Noruega: Imán trata de reclutar suicida en un centro de refugiados.

El caso tiene un aspecto curioso, incluso chusco. El interpelado accedió a ir Afganistán para participar en el atentado suicida a condición de que el imán fuera con él. El imán le dijo que no podía, porque tenía mucho que hacer en Oslo.

No es el primer caso, ni mucho menos:

Dagbladet got confirmation that the PST has information of other recruitment attempts among asylum seekers in Norway. The PST got information from different communities about similar attempts to recruit asylum seekers to Jihad – holy war.

Todo eso es tan típico de la «religión de la paz».

Norway: Imam tries to recruit refugee for suicide attack

6 comentarios

  1. Hola, soy un argentino que descubrió el blog hace unos días y que no deja de sorprnderse por las noticias que ustedes recogen y transmiten aquí. Quería simplemente felicitarlos… Ustedes están leyendo perfectamente el tiempo en el que vivimos. Me complace constatar que muchos españoles no parecen dispuestos a dar el brazo a torcer ante los inquisidores de la ‘política corrección’ y no dudan en denunciar la destrucción premeditada de Europa occidental, que se está llevendo a cabo con una total desfachatez, al amparo de la ideología de los derechos humanos (que son exclusivos para todos los no europeos) y los supuestos ‘beneficios’ del multiculturalismo (hasta ahora nunca comprobados), que redundan finalmente en el avasallamiento de la identidad de los países receptores de los inmigrantes, identidad que se viene constituyendo desde hace milenios.
    Con respecto al islam, cada día resulta más claro que si las cosas siguen como hasta ahora, se perfila como el relevo de la civilización occidental y judeocristiana, ante la exasperante indiferencia de muchos.
    La pregunta que yo quería hacer es la siguiente: ¿a qué atribuyen ustedes las caídas en la natalidad de todos los países poblados en su mayoría por europeos o descendientes de europeos? ¿cuáles creen que son las causas? Entiendo que son múltiples, y que se conjugan. Pero… ¿cuáles? ¿la progresiva secularización de la sociedad? ¿el ingreso de la mujer en el mercado laboral, su ‘emancipación’? ¿el rechazo cada vez más pronunciado por parte de los occidentales a los trabajos manuales (el hecho de que prácticamente todos quieran ser trabajadores intelectuales, empresarios o comerciantes? ¿las altos objetivos de vida que se plantean casi todos? ¿o simplemente han alcanzado como civilización un punto tal en el que la naturaleza misma los va apartando de la vida, por ser demasiados solemnes y distinguidos como para agotarse en los aspectos meramente biológicos? Sé que éste es un tópico recurrente para explicar la decadencia de occidente. También en este blog.
    Quería por mi parte agregar lo siguiente: las ‘colonias’ que los paises europeos habían echado fuera del viejo continente están también destinadas a correr la misma suerte. Vamos por partes. En Oceanía los casos más emblemáticos son el de Australia y el de Nueva Zelanda. En ambos casos el grueso de la población caucásica está envejeciendo, mientras que se multiplican los originarios del continente y reciben muchísima inmigración, sobre todo del sud-este asiático (en particular india y los paises de la indochina), de China y de Corea. O sea que en el mediano plazo los blancos dejarán de ser mayoría, sobre todo considerando que ambos países están muy poco poblados (21 millones Australia y 4 NZ, creo). En américa del Norte pasa algo similar: Canadá es algo así como la meca del multiculturalismo, y su población está también envejeciendo rápidamente (sobre todo los blancos, descendientes de británicos y franceses), a la par que atrae muchísmos inmigantes de todos los rincones del mundo en edad de reproducirse. Con respecto a EEUU, ya se sabe cuáles son los pronósticos del Instituto de Censos: para el año 2042 los blancos anglo-americanos dejarán de ser mayoría. Y quizás deban adelantar nuevamente la fecha, considerando la cuantiosa inmigración que el país recibe y las mayores tasas de fecundidad de las minorías. Finalmente, los casos en América del Sur de Argentina, Uruguay y el Sur de Brasil, que repiten las tendencias mundiales. Con respecto a mi país, Argentina, avanza a pasos agigantados a convertirse en un país como sudáfrica, en el cual los blancos son una minoría inferior al 10%. De hecho ya vivimos en una sociedad ghetizada, en una suerte de apartheid de factum, en el cual el terreno se disputa palmo a palmo. Cabe aclarar que en nuestro caso la inmigración de la gente pobre de campo de las provincias del norte comenzó en la década del 40, con el peronismo (palabra maldita), y que desde entonces sólo se agravó, y además se sumó la de millones de personas de los países limítrofes (a partir de la década del ’80), por lo general traídas como mano de obra barata (prácticamente esclava) por empresarios inescrupulosos que pretenden obtener el mayor rédito económico. Ningún gobierno pudo ofrecer una solución edilicia o de infrastructura eficaz para contrarrestar la marginalidad que estos movimientos migratorios produjeron en las grandes urbes. Mucho menos los gobiernos populistas, que no tienen la mínima intención de que esa gente salga adelante. Además, en países tan grandes y con una densidad poblacional tan baja como Argentina, Canadá y Australia, unos pocos inmigrantes nos cammbian la población. No me quiero imaginar cuando nos descubran ciertos países hiperpoblados como India, Pakistán, Indonesia, Filipinas, o la misma China, a los cuales sacarse de encima unos millones de personas no les representa absolutamente nada, y qiue en nuestro caso sería ‘el acabóse’ del país tal y como lo conocemos.

