea, vicepresidenta para las relaciones con los no-blancos). Nada mal. Pero 300.000 me parece una barbaridad.
Lo curioso es que esa subida tuvo lugar tras el nombramiento de su marido como senador. También es muy curioso que el flamante senador soltara un millón de dólares al hospital al año siguiente. ¿No os parece? Aunque a lo mejor todo esto son suspicacias de «blanco racista».
Así se pierden las repúblicas.
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