Ese es el resultado, por el momento, del viaje del Papa a Turquía. Estaba avisado de cómo se las gastan los turcos, pero ha vuelto a caer en la trampa.
Los dos encuentros con el primer ministro y con el director de asuntos religiosos se saldaron con sendas cesiones. En la primera el Vaticano habría pasado a apoyar la entrada de Turquía en Europa (¿Se quiere suicidar el Vaticano? ¿Quiere ver la basílica de S. Pedro convertida en mezquita antes de fin del siglo? ¿O es todo una exageración de la prensa?). En todo caso, esta es la postura oficial:
La Santa Sede no tiene poder político sobre la entrada de Turquía en Europa, Aclara el portavoz vaticano
ANKARA, martes, 28 noviembre 2006 (ZENIT.org).- El Vaticano no tiene poder político para influir en la entrada de Turquía en la Unión Europea, aclaró el portavoz de la Santa Sede este martes.
«La Santa Sede no tiene el poder ni la tarea política específica de intervenir sobre el punto preciso de la entrada de Turquía en la Unión Europea. No le compete, aclaró el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa vaticana.
«Sin embargo –añadió– ve positivamente y alienta el camino de diálogo, de acercamiento y de entrada en Europa en virtud de valores y principios comunes».
«En este sentido el Papa expresó su aprecio por la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones promovida por el primer ministro Recep Tayiip Erdogan», declaró el padre Lombardi.
Bueno, quien conozca el lenguaje diplomático verá que no se puede hablar precisamente de entusiasmo… Eso lo ve un tonto de baba, no así la enviada especial de El Mundo (Irene Hdez. Velasco) para el caso: El Papa cambia de opinión y anuncia su apoyo al ingreso de Turquía en la Unión Europea. El Papa no anunció nada, señora. Fue Erdogán, sabiendo que no le iban a desmentir, y que la prensa maurófila de izquierdas y pánfila de derechas (Panfilia era una región de Anatolia, por cierto) lo iba a repicar. Pero ella insiste:
«Yo no soy un político, pero deseo el ingreso de Turquía en la Unión Europea». Esas palabras mágicas obraron ayer el milagro de transformar al odiado Benedicto XVI, al «Papa enemigo de Turquía» -como tituló el principal periódico del país tras su elección como Pontífice- en estratégico aliado político del Gobierno de Ankara.
(…)
Fue en ese cuarto, presidido por un retrato de Atatürk, el fundador de la moderna Turquía, donde el Pontífice dio su bendición al ingreso de ese país de aplastante mayoría musulmana en la Unión Europea, dejando de lado las reticencias que hasta ahora siempre había mostrado al respecto. «Ha dicho que no es un político, pero que desea que Turquía pueda ingresar en la Unión Europea», aseguraba Erdogan citando las palabras de Benedicto XVI.
Es decir, lo que aseguraba Erdogán se pasa a estilo directo manteniendo las comillas para que parezca trasncripción literal de las palabras del Papa. No caerá esa breba, Irene. Pero por insistir que no quede. Así, aprovecha el encuentro con el presidente de Asuntos Religiosos (Ali Bardakoglu), la máxima autoridad musulmana turca, para hacer una denuncia en el titular: «Está creciendo la ‘islamofobia’». En todo caso, Bardakoglu respondió a un discurso de nuestro Papa -que era todo él mano tendida al «diálogo»- con el típico discurso victimista de los musulmanes, que incluía además unas indirectas demasiado evidentes:
«En los últimos tiempos, estamos observando cómo está creciendo gradualmente la islamofobia, una mentalidad que sostiene que la religión musulmana contiene y defiende la violencia, que el islam se ha difundido en el mundo a través de la espada y que los musulmanes son potenciales defensores de la violencia», denunciaba Bardakoglu, subrayando que todos los musulmanes rechazan esas acusaciones que son incompatibles con los conceptos de Justicia y razón.
Es más: según la máxima autoridad religiosa turca, «ese tipo de proclamas son el principal motor de aquellos que realizan acciones equivocadas en nombre de la religión».
Bueno, pues estas son las dos noticias principales del viaje de Benedicto XVI a Turquía en El Mundo. En una se exagera y miente sobre su apoyo al ingreso de Turquía en la UE, en la otra se hace una denuncia de la Islamofobia. Me indigna este tratamiento del viaje en el periodico de referencia de la derecha. Y mucho. Especialmente cuando el editorial muestra esa poco diplomática encerrona turca (EDITORIAL: ENCERRONA DIPLOMATICA EN TURQUIA):
Según la versión de Erdogan, fue él quien pidió al Papa ese apoyo, a lo que el Sumo Pontífice supuestamente replicó: «Deseamos ver a Turquía en Europa». El Vaticano no ha querido entrar en polémicas y simplemente ha difundido una versión mucho más matizada, recordando que «la Santa Sede no tiene el poder específico, político de intervenir sobre el punto preciso del ingreso de Turquía en la UE» y que «ve positivamente y anima el camino de diálogo y de acercamiento en Europa, sobre la base de los valores y principios comunes». Aunque Ratzinger se había manifestado en 2004, siendo aún cardenal, en contra de la entrada de Turquía en la UE, desde que se convirtió en Papa la posición del Vaticano respecto a esta cuestión ha sido de estricta neutralidad.
Curioso lo de los editorialistas de El Mundo: su valoración es la que hago yo; es decir, ¡no se creen la crónica de su enviada especial! Es otro caso más de la esquizofenia irremediable de este medio.
Ya por la tarde, el Papa tuvo que volver a hacer acopio de sus dotes diplomáticas para su entrevista con el máximo responsable de Asuntos Religiosos de Turquía. Así, mientras éste se dedicó a soltarle una reprimenda por su discurso del pasado mes de septiembre en Ratisbona y a conminarle para que no se «sirva de las diferencias para encontrar a nuevos seguidores», el Papa eludió el enfrentamiento y se dedicó a instar a cristianos y musulmanes «a colaborar por la paz».
El motivo pastoral del viaje, que es la reunión con el líder de los cristianos orto- doxos, Bartolomeo I, está quedando diluido en lo que cada vez se parece más a una cumbre diplomática cuyo fin es reconciliarse con el islam y evitar cualquier mensaje que pueda ser interpretado como ofensivo. El viaje sin embargo no termina hasta el viernes, y habrá que ver si hasta entonces el Papa elude el que hasta ahora ha sido uno de sus principales mensajes para los países de mayoría musulmana: que respeten la libertad de las minorías cristianas en la misma medida en la que su religión puede desarrollarse en Europa.
Coincido plenamente con la valoración del primer día de viaje que refleja este Editorial.
PS: Si queréis seguir el viaje en vivo y en directo desde Zenit, en español, podéis hacerlo aquí.
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