La mano que mece la cuna: Campaña por un hijo más.

Aunque no tanto como Madrugador/Diego, me gusta tocar el tema demográfico. Soy de los que crecieron cuando se hablaba de explosión demográfica y se contaban historias como que la gente tendría que dormir en las escaleras de las casas por falta de espacio. Eran los años 70, se hababa también del crecimiento cero, del fin del petróleo. Como veis, los cambios climáticos, calentamientos globales y demás monsergas pseudos-científicas no son nada nuevas.

El caso es que he cometido el error de tener solo dos hijos pudiéndome permitir, gracias a Dios, tres o más. Por eso, me ha hecho tanta ilusión saber de este sitio católico que implora –la situación es suficientemente desesperada para hacerlo- a los matrimonios que tengan un hijo más: One more soul.

Imaginaos que los nativos europeos y norteamericanos decidieran tener un hijo más. Los progres –la mayoría sin hijos o con el triste hijo único- que insisten en que necesitamos inmigrantes se callarían de una vez por todas. Los inmigrantes verían, en vez del exquisito cadáver actual, una cultura vital, activa, con ganas de vivir, lo que facilitaría su integración.

La reproducción de los nativos es una condición sine qua non de la lucha contra la invasión.

The Cradle’s Revenge

2 comentarios

  1. Las políticas de fomento de la natalidad no hay que inventarlas.
    Pero, ¿interesan de verdad?

    Al principio se llevaban esclavos negros a América, directos de África. Sólo machos. Un recurso fácil y barato. Los negreros se encargaban.

    Luego acabó resultando más barato criarlos. Se trajeron mujeres. Se reproducían bien. Podía hacerlo uno mismo con sus propios esclavos.
    Todo mucho más barato aún.

    Como es lógico, el capital no entra en más consideraciones que el beneficio a corto plazo.

    Lo que quiero decir, si pretender ser cenizo, es que ahora al capital le resulta mucho más barato traer inmigrantes. No hay que invertir nada en ellos. No saben ni como se escribe «conquistas sociales». Son votantes manejables, y consumidores aún más manejables. Y son mucho más agradecidos. Un empresario también también tiene su corazoncito, y gusta de ver una sonrisa de agradecimiento de vez en cuando.

    Sencillamente, hemos sustituído las políticas de fomento de la natalidad por las de fomento de la inmigración.

    ¡Todo sea por la plusvalía!

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