Lo leo aquí (China dice haber desarticulado grupo musulmán). El comienzo no puede ser más contundente:
BEIJING (AP) – La policía china mató a tiros a cinco miembros de un grupo islámico independentista en el oeste del país, dijeron el miércoles los medios informativos estatales, y las autoridades pidieron redoblar las medidas de seguridad antes de las Olimpíadas en Beijing.
No me extrañaría nada que se tratara de una operación «preventiva». Como esta:
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China rechazó el día 8 el informe de un grupo extranjero de derechos humanos sobre la demolición de una mezquita en la Región Autónoma de la Etnia Uygur de Xinjiang, noroeste del país, calificándolo como «seriamente erróneo».
El grupo aparentemente afirma que la mezquita en el distrito de Kalpin cerca de la ciudad de Aksu fue demolida después de que ésta rechazó ayudar a promocionar los Juegos Olímpicos.
«Los dos edificios eran estructuras ilegalmente construidas, no mezquitas como se informó», señaló el portavoz de la cancillería china, Qin Gang, en una conferencia regular de prensa.
También China padece el azote musulmán. He tratado en otras ocasiones sobre la minoría musulmana uighur, que vive en la provincia más occidental de China, pero este artículo del Catoblepas nos proporciona mucha información sobre el Islam en China (La situación de los musulmanes en la República Popular China).
Aparte de la información, tiene muchas reflexiones interesantes, por ejemplo:
La poligamia, como ya observó Schopenhauer, favorece la natalidad, debido las diferentes condiciones de fertilidad de los hombres y mujeres. Y, como observó Voltaire, no favorece precisamente la libertad de las mujeres. Los frutos de su prohibición, sin embargo, pueden ser el concubinato o la promiscuidad (practicada por Mao hasta el límite de sus posibilidades, según su médico personal), no muy convenientes en un mundo atemorizado por la profusión de las enfermedades de transmisión sexual; así como entre los frutos de su existencia, según Montesquieu, esta vez quizá más acertado, se encontraba la homosexualidad, debido a la acaparación que provoca la carestía de unos y el desprecio en la abundancia de otros: aunque no se diferencia demasiado de las opiniones de Pedro de Urdemalas en el Viage de Turquia sobre la bujarronería de los turcos.
Una de las razones de la resistencia de China frente a la expansión del Islam es su gusto por el cerdo:
La producción porcina en China es importantísima, y el consumo de la carne de cerdo tradicional y antiquísimo. Según Mi Yali, consultado por el diario virtual comunista Pueblo en línea («China elabora estándares para minimizar el sufrimiento del ganado en los mataderos», 18 de diciembre de 2007), «el año pasado la producción anual de carne de China se situó en más de 80 millones de toneladas, de las que más de 50 millones de toneladas eran de cerdo, cifra que representa cerca del 52 por ciento del producción mundial». De este tipo de alimentación, como del alcohol, se excluyen los musulmanes, especialmente las mujeres, con mayores dificultades en el medio urbano, como expone el interesantísimo libro de Marys Boyd Gillette. El halāl no entra en los planes de producción de la República Popular, y si bien los métodos chinos tradicionales de matanza eran, como tantos otros métodos chinos, más crueles que los musulmanes, los estándares de los que habla Mi Yali tampoco permitirían comer carne a los viejos musulmanes.
Termina así:
Pero así como el acoso del yihad no es nada nuevo, tampoco lo es para las potencias occidentales el volver la mirada esperanzada al gran poder de Oriente. Inocencio IV encomendó a Juan de Plano Carpini y Benedicto el Polaco en 1245 una legación al señor de los tártaros con el objeto de lograr la conversión de tan gran señor, que sería capaz, entre otras cosas, de frenar el poder mahometano.
«Regresaron con una carta suya para el Papa que aún existe: arguyendo bruscamente que el éxito de sus conquistas demostraba que contaba con el apoyo divino, Guyuk exigía que el Papa se le sometiera.»
Aun cuando el PCCh, señor de China, llegara a acabar, como lo hicieron los mongoles, otros antiguos señores de China, con la secta del Viejo de la Montaña, hoy llamada Al-Qā‘ida, no sería por espíritu de cruzada ni por consejo pontificio o imperial, ni por un ímpetu hercúleo y generoso de civilización y pacificación de las tierras. The Ballad of East and West de Rudyard Kipling nunca dejará de tener sentido, quizá, entre otras cosas, por ser una obviedad.
No lo veo tan claro. Creo que China y toda Asia acabarán siendo cristianas (Asia, cristiana y confuciana). Aunque desde luego, tendré que darle una hojeada al libro de Kipling.
Realmente el islam es una amenaza para la paz mundial. En realidad son sus lideres los responsables. El presidente de Iran es como una serpiente, cada vez que abre su boca es para largar veneno.