- A Throne in Brussels”, de Paul Belien
Empiezo la reseña de una lectura veraniega de hace varios años. Se trata de “A Throne in Brussels”, Un Trono en Bruselas, de Paul Belien, que trata de las dichas y desdichas de la casa reinante (Sajonia-Coburgo) y, a la vez, de la historia de Bélgica a partir de 1830.
Paul Belien fue el editor de The Brussels Journal. Es un flamenco católico. Tiene varios hijos a los que educa personalmente, sin enviarlos a la escuela. Su mujer es miembro del denostado Vlaams Belang.
Es un libro muy interesante y recomendable para los interesados en la historia. En la historia y en la política, porque el futuro de Bélgica está en el alero. El país podría escindirse lo que tendría unas importantes repercusiones para otros países con movimientos secesionistas, como España, y para la propia Unión Europea. No solo es que Bruselas sea la capital del imperio, sino que la propia UE está empapada de ideología belgicista.
El libro está concebido como una denuncia del carácter artificial de Bélgica y de la opresión que los flamencos han padecido a manos de los Sajonia-Coburgo y de los valones. En mi opinión consigue ambos propósitos.
Sin embargo, tengo que ponerle un pero al libro. Este parte de la situación de Bélgica en los años 1820, cuando eran parte de Holanda. Pero en los siglos anteriores las provincias belgas eran una unidad distinta de Holanda. Esto es de la wiki:
Durante la Edad Media, los Países Bajos estaban fragmentados en pequeños estados feudales. La mayor parte de ellos se unió durante los siglos XIV y XV con la casa de Borgoña, formando los Países Bajos borgoñones. Estos estados ganaron el estatuto de autonomía en el siglo XV y fueron conocidos desde entonces como las Diecisiete Provincias.
La historia de Bélgica se puede distinguir de la de los Países Bajos desde el siglo XVI. La Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) provocó la división de las Diecisiete Provincias en las Provincias Unidas al norte y los Países Bajos del Sur al sur. Las provincias del sur fueron gobernadas sucesivamente por los Habsburgo españoles y austriacos.
Hasta la independencia de Bélgica, los Países Bajos del Sur eran un territorio muy codiciado por los conquistadores, y eran el telón de fondo de la mayor parte de las guerras franco-españolas y franco-austriacas durante los siglos XVII y XVIII. Tras las Campañas de 1794 de las Guerras Revolucionarias Francesas, los Países Bajos —que incluían territorios que nunca habían estado bajo dominio de los Habsburgo, como el Obispado de Lieja— fueron invadidos por Francia, terminando con el mando español y austriaco en la región. La reunificación de los Países Bajos como Reino Unido de los Países Bajos tuvo lugar a finales del Imperio Francés, en 1815.
Belién debería haber mostrado, dedicándole al menos un capítulo, la historia e instituciones de la Bélgica de los siglos XVII y XVIII, que sería el statu quo frente al que comparar la Bélgica del XIX.
Bélgica está atravesada por una microfalla civilizacional, de ahí sus problemas y la indefinición de sus fronteras. Pero ¿puede decirse que sea un estado artificial? Creo que la respuesta es sí. Hay dos mentalidades y dos poblaciones que apenas se mezclan y que viven de espaldas (creo haber leído que menos los matrimonios mixtos son menos del 1%). Nada que ver con la situación de España, donde sí puede decirse que las divisiones son obras del interés político, no de las poblaciones. Desde luego, si se sigue fomentando la división acabará todo en la fragmentación de España. En mi opinión, a estas alturas de la partida es lo mejor que nos puede pasar a los españoles: la separación llevará a la ruina de los secesionistas, que podremos ver, sin ocultar nuestra satisfacción, desde un palco de primera.
Pasado mañana empezamos con el libro en sí.
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