Los sucesos de Charlottesville el pasado fin de semana siguen un patrón que se lleva repitiendo desde la pasada campaña electoral norteamericana: una multitud de “antifascistas” impiden la reunión pacífica de un grupo de ciudadanos, a los que agreden ante la pasividad de la policía, ordenada por los mandos políticos.
El pasado fin de semana se trataba de una manifestación de patriotas blancos en apoyo de su historia y de su raza. En ese caso reivindicaban la figura histórica del general Lee, jefe de las fuerzas militares de la Confederación. El apoyo a esa figura histórica ha dado excusas a todos los medios de comunicación, por la izquierda, y parte de la derecha oficial norteamericanas para calificar a quieres quieren solo defender su historia y su identidad europea de racistas, supremacistas, nazis, etc.
El atropello, de cuya motivación no se dice nada en la prensa, ha sido suficiente para que el apoyo de otros patriotas norteamericanos quede en suspenso. Sin embargo, los “antifascistas” no se conforman con menos que la rendición incondicional de todas las “derechas”, incluidas los que solo quieren tener la fiesta en paz, casa en urbanización fuera del centro y una buena pensión.
Ayer, sábado 20 de agosto, en Boston, sucedió algo parecido en una manifestación por la libertad de expresión. Los manifestantes habían indicado que no tenían relación con los de Charlottesville y condenaron el “racismo” y demás, pero no les sirvió de nada. Fueron solo unas pocas docenas y estuvieron rodeados de miles de “antifascistas”. Ese video muestra la proporción de unos y otros:
This is the first video I’ve seen that really shows the disparity between the «free speech» rally and the thousands of counter-demonstrators pic.twitter.com/Lca2J3vhsc
— Evan McMurry (@evanmcmurry) August 19, 2017
La comparación con la manifestación del viernes en Barcelona no puede ser más oportuna. Hay una diferencia, en ese caso la policía protegió a los manifestantes de los “antifascistas”. Se necesitaron 500 agentes para proteger a unas docenas de manifestantes contra miles de “antifascistas”, muchos de ellos con las caras tapadas.
Se dieron varias agresiones, menores, a los manifestantes. La parte pero se la llevó la policía, a la que lanzaron piedras y orines.
Trump hizo un ridículo espantoso, alabó en uno de sus twits a los contra manifestantes, tratando de ser conciliador: Love Fest in Boston: Trump Shows Support for ANTIFA Shutting Down Free Speech Rally (el enlace tiene muchas fotos del talante de los contra manifestantes). Después tuvo que apoyar a la policía, que estaba sufriendo las agresiones de los contra manifestantes.
El alcalde de Boston dio las gracias a los “antifascistas” y denunció el racismo, el antisemitismo, etc.
Este es un excelente resumen de los sucesos: Boston «Free Speech Rally» Concludes Without Major Incidents, 27 Arrested.
Es difícil ver en qué acabará esto. Salvo sorpresas positivas -o mejor dicho milagros- que no cabe esperar, la presidencia de Trump puede darse por concluida. Era la última oportunidad de la derecha social norteamericana -la oficial, como la española- es tan progresista como la izquierda, diferenciándose solo en las maneras. Pat Buchanan se refiere a esta división del país como la Segunda Guerra Civil y se pregunta que harán los políticos de derechas, porque es fácil lavarse las manos calificando de nazis a los manifestantes de Charlottesville, pero ¿se pregunta si defenderán los monumentos y estatuas que han definido la historia norteamericana capitularán ante los iconoclastas.
Tiempos interesantes a la vista.
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