Palmeros, romeros, peregrinos

Palmeros, romeros, peregrinos

Son los cristianos que viajan por motivos religiosos a Jerusalen, Roma y Santiago, respectivamente, aunque la palabra peregrino se use genéricamente para todos ellos. Eran esos los principales centros de peregrinación cristiana, cuya importancia va más allá de la meramente religiosa, porque junto con los propios peregrinos, atraen turismo, estudiosos, artes y oficios… El descubrimiento de los restos del apostol  Santiago en Compostela y su camino de peregrinación conectaron los reinos cristianos del Norte de España con el resto de la Cristiandad y favorecieron la tarea de expulsión de los mahometanos.

El judaísmo era religión de peregrinaciones. Este texto que aclara la importancia económica del Templo como lugar de sacrificios, peregrinación y pago de impuestos religiosos:

…. grandes fiestas religiosas judías, especialmente Pascua, Pentecostés y las Chozas (los Tabernáculos), a las que todos los judíos a partir de los trece años tenían que acudir en peregrinación.(…)

El templo se sostenía gracias a las contribuciones de los judíos de todo el mundo.

(…)

Otros ingresos procedían del comercio organizado de animales destinados a los sacrificios y del cambio de moneda extranjera, considerada impura por llevar la imagen del emperador, por la acuñada en el templo (Mc 11,15).

(…)

El tesoro del templo hacía las funciones de banco. En él se depositaban bienes de particulares, sobre todo de la aristocracia de Jerusalén, en especial de las altas familias sacerdotales. Los fondos del templo, unidos a sus propiedades en terrenos y fincas, hacían de él la mayor institución bancaria de la época.

Era, por consiguiente, una gran empresa económica, administrada por los sumos sacerdotes, quienes no sólo detentaban el poder político y religioso, sino que eran al mismo tiempo una potencia financiera importante.

La ciudad de Jerusalén vivía prácticamente del templo, que procuraba grandes ingresos, sobre todo en las épocas de peregrinación, tres veces al año, cuando acudían, además de los judíos de Palestina (Jn 7,9-10), gente del extranjero (Jn 12,20).

Tan grande debió de ser la riqueza del templo, junto con la de las familias sacerdotales de Jerusalén, que, después de la conquista y destrucción de la ciudad el año 70 d.C., el precio del oro bajó a la mitad en toda la provincia romana de Siria.

No es de extrañar que el Cristo echara a los mercaderes del Templo, en uno de los pocos arrebatos de furia de que dan cuenta los Evangelios.

La Meca era también un centro de peregrinación politeísta pre-islámico que Mahoma se vio obligado a incorporar a su religión supermonoteísta (La verdadera historia de los versos satánicos).

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