Photo report on the counterdemo for the islamisation of Cologne / Reportaje fotográfico de la contramanifestación pro islamización de Colonia

As I did last year (A personal account of yesterday’s demo in Köln: Antifas block access to a demo: “We are the authority”. German police lines behind them) I was in Cologne the day when Pro Koln organised a demo against the islamisation of Cologne, Germany, and Europe.

As I arrived after 10 a.m., I could not join the demonstrators and decided to have a look to the counterdemostrators, a much more interesting fauna, even if the variety, ferocity and number of specimens that gathered this year falled down to less than one tenth of what I found last September. Enjoy:

The first thing we noticed was the police:

Then a group of Muslims (with Dhimmies?) distributing Islamic propaganda (Thanks, guys):

The main group of the counterdemo:

I have now read in GoV, about the da’wa operation planned by the city’s Muslims using the extreme Left and the “anti-Fascist” demo: Cologne: The Anti-Islamization Congress and the Da’wa Counter-Demonstration.

Their stage:

The counter demo had a curious mix of strident music and unexciting speakers:

I do not know who was this one, but he has the face of a preacher with a very stern doctrine. The lady below is a Catholic who refered to the II Council Vatican. It is eveident that they have moved from having «a high regard for the Muslims», to having a high regard for Islam, the Koran and its so-called Profet. In former times they would be forced to retract or else…  (at least excommunicated). Alas!:

Unfortunatelly for these Gutmensch, they are objective accomplices of the radicals, the antifas, the extreme left and the islamisation of Europe. Madam, your audience are Christofobes, homosexual activists, abortists and the like. They tolerate you today, because they are using you. Do not expect to find them in your church on Sunday.

Against the extrem right:

What about the extrem left?

No, this «tolerant» citizens do not seem concerned by the sicle, hammer and kalashnikov!

A «gramma without grandchildren»?

But, probably, this is the most pathetic case: Homosexuals for Islam!:

I agree, but who are the nazis?

Clowns, again:

This time the police protected the demostrators and monitored the counterdemonstrators, yet, I think they were ashamed of what they were doing. Ot it is possible that I was taking photos is a too conspicously way (I was and I wanted them to feel it):

Something new, the noticeable presence of Muslim women. As already said, Muslims planned a da’wa operation using the extreme Left and the “anti-Fascist” demo: Cologne: The Anti-Islamization Congress and the Da’wa Counter-Demonstration. :

Curiosities:

At the Cathedral’s square:

Cologne kicks. Against Racisms, Football for tolerance.

Ani-israeli stand:

I have never seen this. Deadlocks placed by lovers in fences:

At some places there are lots of them:

Why must they always insist that as they are «different» and they have an «identity». I mean this:

Obvious, my dear Watson:

3 comentarios

  1. A propósito de «Homosexuales a favor del islam».

    LA ERÓTICA DEL ISLAM

    Es un hecho no carente de interés, por la contradicción que encierra y el absurdo que conlleva, el que entre los más convencidos y entusiastas defensores y adeptos de la multicultura y la Alianza de Civilizaciones (esa idílica unión de Occidente con el islam, bailando enlazados el «Vals de las Mariposas» bajo una lluvia de pétalos multicolores: Shangri-La por fin materializada) estén no pocos homosexuales y feministas (lesbianas o no, invariablemente unas harpías), gremios afines que siempre van de la mano a todas partes, y no siempre a lugares recomendables. No diremos la mayoría, porque es cierto que algunos de ellos/as son concientes de los peligros que representa el islam, no solamente para la sociedad en la que viven y de la que gozan sus privilegios, sino también para la conducta homosexual y los planteos feministas (aun los menos exigentes), por no decir para la propia condición femenina. Como ejemplos bastará mencionar aquí a Pim Fortuym, político holandés homosexual asesinado a causa de su crítica al mundo musulmán por un izquierdista multicultural amigo de la «tolerancia y la diversidad» y a Orianna Falacci, considerada mucho tiempo un auténtico modelo de mujer progresista y comprometida (y por lo tanto feminista en esa óptica sectaria y deformante), convertida en los últimos años de su vida por los inquisidores islamófilos de lo políticamente correcto en una «fascista» con la cabeza puesta a precio por su valiente denuncia de la islamización de Europa, ante el silencio ovejuno de tanto eunuco suelto.

