Se trataba de un plan para hacer volar por los aires al Rey Jaime I, a su esposa y a la mayor parte de su familia cuando, pocas horas después, asistieran a la inauguración del Parlamento. Y, de hecho, ese plan tenía su propio Hombre del Saco: un soldado de fortuna, de religión católica y vinculaciones proespañolas, llamado Guy Fawkes, a quien se había sorprendido ultimando la disposición de los barriles de pólvora y de la mecha que habría de consumar tan diabólico propósito.
El episodio tiene algunos puntos turbios, incluso muy oscuros:
Todo conduce, pues, a lo que contemporáneamente conocemos como la técnica de darle hilo a la cometa. Es decir, a la probabilidad de que el complot terrorista fuera alentado desde dentro del propio aparato del Estado que lo desbarató y rentabilizó…
Esto le lleva al 11 M…
De lo que no cabe duda es de que, a punto ya de cumplirse el segundo aniversario de la masacre de Madrid, en la España de hoy persiste la misma perplejidad, que ya reflejaba en sus despachos el embajador de Venecia en Londres inmediatamente después de la desarticulación de la Gunpowder Plot, ante la desproporción entre la escasa entidad de sus presuntos autores -los moritos de Lavapiés- y la descomunal dimensión de lo que en este caso consumaron.
Pedrojota empieza apuntando a las gravísimas irregularidades de este caso:
Si yo les dijera que sabemos lo que ocurrió el 11-M, o incluso que tenemos una teoría cerrada sobre los hechos y estamos pendientes tan sólo de verificarla, estaría maquillando de falsa jactancia todo el archipiélago de mi desconocimiento. Pero lo que a estas alturas sí me atrevo a afirmar es: 1) Que tengo el convencimiento de que la realidad ha sido manipulada mediante la introducción de pruebas falsas destinadas a engañar tanto a la opinión pública como al juez instructor. 2) Que tanto la mochila de Vallecas, como la furgoneta Renault Kangoo, como el coche Skoda Fabia forman parte de ese montaje. 3) Que ello implica la participación de miembros de los aparatos policiales y servicios del Estado si no en la comisión del atentado, sí desde luego en su distorsión al servicio de objetivos políticos..
Bueno, esto es una acusación bastante grave… Así remata la homilía:
Lo que yo digo es que hago mío el diagnóstico con que el crítico del Times Richard Morrison concluía el pasado 2 de mayo su análisis de todo lo publicado sobre la Gunpowder Plot: «El relato oficial de la conspiración fue una leyenda negra, brillantemente fabricada». Seguiremos informando.
No se si avisa o amenaza, pero creo que veremos pronto en qué se sustancian esas palabras.
Publicado en paralelo en Desde el Exilio.
Si no fuese por lo serio y dramático del tema, lo de el pedroj sería hasta gracioso. Está claro que en España inventamos el esperpento.
Dicho esto, creo que simplemente mencionar a este periodista de investigación, le resta seriedad a cualquier cosa en cualquier contexto. Por eso lo digo.