    Saludos y, nuevamente, felicitaciones;
    Seguiré leyendo el blog con muchísimo interés…

  2. Hola Jas. Gracias por todo.

    No sé la razón de esta caída de la natalidad. Entre otras cosas se debe a cierta inconsciencia y al repique a que nos han sometido con la superpoblación.

    Yo tengo dos. Debería tenido cuatro. Y podría habérmelos permitido. Hemos creído que habíamos llegado al «final de la historia» y que no hacía ya falta luchar, ni crecer y multiplicarse.

    Un gran error. Lo más lamentable es la cantidad de personas de «derechas» que no tiene hijos, o tienen el triste hijo único.

    Tenemos que volver a las familias numerosas. Cueste lo que cueste, como dice el Oriamendi.

  3. AMDG, agradezco enormemente tu respuesta.

    Pido disculpas por haber introducido esta discusión en una noticia que poco y nada tiene que ver con el asunto, cuando lo más pertinente hubiese sido quizás hacer mi comentario en una de las tantas de la sección «Demografía», por ejemplo.
    Pido además disculpas por anticipado porque nuevamente me extenderé demasiado en este comentario, y tal vez resulte un poco tedioso leer comentarios tan largos…

    Pero bueno… con respecto a tu respuesta:

    Si no me equivoco, ese disparate de proclamar haber llegado al «final de la historia» es atribuible al filósofo comunista ruso Alexandre Kojève, que se basó para ello en la lectura de Hegel y en sus observaciones sobre las sociedades capitalistas avanzadas; la idea después fue retomada por Francis Fukuyama para explicar el mundo tras la caída de la Unión Soviética y el triunfo del capitalismo. Pero de algún modo, a pesar de lo absurda que es la tesis, es cierto que las vivencias de los occidentales hoy por hoy se aproximan mucho a esa sensación, sobre todo por creerse el corolario de la evolución.
    No pretendo agregar nada más a esta discusión, que es ya tratada magistralmente en este blog…
    Pero quería compartir con vos el parecer de un pensador que debés conocer bien, que meditó mucho -y con una lucidez pasmosa- sobre los albores y los ocasos de las civilizaciones; un personaje, por lo demás, típico de la decadencia, que pasó toda su vida coqueteando con el suicidio, y un enamorado de España, entre otras cosas. Me refiero al filósofo rumano E. M. Cioran. En un pasaje del libro «Desgarradura» escribe lo siguiente, a propósito de sus observaciones cotidianas en París:

    “Una noche en el metro miré atentamente a mi alrededor: todos procedíamos de otro lugar… Entre nosotros, dos o tres figuras de aquí, siluetas azoradas que daban la impresión de pedir perdón por su presencia. El mismo espectáculo en Londres.
    Las migraciones no se realizan ya por desplazamientos compactos sino por infiltraciones sucesivas entre los «indígenas», demasiado exangües y distinguidos para rebajarse a la idea de un «territorio». Tras mil años de vigilancia, las puertas se abren… Si se piensa en la larga rivalidad que existió entre franceses e ingleses, y franceses y alemanes después, se diría que todos ellos, debilitándose recíprocamente, no tenían más objetivo que precipitar la hora de su hundimiento común para que otros especimenes de humanidad tomaran el relevo. La nueva Völkerwanderung, al igual que la antigua, suscitará una confusión étnica cuyas fases no pueden preverse con claridad. Ante cataduras tan dispares, la idea de una comunidad mínimamente homogénea resulta inconcebible. La posibilidad misma de una multitud tan heteróclita sugiere que en el espacio que ésta ocupe, no existía ya entre los autóctonos, el deseo de salvaguardar ni siquiera una sombra de identidad. Del millón de habitantes que tenía Roma en el siglo III de nuestra era, sólo sesenta mil eran latinos de origen. Cuando un pueblo realiza la idea histórica que tenía la misión de encarnar, se queda sin motivos para preservar sus diferencias, para cuidar su singularidad, para salvaguardar sus rasgos en medio de un caos de rostros.
    Después de haber dominado los dos hemisferios, los occidentales se están convirtiendo en el hazmerreír del mundo: espectros sutiles y ultrarrefinados, condenados a una condición de parias, de esclavos claudicantes y lábiles, a la que quizás escapen los rusos, esos últimos blancos. Ellos poseen aún orgullo, el motor, la causa de la historia. Cuando una nación deja de poseerlo y de creerse la razón o la excusa del universo se excluye a sí misma del porvenir: ha comprendido al fin -por suerte o por desgracia, según la óptica de cada uno”.

    Creo que describe con creces el estado de cosas actual. En todo caso, lo que me parece discutible es esa concepción fatalista según la cual los pueblos tienen una misión histórica que realizar, y una vez que lo hacen, ya no hallan motivos para preservar su identidad, su singularidad, y entran en una especie de sopor milenario, tal como ocurrió con los egipcios y con los griegos…
    No sé que opinarás vos.

    Saludos.

  4. Por favor, Jas, nada de pedir perdón. La tuya es una contribución valiosísima.

    El tema del fin de la historia me apasiona más de lo que podrías imaginar. Y conozco a Kojeve, que es también el padre de la estrategia “euromediterránea”:

    http://layijadeneurabia.com/?s=kojeve&submit=Go

    Pondré tu comentario en el blog. Sí pienso como tú. Me escandaliza la falta de instinto reproductivo de nuestros hombres y mujeres. Conozco a chicos y chicas con un buen trabajo y sin ningunas ganas de formar un hogar y criar dos o tres hijos, o más, pero al menos esos. Merecen desaparecer y desaparecerán de la historia y del mapa genético de la humanidad. No sé qué pasará con los que quedemos, quizás el hundimiento nos lleve también por delante, pero al menos habremos cumplido nuestro deber.

    Un abrazo

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