    Profundizar en los motivos que originan esa fascinación teñida de ternura por el mundo árabe-musulmán tan ampliamente difundida en los dos colectivos señalados, nos llevaría más allá de los límites de esta breve reflexión. Lo que importa aquí es apuntar lo siguiente: en el islam los homosexuales y las mujeres (sin necesidad siquiera de ser feministas o lesbianas) son parias sociales en diferentes grados, y en un sistema islamista riguroso las dos especies serían borradas de la vida civil y hasta de la faz de la tierra. (En Egipto, el país árabe-musulmán más «democrático», «abierto» y «tolerante», la homosexualidasd es un delito que se paga con largas temporadas en unas cárceles que, como nos podemos fácilmente imaginar, no son como las de los países occidentales. En el país de los ayatolás se los cuelga directamente de alguna grúa en la plaza pública ante la concurrencia del respetable mientras come pistachos).

    Pero no está de más señalar que la querencia por el moro, proyectada a su marco cultural y costumbrista, tan frecuente entre los homosexuales y no pocas mujeres occidentales, tiene gran parte de su fundamento en el mito literario y cinematográfico del árabe lascivo, sexualmente potente, posesivo y «castigador» , un prototipo de macho primitivo hipersexual y dominante que excita sobremanera la imaginación y colmaría las ansias íntimas más inconfesables de unos y de otras. Esa visión exótica y llena de tópicos hollywoodienses (el rapto, el harem, la favorita, la pasión del hombre del desierto: Rodolfo Valentino en «El jeque») acerca del hombre musulmán, que en esta versión, además de sus dotes eróticas, también es altivo, noble y caballeroso, no es extraña a esa singular afición hacia el islam. La prolongada relación de renombrados escritores y otros artistas homosexuales occidentales con el Magreb y otras regiones del orbe mahometano así lo atestigua: Jean Genet, André Gide (al que le disgustaba España porque le parecía un país… ¡demasiado macho!), Juan Goytisolo (una de las plumas antiespañolas -por partida doble- más venenosas) autoexiliado en su edén marroquí, el prolífico y entrañable Terenci Moix, eterno enamorado del país del Nilo, por no hablar del cariño repetidamente expresado de Antonio Gala por la España del califato y la Andalucia mora y sus otras «pasiones turcas». La lista no es completa. (*)

    Sin duda, lo que sueñan muchos homosexuales europeos o americanos es con las delicias carnales que sólo ellos experimentan y disfrutan, a manos de muslimes sementales llenos de cuscús y tal vez algo sudorosos, y ser ensartados bajo una palmera por salve sea la parte como unos pinchos morunos. Pero la realidad es que lo más suave que reserva el islamismo más puro y duro para estos hombres invertidos y para aquellas mujeres reivindicativas es el degollamiento y la lapidación. Esto no es un exceso literario, sino lo que dicen, en la propia Europa y en voz alta, los imanes más fanáticos, desde el púlpito de sus mezquitas subvencionadas con el dinero de los tolerantes europeos.

    Para curar a aquellos homosexuales y feministas de sus equivocadas simpatías y aleccionarlos acerca de sus peligrosas amistades, habría que mandarlos algún tiempo a Arabia Saudí, Afganistán, Sudán o a alguna otra bonita comarca del mismo género, y que fueran pregonando su condición de homosexuales y declamando sus pretensiones feministas a todo el que quisiera oírles. Sería interesante comprobar cuantos/as de ello/as seguirían defendiendo el islam y sus cacareados valores a su regreso de tan didáctica excursión. Claro está, si lograran sobrevivir a la experiencia, cosa dudosa en grado sumo.

    Propongo hacer una colecta nacional para enviar a Irán, Mauritania o al Sultanato de Omán, con un pasaje de ida únicamente (¿para qué tirar el dinero en inútiles pasajes de vuelta?) a todos los homosexuales y feministas amantes del mundo islámico. Sería el dinero mejor empleado por el bien de España desde la construcción de los pantanos en la época de Franco. Aquí dejo la idea.

    (*) Pierre Loti, Williams Burroughs, Paul Bowles, Truman Capote, Tennessee Williams, Gore Vidal, Roland Barthes, Allen Ginsberg: todos ellos homosexuales «habitués» de Tanger. Mención aparte y en una categoría de mayor jerarquía, cabe destacar a Lawrence «de Arabia». Señalo esto porque sería chocante e indecoroso incluir a T.E. Lawrence en una lista en la que estuvieran Terenci Moix y Antonio Gala, las mariconas oficiales de Cataluña y Andalucía respectivamente. Un respeto por favor, todavía hay clases. De más estar decir que la homosexualidad de T.E. Lawrence no merma en nada el atractivo de su sugestiva figura histórica.

