Isabel la Católica, de Manuel Fernández Álvarez (5). Esclavos cristianos, amos musulmanes y otras inquisiciones

Continúo el repaso al libro Isabel la Católica de Manuel Fernández Álvarez (aquí está la parte anterior: Isabel la Católica, de Manuel Fernández Álvarez (4)

p. 437: «En cuanto a los cautivos, otra dolorosa estampa, otra de las singularidades de aquella sociedad, también Isabel atenderá a los que carecen de medios para conseguir su rescate:

Item, mando que dentro del año que yo fallecieses sean redimidos doscientos cautivos de los necesitados

No son los cautivos «de aquella sociedad», son los cristianos cautivos de los moros. Son estampa de aquella sociedad en el sentido de que se echa de menos su presencia. Y no son una singularidad. Ni mucho menos. Los musulmanes han hecho siempre que han podido cautivos entre los infieles de su frontera. En nuestro caso hasta bien entrado el siglo XIX (1300 años de Yijad contra Europa):

Entre 1503 y 1780, los berberiscos llevaron a más de un millón de europeos a África como esclavos. En el norte de África había mercados de esclavos europeos.

p. 439: «De verdadero interés, aunque se estipule en breves cláusulas, es lo que se refiere a las consignas de la Reina en política exterior. Y curiosamente ninguna sobre Europa, como si este fuera un terreno aparcado para su marido Fernando…»

En varias ocasiones habla Fernández de Europa en un sentido que supera lo meramente geográfico. Es un anacronismo debido al europanfilismo que hemos detectado en otras ocasiones. Los contemporáneos no hubieran usado esa palabra. Europa no existía como tal, sino como conjunto de reinos de la cristiandad. Por lo demás, la política de la reina era acertada. Castilla debería haber seguido tomando posiciones en el Norte de África y asentándose en América, enredarse en los asuntos de Flandes y del Imperio, y en el los italianos, fue un error.

p. 441: «Y es precisamente en esa parte del Testamento donde la Reyna se refiere a la Inquisición, con una frase breve, lo que no deja de llamar la atención, pues no se aprecia el fervor que cabía esperar en quien fuera tan firme fundadora de la institución; y en esa advertencia a sus sucesores sobre la defensa de la fe y de la acción sobre África añade sin más estas pocas palabras:

… e que siempre favorezcan mucho las cosas de la sancta Inquisición contra la herética pravedad»

Antes se especulaba si sus visiones se deberían a la mala conciencia por la actuación de la Inquisición. Ahora, ante un apoyo explícito, se responde que es sospechosamente tibio. La Inquisición estaba entonces institucionalmente asentada, sin que nadie la pusiera en cuestión ¿no es suficiente este apoyo?. «… siempre favorezcan mucho las cosas de la sancta Inquisición contra la herética pravedad» no me parece un apoyo tibio. Ustedes dirán.

p. 442: «Fue la mas temible y acatada reina que nunca fue en el mundo, ca todos los duques, maestres, condes, marqueses e grandes señores la temía e avían miedo della…

Pero añadiendo una loa verdaderamente hermosa:

Los poecillas se ponían en justicia con los cavalleros e la alcanzaban»

Sí, esto es el llamado Absolutismo, una racionalización jurídica del feudalismo en la que se pone coto -aunque no se eliminan- a los privilegios, incluso a la impunidad de los señores feudales a favor del reino en general.


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