  2. En el prefacio a la obra de E. A. Thompson «Los godos en España» hay un pasaje que llama singularmente la atención, por la analogía que se puede trazar con nuestro tiempo presente: «Así, es hasta el momento casi imposible analizar las razones del espectacular derrumbamiento del poder visigodo ante el asalto árabe; y seguirá siéndolo hasta que se haya trabajado mucho más sobre el periodo en conjunto. El primer inglés que trató el problema de la caída del reino y que intentó explicarlo fue San Bonifacio. En una carta al rey Etelredo de Mercia en 746-7, la atribuía a la degeneración moral de los godos y a sus prácticas homosexuales. No es en absoluto evidente que la moderna investigación, en el punto en que se encuentra, haya profundizado mucho más.»

    Más allá de lo acertado o no de esta explicación del descalabro de la monarquía goda ante la ofensiva árabe, percibimos un evidente paralelismo con la situación actual: el desorden moral que impera en España coincide una vez más con un nuevo embate mahometano. No nos atrevemos a establecer una relación exacta de causa a efecto entre estos dos fenómenos, pero constatamos su simultaneidad. Debe constituir motivo de seria reflexión el que en estos momentos en que España sufre una nueva invasión musulmana, a 13 siglos de distancia de la primera, esta coincida con la mayor degeneración moral y el más grave hundimiento de los valores que se recuerde por estos pagos, y con la apoteosis de la homosexualidad, encumbrada a la categoría de ideal, casi de estado superior de la humanidad: «elogio de la tara, triunfo de la anormalidad» (en palabras de Pío Moa).

    La historia no puede por menos que repetirse cuando se dan las circunstancias que hacen la repetición propicia, cuando no inevitable: mismos actores en escena, similar degradación de los invadidos, sumidos en discordias intestinas y en el estancamiento político, idéntico fanatismo de los invasores, movilizados por una fe ciega y un ideal de conquista y dominación, y como telón de fondo de este drama reeditado, una subversión galopante del orden natural de las cosas, una sociedad que se tambalea, consumida en peleas estériles, desnortada y ayuna de todo ideal.

    El patriotismo es una virtud eminentemente masculina, y es mucho más que el simple apego sentimental a un territorio ligado a nuestra existencia personal. El patriotismo es una actitud moral que define al hombre entero, sano, noble. ¿Se puede esperar patriotismo de un eunuco, de un depravado, de un rastrero? No es de extrañar que en el momento en que más denigrado está el amor a la patria, y el relajamiento en todo esté a la orden del día, el mariconeo más desfachatado esté en su apogeo. Decía el escritor francés Bernanos que: «Cuando los travestis y los homosexuales empiezan a salir de sus agujeros y a pulular, es el signo anunciador de la caída de Roma.»

    En España empiezan a hacerse patentes los signos inequívocos de un gran fracaso inevitable. Caminamos a pasos firmes y acelerados hacia la disolución de la nación, la destrucción de la sociedad, el derrumbe de un edificio otrora espléndido y siempre respetable, la muerte de una estirpe cuyo presente avergonzaría a cualquier generación anterior. Cuando los enemigos internos de España hayan fracturado sin remedio la patria de todos, los ansiosos bárbaros, que esperan impacientes su hora, sedientos de conquista y dominación, arrasarán, en alianza con sus correligionarios ya establecidos como cabezas de puente en nuestro suelo, con lo que no seremos ya capaces de defender. Nos queda como mucho un par de décadas, y España será historia.

    Lo peor no será, con todo, el anunciado final que se perfila como inevitable, sino la agonía miserable del ocaso. Submergidos bajo una abyecta masa de color liderada por el islam triunfante, subsistirán aún durante un tiempo, como reliquias de un pasado sepultado, unos grupos cada vez más reducidos de seres cada vez más despojados de la fuerza, de la belleza y de la inteligencia que fueron una vez el patrimonio de sus ilustres antepasados. Y en las terribles y proféticas palabras de Gobineau encontramos la pintura anticipada de nuestro irremediable porvenir: «La previsión entristecedora no es la muerte, sino la certeza de llegar a ella degradados; y aun esa vergüenza reservada a nuestros descendientes podría quizás dejarnos insensibles, si con secreto horror no advirtieramos que las manos rapaces del destinos se han posado ya sobre nosotros.»

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